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El estudiante que denuncia ser discriminado en su colegio por ser gay y agnóstico

William Triana, de 17 años, dice que el coordinador académico del Centro Educativo Aures se burla de su forma de caminar, le impone castigos por no rezar y que lo ha amenazado con expulsarlo.

Pilar Cuartas Rodríguez
04 de agosto de 2016 - 01:02 p. m.
Archivo particular
Archivo particular

Un joven de 17 años y estudiante de grado 11 lleva cuatro meses luchando porque en el Centro Educativo Aures, en Barranquilla, se le respeten los derechos a la libertad de culto y al libre desarrollo de la personalidad. William Triana Carjaval es un hombre gay y agnóstico que asegura ser discriminado en su colegio, hasta el punto de que ya cursa un proceso judicial para reclamar por las agresiones, de las que, según él, ha sido víctima sobre todo por parte del coordinador académico. (Lea aquí: Las promesas pendientes en el caso de Sergio Urrego, tras dos años de su muerte)

De acuerdo con el joven, son tres los momentos en los que se ha sentido excluido. El primero de ellos ocurrió el 7 de abril, día en que la ciudad cumplía 203 años y una de las profesoras impuso a los alumnos hacer una oración. Quienes se negaron a rezar les fue asignada una nota de 1.0 en disciplina, por lo que Triana se levantó y aseguró no estar de acuerdo porque el colegio debía ser garante del derecho a la libertad de culto.

La docente replicó que ésta era “algo físico”, por lo que puso de ejemplo a otra estudiante que se reconoce como musulmana, pero según la profesora ella no lo es porque no tiene velo. “Y todos los ateos y musulmanes se pueden ir”, concluyó. La mamá de la menor fue al siguiente día a hacer el reclamo, pero el coordinador académico se excusó y respondió que todo había sido culpa de William, por “confundir a la docente”.

El tema no paró ahí. Más adelante, el 20 de abril el colegio organizó un evento con un motivador, que lideró la actividad con canciones y oraciones religiosas, por lo que Triana se negó a participar. Por esta razón, el coordinador le ordenó redactar un ensayo como castigo por su actitud. Aunque el docente negó que le haya puesto esa tarea, el recibido del documento está firmado por la secretaría de la institución. 

El padre del joven fue entonces citado al colegio. Según Triana, en cinco ocasiones su acudiente fue llamado por el coordinador para hablar sobre su sexualidad. “Dijo que yo no rendía en clase, fue él quien le contó a mi papá sobre mi orientación sexual, me preguntó delante de él que si yo no quería tener hijos y familia, y mi papá se puso furioso. Me tuve que ir de la casa unos días. También me dijo que iba a reunir firmas para echarme, y me imitó en tono de burla cómo camino, porque yo soy afeminado”, comenta el joven.

Las calificaciones del alumno, por encima de 8 (en una escala de 10) demuestran que es un estudiante aplicado.

El último altercado que relata el joven se dio hace dos meses, cuando en un salón de clase sacó una camiseta con las siglas LGBTI, para tapar su boca ya que estaba recién operado de las cordarles. “Me regañó porque decía que yo quería imponerle mi condición (gay) a mis compañeros”, dice Triana, quien presentó como prueba un video en el que la rectora también dice que prohíbe el uso de la camiseta solo por las siglas. 

A través de una tutela que ya fue apelada, porque se reconoce que había discriminación por culto pero no por orientación sexual, el joven exige que el colegio no lo segregue y que se ordene capacitar a los alumnos y a los empleados del plantel en temas de diversidad.

El más reciente conflicto entre el joven y el coordinador académico fue porque el primero se tinturó el cabello de amarillo, “volvió a decir que quería imponerme. Él me dice que siga en la institución pero que actúe como heterosexual, y que las minorías no pueden pedirle respeto a las mayorías. Y no estoy de acuerdo, cada ser humano tiene la libertad de mostrar lo que es sin miedo”, concluye Triana, que desde ya se considera un activista LGBTI y se prepara en la Escuela LGBTI, de la organización Caribe Afirmativo, que lleva su caso.

Lo que dice la institución

El Espectador intentó comunicarse con los voceros del Centro Educativo Aures, pero se negaron a dar información. Sin embargo, en el fallo judicial, conocido por este diario, el coordinador académico negó que le haya impuesto como castigo un ensayo a Triana. Sobre el altercado con la camisa, el docente afirma que le llamó la atención porque el estudiante alardeó de las siglas LGBTI para interrumpir una charla que dictaba. “No soy homofóbico”, dijo el profesor.

Por su parte, el colegio negó que los contenidos de la charla motivacional tuvieran relación con la religión. No obstante, el juez comprobó que uno de los ejes temáticos de ese evento se tituló “El amor de Dios”. Aunque el fallo judicial dice que no existen más pruebas que indiquen que el menor haya sido sometido a practicar los cultos religiosos celebrados por la institución, “no cabe duda de que el ente educativo imparte doctrina religiosa de manera rigurosa a través de sus dependientes”.

El juez finalmente consideró que se encuentra amenazado el derecho a la libertad de cultos y religiosa, pero que no hay pruebas de discriminación por orientación sexual.  “Es lamentable que en el 2016 todavía tengamos la necesidad de exigir algo tan fundamental como el derecho al respeto y la igualdad”, puntualiza Triana.

A dos años de la muerte de Sergio Urrego

El caso se conoce este jueves, cuando se cumplen dos años de la muerte de Sergio Urrego, el estudiante gay que se suicidó en Bogotá luego de ser discriminado en su colegio, donde le abrieron un proceso disciplinario por darse un beso con uno de sus compañeros. La Corte Constitucional ordenó hace casi un año que los colegios deben ser espacios libres de discriminación y le ordenó al Ministerio de Educación revisar todos los manuales de convivencia del país para que respeten la orientación sexual de los alumnos.

*Si conoce más casos como este, escriba a pcuartas@elespectador.com

Por Pilar Cuartas Rodríguez

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