Publicidad

Los Diarios de Pandemia están en marcha: ¡Participe!

La convocatoria de la Universidad Nacional y El Espectador está abierta para que cualquier persona comparta, a través de nuestra plataforma digital, contenidos sobre su experiencia personal o colectiva en estos tiempos.

Andres Ferneiller Posada Agredo * / Especial para El Espectador
25 de agosto de 2021 - 09:13 p. m.
En "Diarios de pandemia" pueden participar formatos audiovisuales y de texto, que serán revisados y aprobados por profesores de la Universidad Nacional de Colombia.
En "Diarios de pandemia" pueden participar formatos audiovisuales y de texto, que serán revisados y aprobados por profesores de la Universidad Nacional de Colombia.
Foto: Ilustración de Éder Leandro Rodríguez

Desde el 10 de junio de 2021, y de forma permanente hasta el 10 de enero de 2022, la Universidad Nacional de Colombia, en alianza con el diario El Espectador, ha abierto la convocatoria para participar en el proyecto Diarios de Pandemia, una iniciativa que tiene por objetivo construir un blog y un repositorio público de textos, sonidos, imágenes fijas o en movimiento de las diversas experiencias del confinamiento con el fin de darle visibilidad a la vida privada y social que late en la pandemia. (Aquí puede revisar los requisitos y consultar los formatos de inscripción y autorización).

Se trata de una iniciativa organizada por docentes de la Universidad Nacional, interesados en el estudio de la literatura, las artes y la cultura y también creadores de obras literarias: la profesora y escritora Alejandra Jaramillo Morales, docente del Departamento de Literatura y de la Maestría en Escrituras Creativas, ha dedicado sus esfuerzos al acompañamiento, la investigación y el desarrollo de proyectos creativos, con la convicción de que la literatura, en términos creativos, constituye un campo fundamental del pensamiento, y que como tal es fundamental para la Universidad Nacional acompañar la creación como una expresión necesaria para el país; la profesora Carmen Elisa Acosta, profesora titular y coordinadora del grupo Historia y Literatura del Departamento de Literatura e investigadora del grupo Discurso y ficción: Colombia y América Latina en el siglo XIX de la Universidad de los Andes y la Universidad Nacional, ha concentrado sus estudios e investigaciones en la historia de la lectura, la historiografía literaria y la literatura infantil de Colombia y América Latina; el profesor y escritor Francisco Montaña Ibáñez, docente de la Facultad de Artes en el Instituto de Investigaciones Estéticas, ha desarrollado una amplia reflexión sobre la desigualdad social, el hambre y la historia de Colombia a través de los personajes niños y jóvenes de sus obras, cuya sensibilidad le ha permitido encontrar un lugar justo para no caer en la denuncia ni en la frivolidad. Conversamos con los organizadores respecto al proyecto.

¿Cómo surge la idea del proyecto? ¿Se trata de una inquietud conjunta o de inquietudes individuales que coincidieron dada la coyuntura?

“Surgió de la experiencia alucinante de vivir este momento”, afirma el profesor Francisco. La profesora Alejandra añade: “hemos sido testigos de un momento aterradoramente novedoso, una ruptura vivida como humanidad. Fue extrañísimo ver el mundo detenerse, saber que eso podía ir aconteciendo poco a poco y que no teníamos ni la posibilidad de imaginar que así podría ser. Todo lo que se había vuelto normal para nuestras vidas se estaba diluyendo: vivir encerrados, que los viajes intercontinentales y nacionales frenaran, que las ciudades se llenaran de un tremendo silencio que no habíamos conocido. Entonces tuvimos que ver imágenes del día a día, las manifestaciones de esa nueva realidad a la que nos veíamos obligados a vivir. Y claro, desde el lugar de creadores las preguntas y la necesidad de narrar lo que estaba sucediendo fueron apareciendo. En las redes empezamos a ver las reacciones de la gente, escritores o escritoras, artistas que empezaron a crear en torno a esta situación que estamos viviendo. Y en algún momento con mis colegas Francisco Montaña y Carmen Elisa Acosta, y con Nelson Fredy Padilla en el periódico El Espectador, empezamos a conversar sobre lo importante que sería conocer la experiencia de muchas personas en este país, en esa vida cotidiana, en ese asombro, en esa situación tan extraña por la que atravesamos. Entonces surgió la idea de Diarios de pandemia. Luego aparecieron experiencias de otros países que ya iban recogiendo el pensamiento, las reacciones de las personas y nos pareció que la Universidad Nacional debía promover un proyecto que recogiera el gran diario de la escritura sobre la pandemia en Colombia. Así nos unimos el diario El espectador y la Universidad Nacional para sacar adelante este proyecto y esperamos construir un diario diverso que dé cuenta de la multiplicidad de situaciones vitales de la gente en este periodo: la experiencia de la enfermedad, del encierro, de la muerte; el miedo, el agobio, la depresión; el humor, la observación, los sueños. Todas las maneras en que las personas hemos sido afectadas por esta situación que venimos viviendo desde el 2020. Creemos que hay un gran relato nacional que puede escribirse a muchísimas voces para hablar de la pandemia”.

¿Por qué se escoge la forma del diario? Desde su visión, ¿hay algo en particular en ella que permita dar cuenta de manera más cabal de la experiencia de la pandemia?

“El diario es en principio el modelo narrativo en el que puede aparecer la voz de la intimidad”, dice Francisco. “Creo que la pandemia modificó, de manera brutal en muchos casos, nuestra relación con la intimidad, con nuestra propia voz, con la percepción de nosotros mismos. Por eso creo que el diario es un formato que va a permitirnos conocer más las formas que toma la voz íntima en la pandemia”. En consonancia con la cuestión de la intimidad, la profesora Carmen afirma que “el diario tiene el doble valor de exponer lo íntimo y de hacerlo público en el desdoblamiento por medio del lenguaje. En lo íntimo, participa de un tiempo interior que se expone de manera inmediata en emociones, sentimientos, reflexiones y sueños; en el lenguaje, permite el desplazamiento hacia lo exterior en las posibilidades por lograr un encuentro, diálogo o diferencia con aquellos a los que les llega su experiencia inmediata transformada por la expresión.

Sumado a esto, la profesora Alejandra habla del diario como una expresión necesaria tras la reinvención de la cotidianidad: “La pandemia afectó la vida cotidiana. El día a día de las personas. Tuvimos que pasar por ese freno completo de la actividad, de salir a la calle. Luego vino acomodarse, tratar de entender la situación y crear nuevas cotidianidades, nuevas maneras de vivir. Por eso nos parece que el diario es una de las expresiones más apropiadas para hablar de este tiempo. Porque fue una experiencia del día a día, no una experiencia de irrupciones momentáneas, un cambio en la forma de afrontar la cotidianidad. Es por eso que elegimos el diario, porque hay una reinvención de la vida diaria que nos impuso la pandemia y que desde muchísimas versiones podemos conocer”.

En su ensayo “El diario como forma narrativa”, el escritor mexicano Juan Villoro plantea que el diario no representa un género pleno, sino que más bien se trata de una coartada para apartarse de la forma, y que justamente esa es su forma: ubicarse en una orilla apartada del entorno, de la tradición, de las formas dadas, para encontrar un apartado lugar de la escritura. Pensando en estos términos, ¿podría decirse que la elección de la forma del diario se corresponde con la dificultad de abordar esta experiencia de la pandemia a través de los géneros tradicionales? ¿Creen que habría alguna suerte de sintonía entre este gesto de «apartarse de la forma» y la experiencia inaudita del confinamiento?

“De acuerdo”, dice Francisco. “Es muy seguro que las formas que adquiera la voz íntima en estos momentos no puedan expresarse en lo que la tradición nos ofrece. Precisamente por eso es muy excitante este proyecto, da mucha curiosidad conocer qué formas ha alcanzado”. Alejandra, retomando su idea de la reinvención de la cotidianidad, añade: “Sí, el diario puede expresarse en maneras que habita lo desconocido de la cotidianidad, lo que se transforma. Por eso precisamente lo que el proyecto busca descubrir es lo que para para muchos colombianos y colombianas puede significar narrar esa transformación de la vida cotidiana”. Por otro lado, Carmen difiere ligeramente: “No necesariamente, es probable que muchos diarios recojan elementos de otros géneros, en la construcción del yo como personaje, en relación con tradiciones del cuento y la novela; o probablemente también lo hagan en consonancia con el yo poético”.

Respecto a las especificaciones de la convocatoria, ¿por qué se dice que los diarios pueden ser de ficción o de no ficción? ¿Qué es lo que cada una de estas condiciones —ficticio o no ficticio— puede aportar en el entendimiento de esta experiencia de pandemia?

Por un lado, Francisco señala el sentido práctico de la decisión: “Creo que al indicar que se puede ir más allá de lo que se entiende por ficción y por no ficción, se le va a permitir a los participantes atreverse a enviar sus diarios sin que determinada forma sea un imperativo. Por otro lado, Carmen habla sobre el sentido estético: “considero que los límites entre lo ficcional y lo no ficcional pueden ser difusos, si bien dependen de la voz que construye el diario, ésta puede seleccionar las mediaciones que considere expresan de mejor forma su experiencia”. “Y además creo que al tratarse de un diario, las distancias entre las dos formas de escritura deja de tener sentido”, añade el profesor Francisco.

En distintos lugares —universidades, periódicos, bibliotecas— del mundo se han realizado proyectos e iniciativas similares. ¿Cuál creen que es la importancia de construir estos repositorios? Y ¿cuál sería la importancia de tenerlo en Colombia?

“Las experiencias individuales y colectivas del año anterior”, responde Carmen, “adicional a la contundencia de la situación generada por la pandemia, estuvieron inscritas en un momento en el que la sociedad estaba valorando y evaluando los procesos que había desencadenado la firma de los acuerdos de paz. Quizá como consecuencia de esto y determinado por otra serie de circunstancias, el ámbito de lo público había adquirido un valor que con la pandemia quedó fuertemente truncado. En ese sentido los diarios pueden reconocerse, entre muchas otras cosas, como una forma de expresión de una coyuntura de los diversos procesos sociales y políticos, en un horizonte amplio de continuidad histórica”.

“Bueno, lo hemos dicho desde el comienzo”, agrega Alejandra, “narrar la experiencia es una necesidad humana, y ante el asombro que implicó esta transformación en la vida cotidiana de las personas, más la muerte y la enfermedad como una experiencia constante, en un país que además tiene que vivir también la zozobra de la guerra permanente, se vuelve necesario narrarlo. Tenemos que ponerles la cara a esas experiencias y es en la ficción o en la narración constante de la vida que estas experiencias se asientan. Por eso creemos que estos diarios pueden dar cuenta de las experiencias que vivieron las diferentes personas, de los mundos que se iban creando, de las maneras en que las personas encararon esto. No todos vivimos de la misma manera”.

La Universidad Nacional de Colombia es, de alguna manera, de todos los colombianos, y en ese sentido es muy significativo que un proyecto como este sea llevado a cabo por la Universidad. ¿Consideran que este proyecto puede ser una necesidad colectiva —colombiana— que debe realizarse y que como tal es la Universidad Nacional el espacio ideal para esto?

“Nosotros estamos convencidos de que la Universidad Nacional debe ser la que lidere muchos de los proyectos importantes de comprensión de la nación, de los procesos en que las personas construyen su comprensión de la vida del mundo”, responde Alejandra. “Creemos que es la universidad pública donde debemos estar siempre a la vanguardia de lo que sucede en el país. En ese sentido, claro, nos parecía que era muy importante que un proyecto como este lo lideráramos desde la Universidad Nacional, como debería hacerse con casi todo tipo de proyectos, y esperamos que sea un éxito y que logremos crear un diario realmente importante para seguir hacia adelante, pensando los impactos que pudo haber tenido para nuestro país la pandemia”. “Puede decirse”, añade Carmen sobre el carácter crítico y social de Universidad, “que en tres vías que se entretejen sobre las cuales participa la actividad académica de la universidad: la memoria, la producción estética y la construcción de horizontes críticos”.

Teniendo en cuenta lo anterior, además de las inquietudes particulares que pudieron llevarlos a organizar esta iniciativa, ¿hay algún tipo de «compromiso» social con este proyecto?

“Yo creo”, dice Alejandra, “que el arte siempre tiene un compromiso social, aunque un artista nunca debe estar pensando en eso como obligación. Es decir, el artista es libre de crear lo que quiera. Pero en lo que crea está en diálogo con eso que podría ser el compromiso social, que es la representación del mundo, las maneras de dar cuenta de la experiencia de la vida. Así el artista nunca quiera asumir una postura de compromiso, su arte expresa algo de lo que el mundo es y ya de por sí esa es una manera en que los artistas conversan con la realidad. Yo creo que la idea nuestra de crear el diario no es necesariamente un compromiso social, es más un compromiso con la posibilidad de conocer la diversidad de experiencias vividas en este momento. La pandemia ha implicado una altísima apuesta vital para las personas en todo el planeta, y en este caso en Colombia, y por eso nos parece muy importante que la experiencia sea trabajada desde diferentes formas expresivas, desde la imagen, desde la escritura, desde el video, desde la música y puedan darse a conocer y que sea la Universidad Nacional, como una universidad de compromiso con el país, la que pueda ser la curadora de un proyecto que esperamos nos permita conocer muchísimas expresiones sobre lo que nos ha sucedido en este año y medio que llevamos de pandemia y en lo que nos resta”.

* Estudiante de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia. Cualquier duda que surja respecto a la convocatoria o al proyecto será resuelta por el equipo organizador a través del correo electrónico diariospand_nal@unal.edu.co.

Por Andres Ferneiller Posada Agredo * / Especial para El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar