El renacer del cabildo indígena Wayúu Nuevo Espinal

"Sin territorio no hay identidad" es el libro de memorias visuales sobre el resguardo indígena Wayúu de Nuevo Espinal que aborda la reconstrucción de la memoria histórica de la comunidad.

Martín Elías Pacheco - @martineliasp
23 de diciembre de 2019 - 09:42 p. m.
La comunidad indígena Wayúu del cabildo Nuevo Espinal, en la Guajira, fue desplazada tres veces. / Gustavo Torrijos - El Espectador
La comunidad indígena Wayúu del cabildo Nuevo Espinal, en la Guajira, fue desplazada tres veces. / Gustavo Torrijos - El Espectador

La comunidad indígena Wayúu del cabildo Nuevo Espinal, en la Guajira, fue desplazada tres veces. Mantuvieron la lucha contra la minería y los grupos armados durante 24 años. Gracias al fallo de un Tribunal Especializado en Restitución de Tierras de Cartagena, en junio de 2016, se ordenó a la Agencia Nacional de Tierras constituir el Resguardo de Nuevo Espinal en el municipio de Barrancas, La Guajira. 

Además de la construcción del resguardo indígena, se le ordenó al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) iniciar una investigación en conjunto con la comunidad Wayúu para reconstruir los hechos violentos que tanto daño les causaron. El acuerdo para la realización de la investigación fue aprobada por el gobernador del cabildo de Nuevo Espinal,  Alvaro Ipuana, y las autoridades tradicionales del resguardo. 

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El resultado de la investigación que inició en 2018, fue el libro Sin territorio no hay identidad, una pieza literaria que contiene las memorias visuales del resguardo indígena Wayúu Nuevo Espinal desde tres ejes importantes: el territorio, la cultura y la espiritualidad. Según Rodrigo Mogollón, investigador del CNMH, durante la inmersión se pudo evidenciar la resistencia de la comunidad, el interés de lo líderes de rescatar sus tierras y la relación familiar. 

Este libro significa un logro para la comunidad Wayúu de Nuevo Espinal, pues los colombianos y el mundo podrán conocer la historia de un cabildo que vivió en la incertidumbre del desplazamiento por más de dos décadas. 

El horrible 1993

La horrible noche para la comunidad indígena Wayúu de Nuevo Espinal comenzó hace 24 años en Hatonuevo, La Guajira, lugar donde construyeron un asentamiento que abandonaron por causa de la contaminación ambiental que generaba la presencia del complejo Carbonífero Cerrejón en la zona. 

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Alvaro Ipuana, gobernador actual del cabildo, recuerda que fueron seis meses de angustia las que vivieron durante el periodo que duró el desplazamiento del resguardo. El último grupo salió el 15 de junio de 1993. Desde entonces, la lucha comenzó para no perder las tradiciones que tanto les costó construir. 

Las 15 familias que salieron desplazadas se repartieron en el territorio guajiro. Unos se fueron a las zonas urbanas de Hatonuevo, Albania y Barranca; otros se desplazaron a los resguardos indígenas Cuatro de noviembre y Lomamato. Un último grupo se fue hasta San Pedro, zona rural de Barranca, territorio el que hoy se encuentra ubicado el resguardo Nuevo Espinal. 

Para los miembros de la comunidad Wayúu desplazados a la zona rural de Barranca la situación no fue fácil, pues tuvieron que convivir con la presencia de grupos armados. Álvaro Ipuana, gobernador actual de Nuevo Espinal, le contó a El Espectador que el ambiente no era el mejor, ya que se sentían encarcelados en un territorio que poco conocían. 

La tragedia del 1997

La zozobra de los primeros cuatro años de lucha terminó en tragedia el 12 de diciembre de 1997. Fernando Antonio Ipuana, líder Wayúu, fue torturado y asesinado por “Jorge 40”, así lo narra Álvaro Ipuana, sobrino del líder y quien hoy es el vocero oficial del cabildo Nuevo Espinal.

El crimen de Fernando Antonio desató un nuevo desplazamiento de esta comunidad indígena. Salieron desplazadas aproximadamente 15 familias de los clanes Epiayú, Pusaina e Ipuana. Desde entonces, los desplazamientos forzados se convirtieron en el común denominador de esta zona. 

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El municipio de Barranca queda al sur de la Guajira en la serranías del Perijá, área de incrustación cielo abierto de Cerrejón. Fue uno de los puntos más complejos del conflicto armado en este departamento. Según datos del Observatorio del programa presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario durante el periodo 2000 a 2010 la cifra de muertes por asesinatos ubicó a Barranca como el tercer municipio de la Guajira donde más asesinaron a indígenas Wayúu; hechos que aumentaron el desplazamiento en la zona. 

El desplazamiento de 2013

El 19 de junio de 2013 fueron asesinados los hermanos Tomás Epiayú y Ricardo Martinez Epiayú. Este nuevo golpe para el cabildo indígena de Nuevo Espinal significó un segundo comienzo. La tragedia desató nueve desplazamientos a diferentes zonas de la península de La Guajira. “Siempre mantuvimos la calma y con el temor de que nos golpeara la violencia”, dijo Álvaro Ipuana en conversación con este medio.

Rodrigo Mogollón menciona que las resistencias más significativas que se pudo encontrar durante la investigación fue la apuesta del relacionamiento con el territorio de esta comunidad. Además de la lucha judicial con Cerrejón. Actualmente San Pedro es un corredor agrícola donde la comunidad del cabildo indígena Wayúu de Nuevo Espinal cultiva yuca, maíz, patilla y adelanta actividades de pastoreo y artesanías para poco a poco recuperar lo que perdieron durante 24 años de lucha. 

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Según Mogollón, lo más complejo durante este trabajo de investigación fue el acercamiento a una nueva cultura y ver los incumplimientos de algunas entidades con respecto a los derechos de la comunidad. “Han pasado tres años y no se han implementado en su totalidad,  la carretera para llegar al resguardo está en pésimas condiciones. 

Los 411 habitantes que conforman las 71 familias de este resguardo indígena continúan recuperando las prácticas ancestrales como el pastoreo, las artesanías, el baile chichamaya o danza yonna actividades que muy poco conocen las nuevas generaciones indígenas Wayúu de Nuevo Espinal. También se han perdido los rituales como la  congregación en sitios sagrados y las visitas a un difunto. 

Álvaro Ipuana tiene claro que el camino no es fácil, pues aún no han retornado todos los miembros del cabildo. En en cinco años espera que se haya restablecido todo lo perdido en el marco del conflicto, en especial, recuperar la confianza con el territorio.

Por Martín Elías Pacheco - @martineliasp

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