El “drag queen”, como liberación

Antes, las mujeres no podían hacer teatro, por lo que los hombres se vestían como ellas para hacer los roles femeninos en las tablas. Así nació la tendencia ”drag”, que hoy es tendencia en Bogotá.

Pilar Cuartas Rodríguez
11 de julio de 2018 - 03:00 a. m.
DRAG QUEENS
DRAG QUEENS
Foto: MAURICIO ALVARADO

A cuatro manos, Rosalía y su hijo, Mario, cosieron el vestido con el que él asistió a una de las noches drag queen más esperadas del año. Ella, que no es hábil para las matemáticas, siguió al pie de la letra los patrones que su hijo dibujó. Y así, en menos de dos días, todo estuvo listo para llegar brillando al bar El Recreo de Adán, en Bogotá, donde decenas de personas se citaron la semana pasada para ver la transmisión del último capítulo del afamado reality estadounidense RuPaul's Drag Race, en el que los participantes compitieron por la corona a la mejor drag queen. (En fotos: La fiesta de "Oh my drag" se sigue tomando la rumba bogotana)

Después de meses de espera, la décima temporada del programa televisivo, que incluyó pruebas de actuación, baile y canto, anunció como ganadora a Aquaria, noticia que recibieron con gritos los espectadores en El Recreo de Adán, y que abrió la fiesta amenizada por drags queens bogotanas. Mario fue una de ellas; y cuando subió a la tarima su mamá aplaudió orgullosa por el espectáculo. “Mi esposo y yo lo apoyamos. Desde que él sea feliz, el resto no me importa. Esto es normal para mí, porque esa es su elección. Y quien me quiera a mí, también tiene que respetar a mis hijos”, aseguró Rosalía. (En video: Theatron, la discoteca LGBT más grande del país, celebra 16 años)

Aunque, en América Latina, el tema es furor en países como Argentina, en Colombia apenas está tomando impulso y lo ha hecho gracias a iniciativas como Oh my drag, organizada por la sociedad Prisma Proevent, dedicada a idear eventos para la población LGBTI en Colombia. El venezolano Juan Jiménez, uno de sus socios, asegura que esa es la primera apuesta de su empresa, pero que planean realizar más. Una de las ideas que ha tomado fuerza es crear obras de teatro con protagonistas lesbianas, gais, bisexuales y trans. El objetivo es que la diversidad sexual sea representada y visibilizada en todos los ámbitos de la vida cotidiana.

Jiménez llegó al país hace tres años, cuando la crisis en Venezuela volvió su vida insostenible. Debido a su viaje, terminaron sus labores como ingeniero de telecomunicaciones y tuvo que emprender. Así fue como nació Prisma Proevent, creada junto a otras dos personas. “Lanzamos primero Oh my drag, porque queríamos romper con los patrones de masculinidad y jugar con el rol de género. Es una forma de expresión, de liberación, de decir: ‘yo me quiero expresar así, quiero ser diferente”, explica Jiménez. A esa concepción se suma La Queencena, quien agrega que “cuando un hombre hace drag está mandando un mensaje de activismo político: ‘Yo, a pesar de ser hombre, soy capaz de entrar en los zapatos de una mujer y adoptar sus gestos, actuar como ellas. Y eso no me avergüenza”.

Una drag queen muestra su rostro maquillado. La preparación para un show puede tardar hasta cinco horas. / Foto: Mauricio Alvarado - El Espectador

Antes de Oh my drag, el mercado drag era clandestino, según Jiménez. La gente no se atrevía a hablar en todos los espacios sobre este tema ni a pagar por asistir a los espectáculos. Pero, ahora, es un show abierto a cualquier público y es tendencia en la ciudad, en especial en el bar Sutton, ubicado en el Parque de la 93.

“Estas fiestas, al igual que RuPaul's Drag Race, celebran la diversidad. Que todos podamos vestirnos y ser como queramos. He conocido hombres que vienen con su ropa de oficina a la discoteca y aquí se cambian y se transforman en drags. Además, en el caso del reality, por ejemplo, se tocan otros asuntos que le interesan a la comunidad. Se conversa sobre bullying a las personas gais y la transfobia”, concluye Jiménez.

El miedo a ser rechazados por salir del clóset se dialoga entre quienes asisten a un show drag. Rosalía y Mario intentan contar su experiencia para evitar que personas LGBT sean excluidas de sus casas por su orientación sexual o identidad de género. “Los papás no pueden dejar de querer a sus hijos, simplemente, porque digan que son gais o les gusta hacer drag. Hace un par de años, Mario me contó que era homosexual. Lo único que me dolió fue saber que él se escondió tanto tiempo. Él se merece la libertad”, dijo Rosalía.

Pilar Cuartas Rodríguez

Por Pilar Cuartas Rodríguez

Periodista y abogada. Coordina la primera sección de “género y diversidad” de El Espectador, que produce Las Igualadas y La Disidencia. También ha sido redactora de Investigación. @pilar4aspcuartas@elespectador.com

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