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Mihalyi Csikszentmihalyi es reconocido a nivel mundial por sus investigaciones sobre el bienestar y la felicidad. Lleva más de 40 años estudiando cómo mejorar la calidad de vida usando los rasgos provechosos del comportamiento humano. Fue así como, junto con el psicólogo estadounidense Martín Seligman, fundó la psicología positiva a principios del siglo XXI.
Hace un año se alió con la Asociación Colombiana de Psicología Positiva e ideó “Ciencia y paz; Construyendo el capital humano del futuro”, un programa que busca facilitar la transición de Colombia hacia la paz con una metodología científica. La iniciativa busca resolver los problemas psicológicos y el estrés postraumático que dejó la guerra.
El programa abarca cinco componentes: educación, víctimas, reinserción social, fuerzas armadas y sociedad civil. Estos componentes, explica Mihalyi, se irán desarrollando por etapas y ofrecen la oportunidad de aplicar los últimos avances de la ciencia y la tecnología para facilitar la transición hacia la paz.
Para desarrollar estos componentes se fundó el Instituto Florecer, el primero que se crea en Colombia “para investigar el bienestar, el carácter, la virtud y todas esas características que hacen de una persona una mejor versión de sí misma”, explica Andrea Ortega, Magíster en Psicología y fundadora de la organización.
Colombia2020 habló con el Dr. Mihalyi para entender las bases de esta ciencia y cómo se aplicaría en Colombia. El psicólogo fue más allá y explicó que, de tener éxito en el posconflicto colombiano, se podría usar como modelo para otros países en situación de conflicto.
-¿Qué es la psicología positiva?
Es la psicología que estudia comportamientos humamos positivos como la generosidad, la amistad, la creatividad y la alegría. Los psicólogos que la practican buscan cómo incentivar estas conductas y registran los resultados en la vida humana con un método científico.
-¿Cómo nació?
Empecé a enseñarla a principios de este siglo en universidades y colegios. Fue un cambio grande porque normalmente la psicología se usa para tratar las enfermedades y por eso se enfoca en las conductas negativas. Pero un compañero, Martín Seligman, y yo entendimos que la disciplina también sirve para fortalecer los aspectos positivos y superar los problemas cuando se presenten. Nadie estudiaba ni enseñaba eso.
A través de los años el interés en el tema creció rápidamente hasta el punto que países enteros empezaron a interesarse en la psicología positiva.
-¿Por qué se interesó en el tema?
Crecí en Europa cuando la Segunda Guerra Mundial estaba acabando. Noté que muchos de mis tíos y los amigos de mi familia que habían sido poderosos, educados, ricos y estables emocionalmente, quedaron completamente devastados cuando la guerra les quitó sus bienes materiales. No estaban preparados para enfrentar dificultades y toda su personalidad colapsó. Me di cuenta de que no estamos preparados para vivir bien en circunstancias adversas. Mientras tenemos la suerte de nuestro lado y tenemos estabilidad y dinero, estamos bien y sentimos que la vida es fantástica. Pero cuando esas posesiones o la salud empiezan a decaer, y casi siempre decaen, tenemos que tener los recursos internos para no perder las ganas de vivir. Empecé a investigar y me di cuenta de que si potenciamos las virtudes de la persona creamos una mayor capacidad de resiliencia.
-¿Dónde se ha puesto en práctica la psicología positiva?
Además de los colegios, lo aplicamos con veteranos de guerra en los Estados Unidos. Observamos su comportamiento y los ayudamos a potenciar los buenos rasgos que tenían para resignificar sus experiencias en la guerra. Por medio de un software registramos su evolución a lo largo de los años y nos dimos cuenta de que funciona. Esto es importante porque nos prueba que podemos usar el conocimiento científico para mejorar nuestras vidas. Hay tantas formas de hacer la vida peor, la raza humana lo ha hecho por mucho tiempo: las guerras, la esclavitud, la explotación…todas esas formas de hacer peor la vida son fáciles de aprender. Pero cómo hacer la vida mejor, no es tan fácil pero debemos hacerlo.
-Y ahora algunos psicólogos colombianos quieren ver si esto se puede aplicar en el país durante el posconflicto.
Así es. Vine a Colombia por primera vez en enero de 2016. Había escuchado sobre la historia de conflicto y me interesaba ver cómo la gente asumía la pérdida y la violencia. Conocí Bogotá y me pareció una ciudad relativamente tranquila y estable en la superficie pero sé que la guerra deja secuelas sociales que no siempre se ven en a primera vista. Al estudiar la situación más a fondo me di cuenta de que sería un desafío grande pero que podría ser determinante para el país.
Entendí que esta es una gran oportunidad para nosotros, los psicólogos positivos, de hacer una diferencia grande. La psicología positiva en una situación como Colombia cambiaría no solo el país sino también la forma como la gente ve sus políticas, sus instituciones y todo su sistema de vida. También es una gran oportunidad de ser un líder mundial ya que el proceso colombiano de posconflicto está siendo observado por todo el mundo.
-¿Cómo se aplicaría en Colombia?
La Asociación Colombiana de Psicología Positiva reunió a algunos de los psicólogos más renombrados en el mundo. Son expertos en temas como la superación de estrés postraumático y psicología del aprendizaje. Juntos diseñamos un programa para Colombia que iniciaría con los colegios rurales y luego se proyectaría a la población adulta. Primero se les enseñaría a los niños afectados por la guerra cómo lidiar con la pérdida, como resolver conflictos de forma pacífica y otros compartimientos que los ayudan a ser más felices y productivos en la sociedad. De ahí pasaríamos a trabajar con excombatientes y luego Ejército y sociedad civil. Lo más importante es que este trabajo psicológico vaya de la mano con proyectos sociales que impulsen el trabajo y les den a las víctimas acceso a la justicia y reparación porque ¿de qué sirve que les enseñemos sobre el amor si no encuentran empleo?
-¿Cómo se pueden aprender conceptos tan abstractos como el amor, la generosidad y la creatividad con un método científico?
No es un misterio tan grande como parece. Por ejemplo, podemos observar y registrar qué comportamientos hacen que otros nos odien. Al estudiar eso creamos hipótesis sobre los comportamientos que suscitan respuestas positivas. De ahí podemos ayudar a la gente a reconocer esos rasgos buenos en sí mismos y en otras personas para luego potenciarlos. No es fácil pero tampoco es un secreto. Se puede aprender haciendo experimentos, observando y manteniendo un buen registro de los resultados.
-¿Quién puede enseñar y aplicar la psicología positiva? ¿Deben ser psicólogos?
Creo que es bueno tener un grupo de psicólogos profesionales que lideren el proceso, pero la intervención puede ser hecha por otras víctimas o excombatientes. Por ejemplo, en el caso de Colombia, podría ser hasta mejor que un reinsertado de hace años lidere el proceso con personas que se acaban de desvincular de un grupo armado porque ellos conocen los problemas que enfrentan. El grupo de profesionales entrenados estarían encargados del proceso en general y los demás de casos particulares. Sería un proceso escalera en el que los más avanzados ayudan a los más nuevos. Un círculo virtuoso de aprendizaje.
-¿Cuánto podría costar implementar el proyecto?
Eso depende de la escala a la que se quiera hacer. Se pueda hacer en un municipio, con un grupo poblacional específico, en un departamento o en todo el país. El programa se puede acomodar al presupuesto. Todavía no se lo hemos propuesto al Gobierno pero pronto se empezará a promocionar. Tiene que empezar pronto porque entre más rápido se implemente, mejor.