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Una calle cerrada anuncia lo que será un evento concurrido, y sí que lo fue. Familias reunidas alrededor de la tarima, en las terrazas de sus casas y, otras tantas, en el piso. Estaban dispuestos a disfrutar lo que ofrece un evento de este tipo, donde a manera de sátira, los llamados rezanderos critican problemáticas de la actualidad que han sido tendencia últimamente.
En medio de una noche cargada de brisa, espuma y maicena, el bullicio se detiene ante las palabras de Fredy Cervantes, el primer rey momo que ha parido un grupo de letanías, a quienes se les conoce como Las Ánimas Blancas del Barrio Rebolo, en el suroriente de la ciudad.
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Orgulloso, Cervantes da a conocer su don para recitar letanías y en medio de la presentación no pierde la oportunidad de mostrar la grandeza de estas como una tradición que pretende estimular la preservación del patrimonio oral a través de rezos. Precisamente, ante esta preocupación, no pierde tiempo para formar a sus nietos con el propósito de que mantengan el legado. De hecho, llevó a dos de los pequeños a la presentación y recitaron un par de estrofas más.
Pasada su intervención, el escenario quedó a disposición de los 23 grupos que se disputan el Congo de oro, un reconocimiento otorgado a los mejores recitadores de letanías. “Ocho minutos o cuarentas rezos”, declaran los jurados para la presentación de cada participante. Entre los temas recurrentes resaltaron la crisis venezolana, el padre Linero, Duque, las empanadas y el Código de Policía.
Desde lo Montes de María se asomaron por primera vez los Come Micos, oriundos de San Juan Nepomuceno. A su vez, el grupo a cargo de Wilfrido Rodelo De oro aclara que “vienen con todo para llevarse el Congo de oro”, haciendo énfasis en la importancia de que personas de otros lugares de la región tengan su espacio dentro de esta gran fiesta.
Al final de noche, la familia se convierte en una pieza fundamental para preservar la tradición oral. Padres e hijos, abuelos y nietos, se unen y practican lo que tanto aprendieron el uno del otro en el hogar.
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