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Florencia, La Puerta de Oro a la Amazonia Colombiana

Llegar al Caquetá es experimentar en cada poro de la piel el ansia sincera de paz de un pueblo que ha sido cruel y duramente abatido por la irracional violencia que durante décadas y décadas ha causado sangre y dolor.

Jorge Barón, especial para El Espectador
03 de diciembre de 2014 - 05:07 p. m.

Aunque como el ave fénix esta región ha logrado renacer de sus propias cenizas la estela de la guerra se ve reflejada en fenómenos de gran impacto como el desplazamiento que ha afectado en mayor medida a Florencia, su capital.

Sin embargo pese al mito en el que muchos han convertido este rincón vital de la patria, estigmatizándolo como un lugar peligroso, la realidad verdadera es otra, es la que se vive y se respira en la cotidianidad, la que se percibe cuando se pisa este suelo bendecido por la naturaleza. Lo más maravilloso es sentir y entender que para cada uno de estos hombres y mujeres de espíritu libre y soñador, los malos tiempos son solo un mal recuerdo porque ellos han tomado la ferviente decisión de no amilanarse ante la oscuridad y de convertir en luz de esperanza y en una razón de vida, la sonrisa y la inocencia de sus hijos. Aquí la paz no es un discurso, es una decisión y una ruta de vida.

La población de Florencia fundada en el año de 1.902 es reconocida en el contexto mundial como la "Puerta de Oro de la Amazonía Colombiana". Su ubicación en el piedemonte de la cordillera oriental y su cercanía con la espesa selva le permiten un contraste de paisaje realmente maravilloso. Su desarrollo se ha gestado en una zona de ríos de aguas blancas, que nacen en la región Andina, siendo el Orteguaza su principal reserva hídrica.

Los habitantes de Florencia saben que sólo a través del reconocimiento de su pasado y de su propia identidad pueden proyectarse con pasos firmes hacia el futuro. En las calles de esta ciudad existen múltiples monumentos que rinden homenaje a los personajes y hechos históricos de la región, siendo los más importantes el Monumento a los Colonos, la Diosa del Chairá y el conocido como Hombre y Manigua.

La Catedral Nuestra Señora de Lourdes es el principal templo de la Diócesis de Florencia. Su historia se remonta a principios del Siglo XX, específicamente al 6 de agosto de 1906, cuando el cauchero Urbano Gutiérrez adquirió una estatua de la Virgen María como agradecimiento por sus prósperos negocios. El 20 de julio de 1932 se iniciaron las obras bajo la dirección del fraile español Jaime de Igualada.

Aprovechando el gran potencial turístico que posee, Florencia ha enfilado sus esfuerzos hacia el fortalecimiento de este sector de la economía. En primera instancia demostrando que esta es una ciudad pacifica y en segundo lugar promocionando esos lugares maravillosos donde la naturaleza permanece casi virgen, rincones selváticos donde las fuentes de agua protagonizan espectáculos capaces de poner a prueba la capacidad de asombro, como el salto del Río Caraño y las cascadas La Novia, La Avispa, el Avispón y Nueva Jerusalén.

Hacen también parte del patrimonio de Florencia algunos sitios arqueológicos como los Petroglifos de El Encanto, grabados en piedra y ubicados en la margen izquierda del río Hacha. Los petroglifos se localizan en la parte inferior de la roca en dos de sus caras, formando un conjunto que se extiende por un área de dieciséis metros de longitud por un metro de altura. Su creación se atribuye a la etnia andakí.

La Maloca Huitoto es una casa ancestral de esta etnia ubicada en la vereda El Manantial, a 5 kilómetros del centro de Florencia. En este lugar todavía es posible presenciar las reuniones de los miembros de esta comunidad, quienes se congregan para practicar sus rituales, danzas y fiestas.

Dentro de los platos típicos de Florencia se destaca el pescado moqueado, receta indígena que consiste en cocinar bajo tierra el pescado envuelto en hojas de plátano. La cachama ahumada y el sancocho de gallina criolla son muy apetecidos. Además son populares los envueltos de maíz con queso y panela, la torta de yuca y los insulsos, que evidencian una fuerte influencia del Tolima Grande en su gastronomía. La ternera a la llanera también es muy solicitada en este departamento.

Naturaleza exótica, patrimonio histórico y diversidad cultural se combinan para hacer de la visita a la llamada Puerta de Oro de la Amazonía colombiana una experiencia única, la oportunidad perfecta para avivar el Entusiasmo por este país maravilloso que Dios nos ha dado por hogar.
 

Por Jorge Barón, especial para El Espectador

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