“Yo ejecuté la orden de asesinar a Álvaro Gómez”: Carlos Antonio Lozada
El senador del Partido FARC dice que organismos de inteligencia supieron de la autoría de la Red Urbana Antonio Nariño y que por eso torturaron y desaparecieron a dos guerrilleros que participaron en el operativo.
Gloria Castrillón Pulido
“Es un hecho cuya responsabilidad es de la Red Urbana Antonio Nariño, de la cual yo era comandante en ese momento”. Con esta frase inició el hoy senador Julián Gallo o Carlos Antonio Lozada, como fue conocido en la guerra, esta entrevista en la que reconoció que fue él quien ejecutó la orden y planeó el operativo para asesinar al líder conservador Álvaro Gómez Hurtado en noviembre de 1995. En medio de la conversación reconoce que para él no ha sido fácil llegar a este momento y que significa una verdadera catarsis personal, pero que está dispuesto a dar detalles de este y otros hechos del conflicto ante los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz.
¿Quién dio la orden de asesinar a Álvaro Gómez Hurtado?
La orden la dio el secretariado y la recibí de Jorge Briceño, que era el comandante a quien yo le atendía órdenes. Esa orden se transmitió a través mío y la ejecutó un comando de cuatro personas de la Red Urbana Antonio Nariño.
¿Esa orden venía de todo el secretariado o solo del Mono Jojoy?
La orientación me llegó de él y él le informó al camarada Manuel Marulanda.
¿Hubo alianzas con otros actores armados para cometer este asesinato?
Le puedo decir con toda certeza que en ese hecho participaron exclusivamente guerrilleros urbanos de la RUAN. Nadie más.
¿Entonces por qué resultan implicados miembros del Ejército?
Creo que alrededor del sitio había un carro o una operación secreta de inteligencia y ese primer indicio, que es una coincidencia, llevó a que, en medio del ambiente político tan caldeado, se tejieran interpretaciones por parte de los organismos de inteligencia. Ellos se casaron con esas conclusiones y se dedicaron durante 25 años a probar esas conclusiones, invirtiendo el proceso de investigación.
(Le puede interesar: ¿Cómo juzgará la JEP los homicidios que se atribuyeron los ex-Farc?)
¿Por qué los organismos de inteligencia nunca dieron con una pista sobre su responsabilidad en este asesinato?
Hay muchas incógnitas que tengo hace 25 años y que tienen que ver con lo siguiente. Cuatro o cinco días después del hecho detuvieron a una dirección de las milicias nuestras en Ciudad Bolívar y creo que obedeció al dispositivo que se generó en la ciudad para ubicar pistas, pero no encontraron nada, porque ellos no tuvieron que ver en este hecho.
¿No fueron las milicias?
La red tenía dos niveles de estructuras, unas milicias, las más conocidas; pero tenía estructuras guerrilleras profesionales que poca gente conocía. Posteriormente, algunos de los que participaron en el asesinato de Gómez Hurtado fueron asesinados por la Policía. Creo que ahí lograron establecer los hechos, pero como los mataron, al Estado le tocó callarse. Ante el asesinato y la barbarie que cometieron con los compañeros intentaron ocultar esos hechos y desviaron la atención.
¿Se refiere a que con la masacre de Mondoñedo desviaron la investigación del magnicidio?
Sí, es una teoría que tengo hace varios años y espero que con todo este proceso obtengamos la verdad sobre quién ordenó esa masacre y qué les cobraron a esos muchachos con la decisión de detenerlos, torturarlos, desaparecerlos e incinerar sus cadáveres y al día siguiente asesinar, al salir de sus casas, a otros dos integrantes de esa estructura.
¿Cuántas personas participaron en el operativo?
Cuatro.
¿Y las otras dos personas?
Todos están muertos.
¿Cómo murieron las otras dos personas?
Hay detalles que no quiero dar ahora, son parte de lo que vamos a detallar en la jurisdicción, pero le puedo decir que las cuatro personas están muertas.
(Lea también: Farc admite responsabilidad en asesinatos de Álvaro Gómez, general Landazábal y Jesús Antonio Bejarano: JEP)
¿Cuándo y a quién le dio el parte de su operativo?
Por coincidencia estaba con el Mono en el momento en el que sucedieron los hechos, en el Guaviare. Me habían llamado a reunión del Estado Mayor del bloque Oriental, nos estábamos concentrando para desplazarnos a un encuentro con Manuel Marulanda. Ahí supimos que se había cumplido la orden que se había dado.
¿Cuánto tiempo pasó desde que se dio la orden hasta que usted la ejecutó?
Esa decisión estaba tomada desde la fundación de las Farc, no es que se haya dado la orden en ese momento específico, es que en ese momento se dieron las condiciones. En el contexto y en la dinámica de la guerra había planes de todos los bloques y todos los frentes sobre cómo actuar frente a las Fuerzas Militares y aquellos civiles que habían tenido responsabilidad histórica en el conflicto. En este caso por el discurso de Gómez Hurtado que fue el detonante que nos embarcó a todos en una guerra de 50 años con cientos de miles de muertos y torturados de todos los bandos. Para entender ese hecho hay que estar en la lógica de la guerra.
Esa lógica no la entendemos… Gómez Hurtado ayudó a promulgar una nueva Constitución.
El día que estaban eligiendo esa constituyente se lanzó la operación contra Casa Verde y se selló un pacto político excluyendo a un sector político en Colombia que estaba alzado en armas, nos estaban enviando el mensaje de que en ese nuevo pacto social no nos aceptaban como parte de la sociedad colombiana.
A ustedes los buscaron y no quisieron entrar…
Se nos hizo la propuesta, pero no podía ser un ultimátum. Nosotros también propusimos nuestras condiciones, no se aceptaron y se respondió con ataque a Casa Verde.
¿Qué consecuencias puede tener este hecho para usted como senador o para el Acuerdo de Paz?
Esperamos que se entienda que nosotros llegamos al Congreso producto del Acuerdo de Paz, como reconocimiento de nuestro alzamiento armado. Hicimos dejación de armas a cambio de participación política. No tendría sentido que se cuestionara el Acuerdo.
(Vea: ‘Pedimos perdón por arrebatarle al país un hombre de paz como Álvaro Gómez’: Farc)
Usted se sentará en su curul en el Congreso al lado de los miembros del Partido Conservador. Eso resulta difícil de aceptar.
Desde el Partido Conservador y desde el Partido Liberal se inició una violencia a mediados del siglo pasado, con más de 300 mil muertes, con el monopolio del poder político de estos dos partidos, con la exclusión política de otras fuerzas. Hay otras responsabilidades históricas que queremos poner sobre la mesa, no para profundizar heridas, sino para avanzar en encontrar la convivencia en medio de las diferencias. De eso se trata la paz.
¿Qué responsabilidad tiene usted en los asesinatos del general Fernando Landazábal Reyes y de Jesús Antonio Bejarano?
El caso de Landazábal también fue de la RUAN, y fue por el papel específico que tuvo el general a lo largo del conflicto. Ahí están sus libros, fue uno de los más destacados teóricos de la seguridad nacional, que ha guiado la concepción ideológica de las Fuerzas Militares. Él se opuso a la solución política que abrimos con el presidente Belisario Betancur. Él emitió una circular al día siguiente del inicio del cese al fuego, en mayo del 84, que contenía un desacato al presidente. Eso le costó su salida del gobierno, pero esa postura se impuso en las Fuerzas Armadas y cumplió un papel determinante en la guerra sucia y en el exterminio de la UP, en acatamiento a esa directriz del “enemigo interno”. En el caso de Bejarano, fue otra estructura de la que no puedo aportar detalles. En Bogotá había distintas estructuras, la Red Urbana Antonio Nariño era la que tenía asiento, pero esas otras comisiones no estaban bajo mis órdenes.
¿Por qué guardar silencio tantos años?
Es una decisión que le corresponde al secretariado en ese momento. Lo que entiendo es que, al ver el escándalo de la pelea entre sectores del poder, se tomó la decisión de mantenerlo en reserva hasta que se considerara el momento. Esto se profundizó mucho más hasta tener dos sectores de la élite dominante enfrentados sin darse una explicación y ahora que entregamos nuestra versión no se nos cree.
Nadie les cree, ¿por qué hablar ahora?
Nosotros firmamos una paz que tiene a las víctimas en el centro. En La Habana tuvimos discusiones internas, sabíamos que llegaría este momento, que hubo hechos del conflicto muy dolorosos cuya responsabilidad no se conocía y que nosotros íbamos a tener que asumir. Esto no se da de la noche a la mañana, cuando avanzamos en dar verdad, estamos enviando una señal al país de que nos la jugamos toda por la paz, que queremos que el Acuerdo regrese a su esencia original para que la verdad sea completa y tenga los matices de todos los que estuvimos enfrentados en el conflicto.
¿Qué mensaje le envía a la familia de Álvaro Gómez Hurtado?
Que nos perdonen, que encontremos el momento para sentarnos y nos puedan escuchar. Tenemos toda la disposición de hacerlo, sabemos que no será fácil, ojalá nos escuchen.
Se dice que este hecho era “vox pópuli” dentro de las Farc, ¿por qué nunca se filtró?
No me explico cómo un secreto que era conocido por centenares de personas se mantuvo oculto para los organismos de investigación. ¡Es una locura! Es cierto que tenemos un nivel muy cerrado en la organización, por la disciplina, pero con tantos desertores era imposible que no se enteraran. La única explicación es que fuerzas militares sabían y como asesinaron a quienes participaron en el hecho, no estaban interesados en que se supiera.
“Es un hecho cuya responsabilidad es de la Red Urbana Antonio Nariño, de la cual yo era comandante en ese momento”. Con esta frase inició el hoy senador Julián Gallo o Carlos Antonio Lozada, como fue conocido en la guerra, esta entrevista en la que reconoció que fue él quien ejecutó la orden y planeó el operativo para asesinar al líder conservador Álvaro Gómez Hurtado en noviembre de 1995. En medio de la conversación reconoce que para él no ha sido fácil llegar a este momento y que significa una verdadera catarsis personal, pero que está dispuesto a dar detalles de este y otros hechos del conflicto ante los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz.
¿Quién dio la orden de asesinar a Álvaro Gómez Hurtado?
La orden la dio el secretariado y la recibí de Jorge Briceño, que era el comandante a quien yo le atendía órdenes. Esa orden se transmitió a través mío y la ejecutó un comando de cuatro personas de la Red Urbana Antonio Nariño.
¿Esa orden venía de todo el secretariado o solo del Mono Jojoy?
La orientación me llegó de él y él le informó al camarada Manuel Marulanda.
¿Hubo alianzas con otros actores armados para cometer este asesinato?
Le puedo decir con toda certeza que en ese hecho participaron exclusivamente guerrilleros urbanos de la RUAN. Nadie más.
¿Entonces por qué resultan implicados miembros del Ejército?
Creo que alrededor del sitio había un carro o una operación secreta de inteligencia y ese primer indicio, que es una coincidencia, llevó a que, en medio del ambiente político tan caldeado, se tejieran interpretaciones por parte de los organismos de inteligencia. Ellos se casaron con esas conclusiones y se dedicaron durante 25 años a probar esas conclusiones, invirtiendo el proceso de investigación.
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¿Por qué los organismos de inteligencia nunca dieron con una pista sobre su responsabilidad en este asesinato?
Hay muchas incógnitas que tengo hace 25 años y que tienen que ver con lo siguiente. Cuatro o cinco días después del hecho detuvieron a una dirección de las milicias nuestras en Ciudad Bolívar y creo que obedeció al dispositivo que se generó en la ciudad para ubicar pistas, pero no encontraron nada, porque ellos no tuvieron que ver en este hecho.
¿No fueron las milicias?
La red tenía dos niveles de estructuras, unas milicias, las más conocidas; pero tenía estructuras guerrilleras profesionales que poca gente conocía. Posteriormente, algunos de los que participaron en el asesinato de Gómez Hurtado fueron asesinados por la Policía. Creo que ahí lograron establecer los hechos, pero como los mataron, al Estado le tocó callarse. Ante el asesinato y la barbarie que cometieron con los compañeros intentaron ocultar esos hechos y desviaron la atención.
¿Se refiere a que con la masacre de Mondoñedo desviaron la investigación del magnicidio?
Sí, es una teoría que tengo hace varios años y espero que con todo este proceso obtengamos la verdad sobre quién ordenó esa masacre y qué les cobraron a esos muchachos con la decisión de detenerlos, torturarlos, desaparecerlos e incinerar sus cadáveres y al día siguiente asesinar, al salir de sus casas, a otros dos integrantes de esa estructura.
¿Cuántas personas participaron en el operativo?
Cuatro.
¿Y las otras dos personas?
Todos están muertos.
¿Cómo murieron las otras dos personas?
Hay detalles que no quiero dar ahora, son parte de lo que vamos a detallar en la jurisdicción, pero le puedo decir que las cuatro personas están muertas.
(Lea también: Farc admite responsabilidad en asesinatos de Álvaro Gómez, general Landazábal y Jesús Antonio Bejarano: JEP)
¿Cuándo y a quién le dio el parte de su operativo?
Por coincidencia estaba con el Mono en el momento en el que sucedieron los hechos, en el Guaviare. Me habían llamado a reunión del Estado Mayor del bloque Oriental, nos estábamos concentrando para desplazarnos a un encuentro con Manuel Marulanda. Ahí supimos que se había cumplido la orden que se había dado.
¿Cuánto tiempo pasó desde que se dio la orden hasta que usted la ejecutó?
Esa decisión estaba tomada desde la fundación de las Farc, no es que se haya dado la orden en ese momento específico, es que en ese momento se dieron las condiciones. En el contexto y en la dinámica de la guerra había planes de todos los bloques y todos los frentes sobre cómo actuar frente a las Fuerzas Militares y aquellos civiles que habían tenido responsabilidad histórica en el conflicto. En este caso por el discurso de Gómez Hurtado que fue el detonante que nos embarcó a todos en una guerra de 50 años con cientos de miles de muertos y torturados de todos los bandos. Para entender ese hecho hay que estar en la lógica de la guerra.
Esa lógica no la entendemos… Gómez Hurtado ayudó a promulgar una nueva Constitución.
El día que estaban eligiendo esa constituyente se lanzó la operación contra Casa Verde y se selló un pacto político excluyendo a un sector político en Colombia que estaba alzado en armas, nos estaban enviando el mensaje de que en ese nuevo pacto social no nos aceptaban como parte de la sociedad colombiana.
A ustedes los buscaron y no quisieron entrar…
Se nos hizo la propuesta, pero no podía ser un ultimátum. Nosotros también propusimos nuestras condiciones, no se aceptaron y se respondió con ataque a Casa Verde.
¿Qué consecuencias puede tener este hecho para usted como senador o para el Acuerdo de Paz?
Esperamos que se entienda que nosotros llegamos al Congreso producto del Acuerdo de Paz, como reconocimiento de nuestro alzamiento armado. Hicimos dejación de armas a cambio de participación política. No tendría sentido que se cuestionara el Acuerdo.
(Vea: ‘Pedimos perdón por arrebatarle al país un hombre de paz como Álvaro Gómez’: Farc)
Usted se sentará en su curul en el Congreso al lado de los miembros del Partido Conservador. Eso resulta difícil de aceptar.
Desde el Partido Conservador y desde el Partido Liberal se inició una violencia a mediados del siglo pasado, con más de 300 mil muertes, con el monopolio del poder político de estos dos partidos, con la exclusión política de otras fuerzas. Hay otras responsabilidades históricas que queremos poner sobre la mesa, no para profundizar heridas, sino para avanzar en encontrar la convivencia en medio de las diferencias. De eso se trata la paz.
¿Qué responsabilidad tiene usted en los asesinatos del general Fernando Landazábal Reyes y de Jesús Antonio Bejarano?
El caso de Landazábal también fue de la RUAN, y fue por el papel específico que tuvo el general a lo largo del conflicto. Ahí están sus libros, fue uno de los más destacados teóricos de la seguridad nacional, que ha guiado la concepción ideológica de las Fuerzas Militares. Él se opuso a la solución política que abrimos con el presidente Belisario Betancur. Él emitió una circular al día siguiente del inicio del cese al fuego, en mayo del 84, que contenía un desacato al presidente. Eso le costó su salida del gobierno, pero esa postura se impuso en las Fuerzas Armadas y cumplió un papel determinante en la guerra sucia y en el exterminio de la UP, en acatamiento a esa directriz del “enemigo interno”. En el caso de Bejarano, fue otra estructura de la que no puedo aportar detalles. En Bogotá había distintas estructuras, la Red Urbana Antonio Nariño era la que tenía asiento, pero esas otras comisiones no estaban bajo mis órdenes.
¿Por qué guardar silencio tantos años?
Es una decisión que le corresponde al secretariado en ese momento. Lo que entiendo es que, al ver el escándalo de la pelea entre sectores del poder, se tomó la decisión de mantenerlo en reserva hasta que se considerara el momento. Esto se profundizó mucho más hasta tener dos sectores de la élite dominante enfrentados sin darse una explicación y ahora que entregamos nuestra versión no se nos cree.
Nadie les cree, ¿por qué hablar ahora?
Nosotros firmamos una paz que tiene a las víctimas en el centro. En La Habana tuvimos discusiones internas, sabíamos que llegaría este momento, que hubo hechos del conflicto muy dolorosos cuya responsabilidad no se conocía y que nosotros íbamos a tener que asumir. Esto no se da de la noche a la mañana, cuando avanzamos en dar verdad, estamos enviando una señal al país de que nos la jugamos toda por la paz, que queremos que el Acuerdo regrese a su esencia original para que la verdad sea completa y tenga los matices de todos los que estuvimos enfrentados en el conflicto.
¿Qué mensaje le envía a la familia de Álvaro Gómez Hurtado?
Que nos perdonen, que encontremos el momento para sentarnos y nos puedan escuchar. Tenemos toda la disposición de hacerlo, sabemos que no será fácil, ojalá nos escuchen.
Se dice que este hecho era “vox pópuli” dentro de las Farc, ¿por qué nunca se filtró?
No me explico cómo un secreto que era conocido por centenares de personas se mantuvo oculto para los organismos de investigación. ¡Es una locura! Es cierto que tenemos un nivel muy cerrado en la organización, por la disciplina, pero con tantos desertores era imposible que no se enteraran. La única explicación es que fuerzas militares sabían y como asesinaron a quienes participaron en el hecho, no estaban interesados en que se supiera.