“Seguimos pensando que todavía es posible una paz completa”: Olmedo Ruiz

Omar de Jesús Restrepo, conocido en las antiguas Farc como “Olmedo Ruiz”, fue el último comandante del frente 57 que operaba en el río Atrato del Chocó. El ahora congresista de la bancada del Partido Comunes en la Cámara de Representantes conversó con Colombia+20 sobre la participación política del nuevo partido y el proceso de reincorporación en Chocó que, con dificultades, ha sido de los pocos donde los excombatientes no se han unido a disidencias u otros grupos armados.

Redacción Colombia +20
13 de noviembre de 2021 - 03:00 p. m.
“Seguimos pensando que todavía es posible una paz completa”: Olmedo Ruiz

Olmedo Ruiz ocupa una de las curules en la Cámara de Representantes por el partido Comunes, uno de los 10 escaños que logró esa colectividad tras la firma final del Acuerdo de Paz. Ruiz, que llegó a ese cargo con un programa que prometía llevar la voz de los campesinos al Congreso de la República, hizo un balance de la trayectoria del nuevo partido y de los enormes tropiezos que ha tenido la reincorporación en Chocó -región donde él hizo la dejación de las armas-. En su evaluación prefiere resaltar los elementos positivos del proceso insistiendo en que se debe seguir apostando por la paz.

¿Cómo evalúa la participación en política de las antiguas Farc? ¿Cuál ha sido su experiencia en el Congreso?

Al inicio recibimos mucha presión por parte de algunos enemigos de la paz y del proceso. No querían vernos en ese espacio. También recibimos hostigamientos en la campaña electoral a Presidencia y Congreso. Hemos participado en los debates de control político, en las audiencias, hemos sido coordinadores de algunos proyectos que lideramos, y hemos hecho alianza con sectores que están en pro de la paz en el país. Esa bancada fue la que tumbó las objeciones a la Jurisdicción Especial para la Paz. Hubo algunas dificultades con el caso ‘Jesús Santrich’, pero son cosas ajenas a la dinámica del Congreso.

¿Qué proyectos han liderado?

Yo lideré un proyecto para que las Juntas de Acción Comunal (JAC) tuvieran herramientas de participación y pudieran hablar con los entes territoriales. Ese proyecto contemplaba que pudieran contratar con el Estado y generar impacto en su comunidad. En los territorios ha sido difícil la participación política. Ganamos algunos espacios porque la gente ha visto que no somos esos monstruos que pintaban a través de los medios de comunicación, que en este rol tenemos propuestas y que le estamos apostando a la reconciliación del país.

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Su campaña propuso ser la voz de los campesinos en el Congreso, ¿lo ha conseguido?

La voz de los campesinos si la hemos llevado porque la mayor parte de los Acuerdos de Paz están orientados a mejorar las condiciones de ellos, empezando por el derecho a la vida y el derecho a producir de manera rentable y digna en el campo. Hemos levantado esas banderas y a todas las iniciativas legislativas tratamos de darles un enfoque rural.

En educación, hemos planteado que debe haber un enfoque diferencial porque no existen las mismas condiciones que hay en los grandes centros urbanos. Igual con la salud. Las EPS se mueven alrededor del mercado y la demanda, pero en la ruralidad la realidad es totalmente diferente y ellos no van a invertir donde no obtienen ganancias. Hemos planteado que quien debe garantizar la salud allí en esos territorios es el Estado, no se le puede dejar esa responsabilidad al sector privado.

También insistimos en la necesidad de implementar el punto cuarto del Acuerdo de Paz que tiene que ver con sustitución de cultivos ilícitos. La única salida para resolver ese fenómeno es generando posibilidades de vida digna a los campesinos, acceso a la tierra, vías de penetración, mercado.

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Usted fue comandante en el Atrato, ¿qué cree que falló en Vidrí, donde el gobierno desmanteló un Espacio de Reincorporación?

Lo primero que falló fue que hubo dificultades con el acceso a la tierra porque son territorios colectivos, entonces no fue posible armonizar una política con las comunidades afro, que era las dueñas del territorio. Lo otro era la lejanía de ese espacio territorial que hacía todo muy difícil: el abastecimiento era por embarcaciones, pero en tiempos de verano el río Arquía se seca y no hay acceso por agua. Eso generó muchas dificultades y la gente empezó a moverse hacia Quibdó buscando nuevas oportunidades y alternativas. En Vidrí no veían futuro. Ahí quedaron unos pocos, pero el Gobierno decretó nulo ese espacio territorial, lo que jurídicamente impide que esos compañeros tengan acceso a todas las ventajas de la reincorporación: hay unos que se fueron para Mandé (Urrao) y otros a La Blanquita (Frontino), pero no tienen los mismos beneficios de quienes están en los espacios territoriales donde se les garantiza la posibilidad de acceder a tierra y vivienda.

¿No cree que ustedes se equivocaron al escoger sitios tan alejados para los espacios de reincorporación?

Eso se consultó con los excombatientes y muchos de los que hacían parte del frente 34 en el Chocó tienen la familia ahí en ese territorio, entonces fue por esa cercanía que se inclinaron por ese lugar. Pero se hizo pensando que el Estado iba a hacer todo lo posible para la reincorporación económica, pensaban que a lo mejor les iban a hacer carretera, que podrían implementar los proyectos productivos allí, pero no hubo voluntad política para hacer viables esas iniciativas.

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El Espacio Territorial de Brisas en Curvaradó también ha sufrido tropiezos: no tienen tierra y hay lentitud en los proyectos productivos, ¿cuál ha sido la falla allí?

El problema es el mismo: no se ha resuelto el acceso a la tierra y por eso la gente sigue esperando. Es un asunto de voluntad política porque en esa zona hay mucha gente vendiendo tierra pero el Gobierno le pone a eso muchas arandelas. Es algo tan sencillo como comprar una finca y resolver y ponerla para el colectivo, nadie está pidiendo tierra para cada uno, sino un espacio donde desarrollar los proyectos. Esa es la gran dificultad que tenemos en la reincorporación económica.

Los que están en Mandé, ¿cómo consiguieron tierra ahí?

Ese es un territorio de las comunidades, ellos se fueron para allá porque tienen familiares, pero el Estado no les ha resuelto nada. Allá se metieron selva adentro, como a dos horas de camino del último caserío.

Otro grupo consiguió por su cuenta un lote en la carretera Medellín-Quibdó, otros en Santa Cecilia (Risaralda) alquilaron una finca, uno pensaría que hacen la reincorporación por sus propios medios…

Otros se fueron para el río Jiguamiandó donde tienen un colectivo y un proyecto de madera, pero la gente ha estado unida. A través de la cooperación internacional se han conseguido recursos para que los reincorporados puedan resolver su vida y su subsistencia. En el exterior hay organizaciones interesadas en apoyar que en Colombia se cierre el conflicto armado, que estos compañeros que apostaron a la paz no se tengan que devolver a los grupos armados o que se tengan que desplazar a los grandes centros urbanos donde se va a deteriorar su situación y la de sus familias. Esa es una parte muy buena del proceso de paz: que ha generado expectativas en el país y en el exterior. Hay una gran esperanza de la mayoría de los colombianos, lo vimos en las grandes movilizaciones que agitaron las banderas de la paz. La gran mayoría de sectores sociales están cansados de la guerra, quieren que el país cierre ese ciclo violento de la confrontación. El proceso de paz está vivo: todavía tiene fuerza y acompañamiento. La mayor parte de la sociedad está cansada de la guerra y le apuesta a una salida política al conflicto armado. El próximo Gobierno tendrá que comprometerse con la paz.

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Después de todo el Chocó no está lleno de disidencias, como ha ocurrido en Cauca.

Chocó no tiene disidencias. La gran mayoría de la gente está agrupada: los del frente 57 están en Brisas y el río Jiguamiandó, otros se fueron para Mutatá, pero todos están vinculados al proceso. Lo mismo los del frente 34: unos se fueron a Quibdó, otros para Mandé y La Blanquita. Todos están agrupados en torno al proceso de reincorporación. Ninguno se ha ido para las disidencias y los líderes continúan con ellos ahí. Eso es muy importante- A pesar de que la situación del Chocó no es fácil porque hay grupos armados, está el Eln, el Clan del Golfo, la mayor parte de la gente no se ha dejado sonsacar por esos otros actores.

¿Qué se ha hecho bien en Chocó que no se hizo en otros sitios donde muchos volvieron a las armas?

Uno de los factores que inciden en parte es que los líderes están ahí todavía. Si usted va a Brisas ahí está ‘El Pana’, que es un líder histórico de ese frente, ahí está ‘Olín’. Los del frente Aurelio Rodríguez tenen a ‘Mario’, que era el jefe de ellos y está con ellos. Lo mismo en Quibdó, donde está ‘Pedro Baracutado’, ‘Melkin’ y otros compañeros que hacían parte de esa estructura política y militar. Siguen ejerciendo el liderazgo con muchas dificultades, pero todos están firmes. Eso ha generado una lealtad al proceso y a la paz. Nosotros hemos planteado que hay que darles garantías a la gente y a los líderes para que puedan desarrollar su trabajo. Lo importante de la reincorporación es la capacidad y la voluntad de paz que ha tenido la gente. Seguimos pensando que todavía es posible una paz completa en el país. Esa energía, esa voluntad, esa disciplina de la que nosotros hemos sido poseedores, que nos permitió enfrentar al Estado con muy pocos recursos durante mucho tiempo, esa capacidad de unión que tiene nuestra gente, es la que ahora hace posible la reincorporación.

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Tomas(10675)13 de noviembre de 2021 - 04:41 p. m.
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