La independencia ficticia

Durante años hemos celebrado cada 20 de julio como el día en que nos emancipamos de los españoles. La distancia entre esa idea y la historia real es amplia.

Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad
20 de julio de 2018 - 03:00 a. m.
Reyerta del 20 de julio de 1810. Obra de Pedro Alcántara Quijano (1878/1953).
Reyerta del 20 de julio de 1810. Obra de Pedro Alcántara Quijano (1878/1953).

El país ha homenajeado a los héroes impuestos y se ha ufanado de las luchas que se han librado para redimir este territorio colonizado por España. Doscientos ocho años después del día en que a Llorente le pidieron el florero prestado, se desconocen las versiones de todas las voces. Una supuesta emancipación que sirvió para que los criollos, que ya tenían mucho dinero y reconocimiento social, fueran incluidos en los puestos políticos relevantes. Una de las voces es la del Museo de la independencia, en el que se cuenta que el viernes 20 de julio fue planeado, desde el inicio hasta el final. Los habitantes de Santa Fe mercaban en la Plaza Mayor. No lo hacían los domingos, como ahora. El séptimo día de la semana se dedicaban única y exclusivamente a la Iglesia y el descanso.

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Un grupo de americanos, o criollos, forma despectiva con la que llamaban a los hijos de españoles nacidos en América, se reunió el jueves 19 de julio en la oficina de Francisco José de Caldas, quien en ese momento era el director del Observatorio Astronómico, lugar ubicado actualmente en la Casa de Nariño. Se juntaron para planear la toma de los beneficios. Ya estaban ubicados en la Real audiencia, pero sus labores no tenían relevancia en las decisiones importantes. Tenían reclamos que están muy bien descritos en el Memorial de agravios, documento escrito por Camilo Torres, en representación del Cabildo de Santa Fe, con destino a la Junta Central de España, en el que, entre otros asuntos, cuestionaba las reuniones en Europa a las que iban treinta y seis diputados de España y nueve de América. Señaló que, si se unieran todas las colonias españolas ubicadas en el nuevo mundo, serían más grandes que la mismísima península ibérica. Anhelaban llegar al Palacio Virreinal.

Ya se habían dirigido al virrey, Antonio José Amar y Borbón, para expresarle sus peticiones, pero la negativa fue fulminante. Hasta que el rey de España no dijera lo contrario, nada podía decidirse al respecto. En España, la tranquilidad brillaba por su ausencia. El supuesto rey, amado y deseado por todos, era Fernando VII, quien en ese momento estaba preso. A España la estaba invadiendo Napoleón Bonaparte, y para gobernar, este designó a su hermano, José Bonaparte.

Conscientes de que las cosas no iban a cambiar por las vías legales o el conducto regular, los hermanos Morales, Camilo Torres, Luis Rubio, Pantaleón Santamaría y más de treinta señores se decidieron a convertirse en actores. Idearon un plan. Un anzuelo que fue mordido por José González Llorente, español dueño de la tienda ubicada en una de las esquinas de la Plaza Mayor, al que le pidieron un centro de mesa prestado, con motivo de la llegada de don Antonio Villavicencio, comisionado regio y también criollo. La respuesta a la petición fue un rotundo “no”. González Llorente era muy cercano a la realeza. Lo provocaron hasta llevarlo a la famosa frase: “me cago en Villavicencio y en todos los criollos”, que desató una pelea que culminaría en la Plaza. Los criollos lograron sumar gente a su causa y González Llorente fue encarcelado. También el virrey, a quien, después de los hechos, le pidieron que firmara el Acta de Independencia, un documento que tenían listo desde el jueves 19 de julio. En el escrito, el virrey renunciaba a su poder monárquico, lo cual no fue una mala noticia, ya que a cambio de eso se convirtió en el presidente del nuevo modelo de gobierno que promovieron los criollos. La reunión fue para planear un real y literal espectáculo que los sacara del anonimato.

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La Independencia, celebrada el 20 de julio, es simbólica. La emancipación real se dio con el tiempo. Después de muchas luchas se logró establecer una república lejana de la monarquía. Para entender la actualidad del país en el que habitamos hay que remitirnos a todas las voces que den cuenta de las razones que nos llevaron a nuestra realidad.

Por Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad

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