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Comuneros del Sur: Los interrogantes de la negociación ahora que no son parte del ELN

Tras el anuncio del Gobierno sobre el tratamiento del Frente Comuneros del Sur como una organización distinta a la guerrilla del ELN, las preguntas se centran en cuáles serán las condiciones jurídicas para la negociación y las implicaciones de unas negociaciones fraccionadas. Esto responden los analistas.

08 de mayo de 2024 - 10:41 p. m.
El frente Comuneros del Sur hace presencia en Nariño.
El frente Comuneros del Sur hace presencia en Nariño.
Foto: Captura de video

Son varias las lecturas, pero sobre todo las incógnitas que quedan tras el anuncio del Gobierno de darle un nuevo tratamiento al Frente Comuneros del Sur, que opera en Nariño y oficialmente se separó de la guerrilla del ELN.

Por ejemplo, varios han apuntado a que puede ser la solución más salomónica para la crisis que desde hace dos meses sufre ese proceso de paz por cuenta del diálogo paralelo que el Gobierno decidió tener con esa estructura.

Sin una respuesta oficial de la delegación del ELN o del Comando Central, es difícil saber si esa medida sí le da salida al trance que vive ese proceso o será solo un remedio de corto plazo. Esto, entre otras cosas, porque para esa guerrilla y sus representantes en la mesa de diálogos, ese proceso simultáneo que se inició con Gabriel Yepes (conocido como ‘HH’), comandante de ese frente, era una forma de fragmentación del grupo armado.

¿Se puede replicar esta situación en otras estructuras?

El ELN, que incluso suspendió el inicio del séptimo ciclo de diálogos a raíz del doble diálogo, dijo que la única forma de salir de esa pausa en la que habían quedado las negociaciones era renunciar a esa deslealtad. Además, calificó el hecho como un “modelo pacificador fracasado impuesto con perfidia”.

El temor de los máximos comandantes del ELN es que esto que pasó en Nariño pueda replicarse en otros frentes. Sin embargo, Alejo Vargas, profesor de la Universidad Nacional, quien fundó el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz y ha participado en las negociaciones de los últimos 30 años, dice que el caso con Nariño es sui generis y que, en todo caso, si se diera algo similar ya sería un problema de mando en la guerrilla.

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“No creo que ocurra lo mismo con otros frentes. Esto que pasó en Nariño fue un caso excepcional, pero no creo que esa sea la circunstancia de otros frentes del ELN. Si llegara a pasar ya es que efectivamente las cosas en el ELN estarían muy mal, sería casi que una organización resquebrajándose”, explica Vargas a Colombia+20.

Para Andrés Aponte, politólogo e historiador de la Universidad de los Andes, que lleva varios años investigando el conflicto con esta guerrilla, esa puede ser una estrategia de doble filo, por lo que puede crear presión interna en el ELN en el sentido de que las negociaciones estarían llevando a una fragmentación. “La situación puede estar mostrando que de cierta manera si no se avanza mucho más rápido, entonces el ELN va a perder esa capacidad de cohesión y unidad que tanto reclama”, dijo.

Una disidencia para la paz, no para la guerra

Los análisis también han apuntado a que lo que está pasando con Comuneros del Sur podría asemejarse a lo que hace 30 años ocurrió con la Corriente de Renovación Socialista, una disidencia de la guerrilla del ELN conformada por más de 600 antiguos combatientes, que decidió no continuar en la lucha armada y terminó por firmar la paz el 9 de abril de 1994 con el gobierno de César Gaviria.

Para el profesor Vargas, no hay tal similitud. “Era otra cosa. La Corriente no era un grupo que tuviera alguna intención de combatir. Era un grupo que, de hecho, estaba en plan de desmovilizarse. De hecho, siendo rigurosos, ellos venían de una disidencia del EPL, no eran de la lógica elena histórica. Seguramente en esa desmovilización se sumaron algunos, pero mi lectura es que eso es otra cosa”, explica.

Aponte también señala que si bien este escenario no es algo nuevo para el ELN, la particularidad está en que ahora “no tenemos una disidencia para la guerra, sino una disidencia para la paz”.

El Frente Comuneros del Sur existe desde 1992 y desde hace 14 años viene teniendo tensiones con la Dirección Nacional del ELN. Además, está geográficamente apartada de los frentes mejor consolidados.

Otra lectura es que, en el fondo, la decisión de considerar a Comuneros del Sur como un grupo armado aparte del ELN -y así separar las negociaciones- tampoco la tomó el Gobierno, sino que fue consecuencia de acciones que tanto el frente como el Comando Central de la guerrilla tomaron en los últimos días.

Pablo Beltrán, jefe negociador del ELN había dicho que expulsaría a Yepes por rebelarse contra la estructura y hace un par de días Comuneros del Sur anunciaron que rompían relaciones con el COCE y con la Dirección Nacional del ELN. Con ese contexto, el Gobierno pudo hacer más eficaz la división de los procesos.

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Las dudas sobre el modelo de negociación con Comuneros del Sur

Pero quizás el mayor interrogante con la negociación con el frente Comuneros del Sur es cuál será el modelo de negociación. El comunicado del alto comisionado para la Paz, Otty Patiño, es prácticamente el reconocimiento de esa estructura como si fuera un nuevo grupo armado.

“Tomamos nota de la declaración del jefe de la delegación del ELN, Pablo Beltrán, sobre la decisión tomada por su organización de separar al grupo liderado por Gabriel Yepes, así como de la declaración producida por el Frente Comuneros del Sur en la que anuncia su ruptura con el comando central y la dirección del ELN. En consecuencia, dará el tratamiento a este grupo de Nariño como organización distinta e independiente de la organización nacional, con la cual sostiene negociaciones políticas en la Mesa Nacional”, dice la nota sin dar más detalles.

Un reconocimiento con estatus político sí abriría un boquete para que estructuras menores no solo del ELN, sino de otros grupos armados, decidieron sentarse a la mesa con el Gobierno y tener un proceso que pareciera más expedito. Eso, claro, también le sirve al Gobierno que ahora tiene menos ambición en su proyecto de paz total y que ahora le apuesta a una paz territorial.

Ese cambio se ve ahora con el ELN, pero también en el proceso con la disidencia de las FARC, conocidas como Estado Mayor Central, con la que siguen adelante los diálogos, pero solo con algunas estructuras que permanecen en la mesa. Sobre ese proceso, el investigador en temas de conflicto y crimen, Jorge Mantilla, le dijo hace unos días a este diario que el presidente Petro cambió el planteamiento inicial del Gobierno con la paz total. “El Gobierno renunció a la política de paz total y ha avanzado mucho más en un formato de paz parcial territorializada, en esta fórmula de negociar con quien se pueda, donde se pueda”.

En contexto: Frente Comuneros del Sur de Nariño rompe relaciones con el Comando Central del ELN

En ese sentido, según el investigador Aponte, la estrategia del Gobierno Petro es mostrar avances de alguna manera en el campo de la paz. “Están entendiendo que los grupos armados se fragmentan en los procesos, entonces se muestran mucho más abiertos con quienes se quieran sentar en los esquemas de negociaciones”, explicó.

¿Habrá negociación política con el frente de Nariño?

Juan Camilo Restrepo, exjefe de la delegación de la administración de Juan Manuel Santos en las negociaciones con el ELN, afirmó que este tipo de escisiones de esta manera no se había presentado antes en ese grupo armado y que ello trae retos para la negociación-.

“Creo que la división es una situación que no tiene precedentes. Pero entendería que para una posible negociación las bases con este nuevo grupo deberían ser las mismas con las que se está haciendo conversaciones de paz con otros grupos (...) En ese orden, debería ser una negociación política porque ese Comuneros se escinde de un grupo al que el Gobierno le había dado en su conjunto una condición política y ahora debería conservarla”, explica.

Para Laura Bonilla, subdirectora de la fundación Pares, si se adelante esa negociación con estatus político hay elementos imprescindibles en el proceso: “Debe haber una mesa, un negociador o por lo menos lo mínimo que hemos tenido en estos casos, como lo que ocurrió con las AUC, con la ley 975, pues bajo esa norma se podían desmovilizar ciertos grupos, pero estaban dentro del proceso, pero actualmente hay un limbo jurídico, una zona gris”, detalla.

Y agrega: “Si el proceso avanza tendría que haber estructura para ese proceso, de lo contrario no se podría hacer. A no ser que el grupo esté dispuesto simplemente a hacer un proceso de desmovilización”.

En Nariño, el proceso para lograr la desmovilización del Comuneros del Sur está avanzando a buen paso, bajo el liderazgo -por parte del Gobierno- de Carlos Erazo, un viejo mando militar de la desmovilizada guerrilla del M-19, que en la década de los 80 habría sido superior del ahora presidente Gustavo Petro, durante su paso por ese grupo.

Según fuentes cercanas a ese proceso, se habría avanzado en temas como las propuestas para el desarme, posibilidades de justicia transicional y planes de desminado humanitario en la región donde opera.

Sobre si esta doble negociación resuelve la crisis de la mesa, Restrepo dice que no. “El ELN es un grupo muy resabiado, el COCE en especial. Seguramente llamen a esto como una traición y con eso quizás tratar de opacar el anuncio más grave que es el tema de la reactivación del secuestro”.

La apuesta del Ejecutivo con una negociación paralela traería consigo riesgos que para algunos analistas consultados por este diario no se están teniendo en cuenta, como el surgimiento de posibles disidencias de la disidencia, la falta de estrategias de seguridad y la capacidad para hacer seguimiento de lo pactado. Aunque otros, como Restrepo, afirman que si sale adelante la apuesta de Nariño podría darle réditos al Gobierno y mostrar que conserva autonomía y poder para negociar.

Por otro lado, para Aponte el proceso de diálogo con Comuneros del Sur no deja de ser una “paz marginal al no tener el peso que podría tener una paz con el ELN o el EMC”. Sin embargo, destaca que lo que suceda en Nariño trazará una hoja de ruta para otras experiencias, ya sea para bien o para mal.

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Por Cindy A. Morales Castillo

Periodista con posgrado en Estudios Internacionales. Actualmente es la editora de Colombia+20 de El Espectador y docente de Narrativas Digitales de la Universidad Javeriana.@cinmoralejacmorales@elespectador.com

Por Paulina Mesa Loaiza

Periodista de la Universidad de Antioquia e ilustradora. Ha escrito en prensa y portales digitales con especial interés en justicia, conflicto, memoria y paz. Actualmente es periodista de Colombia+20.@paulina_mesalpmesa@elespectador.com

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