“Siempre queda la duda de si los candidatos presidenciales hacen propuestas para las próximas generaciones o para las próximas elecciones”. La reflexión la hizo ayer el rector de la Universidad Nacional, Ignacio Mantilla, al término del debate electoral que organizó la institución sobre educación. Una preocupación legítima si se entiende que este logro no se alcanza durante un período político. “Mejorar la educación es un proyecto mínimo de 20 años, que debe partir de dignificar el trabajo de los maestros y mejorar su formación”, agregó Mantilla.
Por estos días, el tema volvió con fuerza al debate por cuenta del deshonroso último lugar que ocupó la educación media del país en la prueba de habilidades prácticas del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, por su sigla en inglés). Sin embargo, los candidatos Clara López, del Polo Democrático; Óscar Iván Zuluaga, del Centro Democrático, y Marta Lucía Ramírez, del Partido Conservador, se concentraron en hablar de educación superior.
Los grandes ausentes del evento fueron Enrique Peñalosa, del Partido Verde, y el presidente candidato, Juan Manuel Santos. Más allá del pulso político, que dio para que Ramírez propusiera que, ante la recurrente ausencia de estos aspirantes a los debates, se tendrían que acomodar dos sillas vacías en futuros espacios para mostrar su desinterés por estos temas, la discusión quiso concentrarse en propuestas de ampliación y mejoramiento de la educación superior.
Sobre todo teniendo en cuenta que la cobertura educativa de Colombia es muy baja comparada con la de otros países y la deserción, en cambio, es muy alta. “La cobertura en educación terciaria está alrededor del 42%, e incluye técnica, tecnológica y universitaria. La deserción está alrededor del 50%. Eso quiere decir que de 100 bachilleres sólo se gradúan 20 o 30. La cobertura universitaria no llega al 30%”, precisó Mantilla.
Quizás por eso, para los tres candidatos es claro que uno de los principales retos es encontrar esos cuellos de botella que no permiten elevar los estándares. Para Clara López, se trata de reorganizar el gasto público en educación. Propone por eso educación superior gratuita, incluso, tras la eventual firma de la paz entre el Gobierno y las Farc, para quienes han hecho la guerra y deberían pensar en hacer la paz: guerrilleros desmovilizados y soldados. Asimismo sostuvo que en su gobierno estaría dispuesta a triplicar los recursos directos a las universidades públicas y a cambiar la manera como se está financiando la investigación, porque hoy los proyectos de recursos de regalías para ese punto tienen que tener el visto bueno de los gobiernos locales, y esto afecta la autonomía. En temas de calidad cree que es necesario introducir el bilingüismo desde la primaria y reformar la Ley 30, porque “congeló presupuestos educativos que sólo actualizó con índices al consumidor”. La financiación de estas medidas se haría con mayor tributación: “Si una sociedad no está dispuesta a pagar impuestos, no puede exigir derechos, porque éstos cuestan”.
Por su parte, Óscar Iván Zuluaga expresó que su apuesta es por la calidad de la educación en formación e investigación. Por eso cree necesario articular el sistema para que la educación básica y media se refuerce y para que las diferencias regionales dejen de ser tan abismales. Para su financiación propone aumentar el presupuesto en educación un punto del PIB, que aumente de forma escalonada y al final represente cerca de $14 billones.
Marta Lucía Ramírez, a su turno, propuso un sistema en el que las universidades privadas también salgan fortalecidas a través de reconocimientos y prerrogativas económicas. Cree, por ejemplo, que las universidades deben vender su conocimiento y no dejar este espacio sólo para los consultores internacionales. Ramírez cree que la clave también está en la apuesta hacia una educación técnica, por eso planteó la creación de un politécnico empresarial para “jóvenes emprendedores” y el cierre de las llamadas universidades de garaje, “que se otorgan por cuotas a los partidos de turno”.
Con propuestas coherentes terminó este debate electoral por la educación, uno de los temas que, sin importar en qué orilla se inscriban, sigue siendo para todos una prioridad, al menos en el discurso, porque reconocen que es lo único que le permitiría a Colombia salir del atolladero social y económico en que está.
Por Redacción País
