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Gonzalo Beltrán atiende la llamada desde el parque central de Icononzo, en Tolima. Aceptó la entrevista luego de esquivarla un par de veces argumentando que no tenía tiempo. Por estos días, solo tiene cabeza para organizar el lanzamiento de la marca de ropa que está creando junto con otros 20 exguerrilleros de las Farc de la cooperativa Tejiendo Paz, nacida en el antiguo espacio de reincorporación de ese municipio. A ese espacio irá Gonzalo luego de la charla, a seguir ajustando detalles en el taller de confecciones que han ido construyendo en los últimos dos años.
Días antes de que el presidente Iván Duque decretara la cuarentena nacional por la pandemia del Covid-19, en ese espacio territorial hubo una reunión del consejo político local, la instancia de decisión en esas zonas donde permanece parte de la antigua guerrilla de las Farc. “A mí me llaman a esa reunión y me proponen que con la gente de la cooperativa me ponga a hacer tapabocas, porque todo el mundo necesitaba”, cuenta Beltrán, cuyo nombre de bautizo es Juan Perea. El punto de partida fue una tela quirúrgica que los enfermeros de guerra de las Farc tenían arrumada en el puesto de salud, que se habían traído desde cuando estuvieron en el monte, con el fusil terciado al hombro.
A él lo buscaron porque es el representante legal de la cooperativa y quien ha asumido el liderazgo de ese proyecto en el que 21 excombatientes pusieron su fe luego de dejar las armas para reincorporarse a la vida civil. Montaron en ese espacio un taller de confecciones y empezaron a fabricar sudaderas y otras prendas de ropa hasta que se juntaron con Manifiesta, un emprendimiento de moda de las politólogas bogotanas Ángela Herrera y Sara Arias. Con ellas comenzaron a confeccionar kimonos, capas y vestidos que comercializaban a través de las redes sociales.
La alianza entre la cooperativa Tejiendo Paz y la marca Manifiesta la conoció el país en septiembre de 2019, cuando entre las dos organizaron el primer desfile de moda de exguerrilleros de las Farc en la Universidad de los Andes, en el centro de Bogotá. Poco más de un año después, en noviembre de 2020, la misma alianza sería la encargada de hacer otro desfile, esta vez en la Plaza de Bolívar, en medio de la peregrinación de los excombatientes para rechazar los asesinatos de firmantes del Acuerdo de Paz, que para entonces se contaban en 236 casos. Hoy van 244.
Cuando el consejo político local le hizo la propuesta de fabricar tapabocas, Gonzalo aceptó, aunque no tenían idea de confeccionar esos elementos que para entonces ya empezaban a escasear. “Hicimos los primeros 100 tapabocas con la tela que había y en eso se nos fueron como 15 días, porque en verdad no sabíamos cómo hacerlos”. Esa primera tanda era para donar a la población del espacio territorial.
Pero el experimento funcionó y de la cooperativa buscaron a las integrantes de Manifiesta, quienes se encargaron de correr la voz por redes sociales, gestionar contactos, promover la iniciativa y al cabo de unos días ya estaban en los titulares de prensa: “Excombatientes están fabricando tapabocas para atender emergencia del coronavirus”, titulamos en El Espectador el 25 de marzo. Se hicieron virales en redes sociales y les empezaron a donar materiales y recursos para que continuaran confeccionándolos.
Entonces adaptaron de lleno su taller de confecciones y se volcaron en tiempo completo a fabricar tapabocas para donar a las comunidades que menos posibilidades tenían de conseguirlos. Los distribuyeron así: 2.700 para el espacio territorial, 4.000 para el Hospital de Neiva, 1.000 para la red geriátrica, 3.100 para distintas cárceles del país, 500 para el espacio de reincorporación de Tierra Grata, en Cesar, y otros 1.000 para ese departamento, 1.000 para La Guajira, 1.000 para Vaupés, 500 para el Amazonas, 300 para Caquetá, 500 para Pasto, 500 para la organización Cococauca, 1.000 para el cabildo indígena de San Antonio (Tolima) y otros 1.000 que se le entregaron a la Misión de Verificación de la ONU, que esta distribuyó por el departamento del Tolima. A casi todas las veredas de Icononzo también llegaron los tapabocas fabricados por las 10 mujeres y los 11 hombres integrantes de Tejiendo Paz.
No todos los tapabocas que fabricaron los donaron. La Misión de la ONU aportó un material que se destinó a tapabocas que se comercializaron. “Las mismas condiciones del momento le van diciendo a uno qué es lo que debe hacer. uno como ser humano y como emprendedor debe estar al tanto de lo que se está moviendo y adaptarse a esos momentos que el mismo destino le va presentando”, dice Gonzálo Beltrán. Entre los que donaron y los que vendieron, estos exguerrilleros fabricaron en tres meses alrededor de 30.000 tapabocas, aunque pudieron haber sido muchos más, pero las cuentas no están tan claras.
En medio de esas semanas, los excombatientes de la cooperativa recibieron la noticia que habían estado esperando desde hace meses: el 2 de abril el Consejo Nacional de Reincorporación, donde se sientan el Gobierno Nacional y representantes de la exguerrilla y ahora partido Farc, les aprobó oficialmente el proyecto de confecciones, lo cual les representaba, entre otras, recursos equivalentes a $8 millones por excombatiente que desembolsó el Gobierno Nacional en mayo pasado, es decir, $176 millones para el proyecto. Además, cooperación internacional aportó otros $90 millones. Recursos que se suman a los que les ha aportado también el Fondo Europeo para la Paz, que además los ha acompañado en formación empresarial y organizacional.
Así crearon una marca de ropa propia de la cooperativa, lanzamiento que será el próximo 12 de diciembre en un centro de eventos de Icononzo. Con los recursos desembolsados por el Gobierno y cooperación internacional ya compraron una casa en ese municipio, que también esperan inaugurar ese día, y que sirva como punto de venta de las prendas que llevarán el nombre de su nuevo emprendimiento: Avanza.