El regreso a Colombia de Carlos Mario Jiménez, conocido como Macaco y Javier Montañez, máximo líder del Bloque Central Bolívar (BCB) de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), ocurrió el pasado 20 de julio. Arribó esposado desde República Dominicana —donde, se cree, pensaba fugarse— al aeropuerto internacional El Dorado. Vestía un saco que decía “Miami”, ciudad en la que estuvo encarcelado en los últimos años, y se quitó la barba con la que el país lo conoció durante los diálogos entre el gobierno de Álvaro Uribe y los jefes paramilitares. Se sabía que colaboró con la justicia estadounidense, pues de sus 33 años de pena en prisión por narcotráfico solo pagó once. Para ese momento, no había mayores indicios de qué pasaría con él, más allá de las órdenes de captura que lo aguardaban.
A su llegada, no había pistas sobre qué venía a hacer el exlíder paramilitar que fue extraditado en 2008: ¿tendría intenciones de colaborar con la justicia colombiana? ¿Aportaría verdad a las acciones criminales cometidas por sus hombres a pesar de su expulsión de Justicia y Paz? Eran múltiples las preguntas, pero no había quién diera pistas de la ruta a seguir por Macaco, más allá de una carta en la que comunicó su intención de someterse a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Sin embargo, hace unos días, un líder social del Bajo Cauca le comentó a El Espectador sobre una propuesta de paz que envió el otrora segundo hombre de las Auc a las comunidades de dicha región.
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“Él quiere hacer un trabajo de paz y reconciliación, ya lo manifestó desde la cárcel. Quiere estabilizar el Bajo Cauca con acciones y programas que ayuden a resarcir todo el daño que ha hecho”, fueron las palabras de esta persona, que pidió preservar su nombre por cuestiones de seguridad. También, este líder de Caucasia —uno de los municipios más importantes del norte de Antioquia— aseguró que Macaco “se ha comunicado con las organizaciones de derechos humanos de Medellín y Bogotá para hacer un trabajo de la mano de la FARC en el Bajo Cauca”. Una de las razones de esta supuesta iniciativa de paz es que, a su regreso, el exlíder paramilitar se habría encontrado con la difícil situación de allí y ahora “quiere estabilizar la zona que más quería”.
La región del Bajo Cauca es uno de los territorios de mayor complejidad en la actualidad. En su extensión —que comprende los municipios de Tarazá, Nechí, El Bagre, Cáceres, Caucasia y Zaragoza— hay presencia de disidencias de las Farc, Eln, Clan del Golfo y Caparros. Estos dos últimos se están enfrentando por el control del territorio, debido a su potencial para el cultivo de coca y ubicación estratégica para sacar la droga ya procesada hacia el Pacífico, el norte del país y la frontera con Venezuela. Esta confrontación entre grupos paramilitares es la causa de que allí se reporten unas de las cifras más altas de homicidio (la tasa es de 177 por cada 100.000 habitantes frente a 24,4 por cada 100.000 habitantes a escala nacional) y desplazamiento del país (17.236 desplazados frente a una población de 225.269 habitantes).
Es en esta zona del norte de Antioquia en la que Carlos Mario Jiménez, de 53 años, comenzó su accionar paramilitar. La actividad “antisubversiva” en este punto geográfico lo llevó a ser el líder del Bloque Central Bolívar, uno de los destacamentos de las Autodefensas Unidas de Colombia más poderosos entre el 2000 y 2005, que dejó más de 14.000 víctimas por homicidios, desapariciones y desplazados. Precisamente en esta subregión, que no ha parado de padecer la violencia desde la desmovilización de Macaco y sus hombres (el 12 de diciembre de 2005), es que el exlíder paramilitar quiere comenzar, asegura, un proyecto en el que él actúa como gestor de paz.
El Espectador pudo comprobar con personas cercanas a Macaco que la propuesta va en serio. Carlos Mario Jiménez estaría interesado en fungir como garante de paz en varios de los lugares en los que operaron sus hombres, incluyendo el Bajo Cauca, Putumayo, Caquetá, Nariño, Valle del Cauca, sur de Bolívar y Santander, entre otros. Hasta ahora habría acercamientos con el alto comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, para presentarle la iniciativa y contar con el aval del Gobierno. Una condición clave para el exparamilitar, que busca evitar a toda costa que se le vincule con nuevas organizaciones armadas o un regreso al mundo criminal. Sin embargo, la Oficina del Alto Comisionado para la Paz negó cualquier encuentro con los representantes del exlíder paramilitar.
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Aunque es una iniciativa individual, el plan de paz incluiría la participación de otros líderes y miembros del antiguo Bloque Central Bolívar, cuya identidad aún no revelan quienes están trabajando en este plan. También, de acuerdo con la información que este diario pudo conocer, varios líderes del Bajo Cauca y alrededores han enviado mensajes a Macaco al patio de alta seguridad de la cárcel de La Picota, en donde está recluido, para que ayude a intervenir en la zona. En prisión, incluso, hombres del Clan del Golfo encarcelados le han pedido que haga las veces de vocero en una posible negociación con el Gobierno Nacional, en la que participarían tanto capturados como hombres que siguen delinquiendo en libertad.
Sin embargo, personas cercanas al exlíder de las Auc le aclararon a este diario que es necesario tener en cuenta que, a pesar de que Jiménez fue un hombre muy poderoso en el Bajo Cauca, hace más de once años salió de dicho territorio y en ese tiempo han aparecido nuevos actores violentos, con varios de los cuales Macaco nunca tuvo mando ni relación. Esta nueva dinámica en el territorio implicaría un reto para las gestiones de paz propuestas por el exlíder paramilitar, sobre todo ante hombres que pudieron estar bajo las órdenes de Macaco pero vieron en estos nuevos grupos paramilitares la forma de tener poder y dinero.
En una carta del pasado 23 de julio, Carlos Mario Jiménez comunicó su intención de acogerse a la JEP y dejó entrever su iniciativa de paz. En el documento dejó consignado que su regreso era “para trabajar por la verdad plena, la reconciliación y la paz”, y anunció su deseo de colaborar con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad. Además del papel que podría jugar “Macaco” como gestor de paz, el antiguo líder del BCB todavía tiene datos que revelar sobre el conflicto. Como fue expulsado de Justicia y Paz, por haber seguido delinquiendo desde la cárcel, no alcanzó a aportar información sobre políticos, empresarios, militares y otros posibles colaboradores del proyecto paramilitar. Tampoco ha declarado aún con suficiencia para aclarar las masacres, desapariciones y otros crímenes cometidos por él y sus hombres.
El segundo hombre más poderoso de las Auc
Sobre la vinculación de Carlos Mario Jiménez a las autodefensas, hay varias versiones. Una dice que fue debido al secuestro de su esposa por parte de las Farc y las extorsiones del Eln en su contra. Otra asegura que Macaco era un narco del cartel del norte del Valle, que le compró una franquicia a Carlos Castaño cuando las Auc estaban en formación. Lo cierto es que llegó a ser comandante del BCB, el ala más poderosa de las autodefensas, que tuvo presencia en Antioquia, sur de Bolívar y otras regiones. Incluso llegó a tener hombres actuando en Putumayo y Caquetá, dos departamentos históricamente controlados por la guerrilla.(Le recomendamos: ¿Quién es ‘Macaco’, el exjefe paramilitar que acaba de ser deportado a Colombia?)
Según registros de Justicia y Paz, el BCB fue responsable de, al menos, cientos de homicidios, 226 desapariciones y 173 reclutamientos de menores, que dejaron por lo menos 14.000 víctimas. Varios de estos crímenes fueron admitidos por Macaco antes de que fuera extraditado de forma exprés hacia EE. UU., junto con Don Berna, Cuco Vanoy, Salvatore Mancuso, Hernán Giraldo y Jorge 40, entre otros líderes paramilitares. Álvaro Uribe avaló el envío de estos individuos a los Estados Unidos, ya que habrían seguido traficando drogas desde prisión, incumpliendo los acuerdos de Santa Fe de Ralito. Por este hecho, en 2014, un tribunal de Justicia y Paz de Bogotá expulsó a Macaco de la justicia transicional.
La expulsión de “Macaco” de Justicia y Paz se dio porque le reconoció a la justicia estadounidense que envió droga a dicho país desde 1997 hasta el 25 de septiembre de 2007, dos años después de haberse acogido a la justicia transicional. Por lo que un tribunal consideró que siguió delinquiendo a pesar de haberse comprometido a abandonar su accionar criminal. Su salida de este sistema de justicia dejó sin aclarar cientos de crímenes realizados por él y sus hombres. El BCB, uno de los bloques más sanguinarios de las autodefensas, sería responsable de cientos de crímenes entre los que están la masacre de Guadualito, el desplazamiento y quema del corregimiento Vallecito -en San Pablo, Bolívar- y el asesinato del sindicalista Livio Tito Hernández.
Aun así, Carlos Mario Jiménez fue también uno de los primeros líderes paramilitares que mostró interés en la propuesta de desmovilización e incluso llegó a admitir su responsabilidad ante Justicia y Paz de 4.000 muertos y 5.000 heridos. Asimismo, entregó a las autoridades propiedades por más de $113.000 millones para la indemnización de víctimas y le dio al Estado 4.000 armas, 2.000 explosivos y dos helicópteros, un poderoso arsenal necesario para dotar a los más de 7.603 hombres que llegó a aglutinar el BCB. Debido al poder que alcanzó en el Bajo Cauca y otros lugares del país, víctimas y funcionarios del Estado esperan saber qué tiene por contar Macaco y cómo actuaría por la paz de las regiones que un día azotó junto a sus hombres con su violencia.