La verdad que tienen por contar los afros, indígenas y mujeres de la costa Pacífica está íntimamente ligada a las afectaciones de sus territorios: los desplazamientos, la explotación de recursos, la minería ilegal y los cultivos de uso ilícito. Todo está encadenado con la guerra que han vivido por más de 50 años. Visibilizar lo que hubo detrás de estas victimizaciones es el objetivo de la Comisión Interétnica de la Verdad del Pacífico, creada por organizaciones sociales para trabajar de manera complementaria con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad.
Leyner Palacios, una de las voces más importantes de Bojayá tras el cilindro bomba lanzado por las Farc en mayo de 2002 en este territorio, que dejó más de 70 víctimas, es una de las personas que lideró, desde 2014, la creación de esta Comisión. El lanzamiento se llevó a cabo el 21 y 22 de mayo en Quibdó y contó con la presencia de la Comisión de la Verdad, con quienes firmaron un acta de colaboración y entendimiento.
¿Por qué crear una Comisión de la Verdad del Pacífico?
En el proceso de participación de las víctimas en La Habana, en 2014, identificamos alrededor de 5.700 iniciativas de construcción de paz que tenían una relación directa con el derecho a la verdad. Desde ahí, como Coordinación Regional del Pacífico y con las organizaciones étnico-territoriales, decidimos constituir una comisión autónoma de los territorios del Pacífico.
Cuando se define, en el punto de víctimas del Acuerdo de Paz, crear la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, ¿en qué quedó su iniciativa?
Dijimos que no tenía sentido crear una comisión que ya el Acuerdo estipulaba. Ahí dejamos la iniciativa y estuvimos casi dos años esperando, pero cuando se instaló la Comisión de la Verdad y se nombraron sus 11 comisionados, convocamos a una reunión. Ahí nos pensamos como un equipo interétnico complementario a la Comisión, ya que nosotros conocemos estos territorios por más de 30 años.
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¿Cómo será ese trabajo complementario?
La Comisión de la Verdad necesita ir a los territorios a investigar cosas que quizá nosotros ya tenemos documentadas. Esa información se la vamos a facilitar a la Comisión.
Tenemos también la facilidad de apoyar el acceso y el contacto de ellos con las víctimas. No vamos a suplir su trabajo, sino que les facilitaremos relacionamiento local. Además, como la Comisión tiene una vida de tres años, lo que queremos es hacer incidencia o seguimiento a las recomendaciones que hagan en su informe de la Comisión, porque nuestro tiempo sí es indefinido.
En su momento determinaremos si construimos nuestro propio informe.
¿Cómo funcionará la Comisión Interétnica?
Hemos constituido una secretaría ejecutiva integrada por cinco personas, distribuidas en cada uno de los departamentos. En Chocó seremos un indígena y un afro. Además, elegiremos también a 11 comisionados distribuidos a lo largo y ancho de la costa Pacífica, que serán las personas encargadas de los procesos de investigación local. Esperamos tener a finales de junio la metodología para empezar a aplicarla a partir de julio.
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¿Cuántas organizaciones pertenecen a la Comisión Interétnica?
En estos momentos, 21 organizaciones nos han otorgado mandato, pero creemos que estaríamos llegando en las próximas semanas a alrededor de 30-35 organizaciones a lo largo del Pacífico colombiano.
¿Y en qué zonas del Pacífico van a empezar a trabajar desde julio?
Esas organizaciones tienen presencia en toda la costa Pacífica, desde Tumaco y Buenaventura hasta el Alto Atrato. La proyección es trabajar en 49 municipios. ¿Cómo serán elegidos los 11 comisionados?
Las organizaciones definieron una serie de criterios para elegirlos. Uno, es que tengan conocimiento del territorio, relacionamiento directo con las organizaciones, que tengan credibilidad, no tengan dudas de la confianza y el respeto organizativo, y que no estén involucradas con actores armados.
¿Cómo se verán representados los indígenas y las mujeres?
La mesa de participación de los pueblos indígenas fue una de las primeras que otorgó el mandato. En esa mesa están cinco plataformas que aglutinan todo el movimiento indígena del Chocó. Ellos elegirán el vocero que los representará en la Comisión interétnica. Las mujeres indígenas del departamento también nos pidieron participar de manera directa porque consideraban que el relato desde la perspectiva de mujer y de género es muy distinto.
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Son 10 casos los que van a priorizar, ¿cuáles son?
Esos diez casos están en un proceso de construcción. Hay un interés en que se investigue sobre los cultivos de uso ilícito, la relación del desarrollo de las comunidades y el conflicto armado. También el tema minero-energético y el abandono histórico de nuestros pueblos. Al final, lo que queremos es generar una serie de recomendaciones que permitan la reconciliación y un nuevo diálogo como país.¿Cómo se va a financiar esta Comisión?
Los procesos comunitarios y locales poco apoyo tienen del gobierno nacional y sobre todo de la institucionalidad, por eso este proyecto lo estamos gestionando con cooperación internacional. El otro apoyo, que consideramos muy importante, es la alianza que se tiene con la iglesia católica en el pacífico colombiano. Los obispos de las cinco subregiones han dicho que ellos acompañarán este ejercicio de la Comisión interétnica.Para nosotros es muy importante el apoyo que puedan brindar las propias comunidades. Es un apoyo que a veces no se cuantifica, pero que seguramente será muy valioso. Tienen información, pueden ayudarnos con algunos asuntos de hospedaje y creemos que podemos seguir adelante con esas alianzas que recibamos.
En el Pacífico el conflicto se está reciclando, hay amenazas y grupos armados. ¿Cómo van a trabajar en medio de esa gran dificultad sin ponerse ustedes en riesgo?
Esa es una de las cosas que nos tienen bastante preocupados, porque no esperábamos que en un proceso de construcción de paz estuviera la gente sufriendo tan tremendamente como está ocurriendo ahora. Eso nos muestra que no hay garantías de no repetición, pero a la vez nos lleva a insistir en la importancia de entrar en una salida negociada con el Eln, así como a un proceso de desmantelamiento del paramilitarismo. Sin embargo, las propias organizaciones tienen dinámicas locales muy particulares y, a pesar de esta situación de conflicto, no vemos otro camino sino hacer lo que consideramos que es necesario.