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En el norte de Bogotá y Cundinamarca se verá de nuevo los vagones de un tren de pasajeros. A inicios de noviembre se conoció, gracias a un anuncio de la Gobernación, que el Regiotram del Norte o conocido como el Tren de Zipaquirá, da un paso importante para ser una realidad.
El Conpes 4171 declaró este proyecto con la categoría de “importancia estratégica” para que, de acuerdo con el cronograma, más de un millón de ciudadanos de Zipaquirá, Cajicá, Chía y Bogotá vuelvan a movilizarse en los vagones del tren para 2034.
La noticia la calificó el gobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey, como histórica pues, según el mandatario, reactivar la red ferroviaria del norte del departamento será el mayor compromiso financiero que Colombia ha asumido en su historia y que representará una inversión estimada de COP $ 15,4 billones.
“El Gobierno Nacional cumplió su palabra y juntos estamos marcando un antes y un después en la movilidad sostenible del centro del país”, explica Rey, que también avanza en la construcción del Regiotram de Occidente, otro tren que conectará los municipios de Funza, Mosquera, Facatativá y Madrid en la frontera oeste del departamento.
De sueño a realidad
Durante años, hablar de un tren masivo que volviera a recorrer la sabana de Bogotá fue solo un anhelo. Los rieles de la red ferroviaria, abandonados hace casi 70 años, solo servían para uso turístico y más de 200.000 personas que actualmente se desplazan entre Bogotá y los municipios de la frontera norte estaban condenados a pocas alternativas de transporte para desplazarse a sus trabajos, lugares de estudio o llegar a sus viviendas.
Incluso hay documentos desde 1996 en los que se mencionaba la necesidad de tener sistemas masivos de transporte en el departamento, como la Ley 310, que desde finales del siglo pasado daba directrices para que las grandes metrópolis no quedaran aisladas de sus municipios aledaños a causa de una escasa oferta de transporte.
A la bola de nieve se sumaba que municipios como Cajicá, Chía y Zipaquirá vieron cómo en cuestión de años su población creció desmesuradamente y algunos servicios, por supuesto el transporte, se quedaban cortos para tanta gente. De acuerdo con un sondeo realizado en 2024, los municipios de la sabana vieron cómo su demografía aumentó, en promedio, un 32,6 % en los últimos siete años.
Los trancones, por obvias razones, también crecieron: el tráfico subió en un 14 % y desplazarse entre esos municipios y Bogotá significa invertir casi dos horas de recorrido entre trancones y vías alternas para llegar a los destinos. Pero el Tren de Zipaquirá resolverá gran parte del problema. De acuerdo con el Conpes, que es el documento que prácticamente le da vida al proyecto, habrá cerca de 1.000.0000 de beneficiados por esta reactivación ferroviaria.
El Regiotram constará de un trayecto de cerca de 50 km y 17 estaciones que movilizarían 187.000 personas diarias; casi el total de los que hoy se movilizan en flotas o vehículos particulares a través de la Autopista Norte o la Av. Carrera 7°. Y es aquí donde el Conpes se torna tan importante. El documento es la hoja de ruta, tanto administrativa como financiera en la que se establece cuándo, cómo y quiénes serán los encargados de que el departamento vuelva a los rieles ferroviarios.
Allí se define, por ejemplo, que la Nación, específicamente el Ministerio de Transporte, será quien desembolse casi el 70 % de los recursos, mientras que la Gobernación asumirá el monto restante. Además, determina que la movilidad entre Bogotá y sus municipios norte, dejarán de ser proyectos aleatorios y se convertirán en apuestas de desarrollo clave para el departamento y Colombia.
En otras palabras, reúne esfuerzos nacionales y departamentales no solo para atender un escenario actual de tráfico en el norte de la capital, pero también para crear alternativas de transporte para unos municipios que se tiene proyectado que sigan creciendo con el paso de los años.
“Este documento tiene el objetivo de consolidar la viabilidad financiera del proyecto, que apunta a fortalecer la infraestructura para la prestación del servicio de transporte público de pasajeros (...) y mejorar la conectividad regional de manera eficiente, sostenible y segura en un horizonte de mediano y largo plazo”, reza un apartado del Conpes.
Planeando el futuro
Como toda megaobra de infraestructura, la planeación y ejecución del Tren de Zipaquirá necesitará de varios años de estudios, contratación y obras para que se convierta en realidad. Sin embargo, esas fechas ya están definidas por el Conpes. Un gran avance es que los dineros, ya destinados por la Nación y la Gobernación, no serán una traba en materializar los planes del Regiotram.
A estos ahorros incluso podrían sumarse dineros de la Alcaldía de Bogotá, que por retrasos, un calendario apretado y figuras administrativas, no alcanzó a hacer destinar los recursos que en el papel le correspondía. Pero no es una causa perdida, pues Miguel Silva Moyano, secretario general del Distrito, explicó que Bogotá aún tiene interés en participar de este megaproyecto y que las puertas no están del todo cerradas para que la capital también aporte su grano de arena en esta apuesta de movilidad.
El documento establece que la concesión (contrato para definir quién maneja el proyecto) estará firmada para el 1 de junio de 2027; las obras iniciarían en 2029 y, si todo sale según lo previsto, los ciudadanos estarían movilizándose en los vagones del tren para mediados de 2034.
El proyecto tiene previsto que el tren se articule con otras alternativas de transporte, como por ejemplo el Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) de Transmilenio y con otra gran apuesta ferroviaria que avanza en Cundinamarca, como lo es el Regiotram de Occidente.
Apuesta sostenible
Más allá de los incalculables beneficios en movilidad que traerá el Regiotram del Norte, hay algunos puntos a favor que lo convierten en un referente ferroviario a nivel nacional, como su funcionamiento eléctrico. Y es que de acuerdo con cifras del Ideam y el Distrito, Cundinamarca hoy es el mayor emisor de CO2 del país, con un promedio anual de 5.300 kilotoneladas de este contaminante.
El tren, en el papel, será una alternativa que no genera huella de carbono, y saque miles de carros de las vías principales, con lo que se estarían evitando la emisión de al menos 60.000 toneladas al año de dióxido de carbono. Además, los 30 trenes que integrarán el sistema serán totalmente eléctricos y tanto las 17 estaciones como los dos patio-talleres tendrán diseños y funcionamientos amigables con el medio ambiente.
“Estamos hablando de un sistema férreo moderno, eléctrico y de cero emisiones locales que transformará la movilidad entre los municipios del norte de la Sabana y la capital del país”, comenta el gobernador.
También se tiene estructurado que el proyecto construya 15 puentes peatonales para reducir la mortalidad en las vías; cuatro puentes viales y al menos cuatro estructuras elevadas.
Para María Fernanda Rojas, ministra de Transporte, este proyecto es más que una apuesta de movilidad. “Hoy protegemos la movilidad y el desarrollo económico de la región. Aseguramos el Tren de Zipaquirá y abrimos paso a un corredor férreo de pasajeros y carga que transformará la competitividad de Bogotá y la Sabana. Este proyecto no solo mueve personas: mueve empleo, industria y futuro”, comentó.
