Cientos de habitantes han escapado de los pueblos ribereños huyendo de la violencia y hoy malviven en albergues de Buenaventura.
Pero en Buenaventura los desplazados tampoco están a salvo. La extorsión, la pobreza, los homicidios y el reclutamiento forzado rondan los barrios donde sobreviven.
Los homicidios en Buenaventura pasaron de 73 en 2017 a 195 en 2021, empujados por el tráfico de la cocaína que sale hacia Centroamérica y México, camino a Estados Unidos. Según testimonios de pobladores y defensores de los derechos humanos, los cuerpos desmembrados son lanzados al mar.
En vísperas de las elecciones presidenciales del 29 de mayo, en las que no podrán votar por el destierro de sus lugares de empadronamiento, los desplazados de Buenaventura ven los comicios con escepticismo.