Las conmemoraciones de la Independencia

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Weildler Guerra
09 de junio de 2018 - 06:00 a. m.
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Ha emprendido la Academia Colombiana de Historia, con el apoyo del Ministerio de Cultura, una serie de encuentros con miras a concretar escenarios de participación de las academias regionales, universidades y centros de investigación en las actividades conmemorativas de nuestra independencia, que tiene como referente principal, pero no exclusivo, la batalla de Boyacá. Las distintas regiones celebrarán sus propios hitos históricos acerca del proceso de independencia, pues estos no se cierran el 7 de agosto de 2019. Por ello surgirán interrogantes acerca de qué conmemoramos realmente, por qué lo hacemos, qué significado tiene en las distintas regiones el proceso de independencia y cuándo se cierra este ciclo de eventos conmemorativos en el ámbito nacional.

El próximo año se abre una etapa que puede enmarcarse en el concepto de “densidad conmemorativa”, acuñado por Yael Zerubavel para definir la variable intensidad con que ciertos eventos de nuestro pasado son celebrados y activamente conmemorados. Esto puede verse de una manera cualitativa en la significancia que le otorgamos a un evento histórico o desde una perspectiva cuantitativa en el aumento de actividades conmemorativas en un período especifico de nuestro calendario. Para los habitantes del archipiélago de San Andrés, la gesta iniciada en Providencia en 1818 por Luis Aury es un hito histórico de alta relevancia en su pasado colectivo. En Santa Marta y Riohacha, la campaña de Padilla y Montilla que en 1820 puso fin a la dominación española en sus territorios será el evento que asocien de manera más vigorosa con la independencia. En contraste, los cartageneros conmemorarán la noche de San Juan de 1821, en la que el general Padilla puso fin al dominio español en esa plaza y permitió que los últimos soldados realistas fueran embarcados en octubre de ese año con destino a La Habana. Quizás el cierre de este ciclo se cumpla en el año 2023, con la batalla del lago de Maracaibo, que cierra la posibilidad de una reconquista española y consolida la independencia de la extensa Colombia de entonces.

Pese a esto, es necesario reconocer que la batalla de Boyacá, como lo han dicho los voceros de la Academia de Historia, marcó un punto de inflexión en la campaña libertadora, hizo posible la recuperación del resto del país, propició su consolidación institucional en Cúcuta y facilitó la proyección continental del proceso emancipador. Dado el vigor de las identidades regionales en la actual Colombia, el calendario conmemorativo del Bicentenario puede entenderse como una yuxtaposición de sentidos simbólicos cuyas raíces no se afincan en una sola estructura narrativa de la nación sino en contextos narrativos regionales que se entremezclan.

Las conmemoraciones no están exentas de tensiones entre particulares visones del pasado y de las formas en que éste es representado. Sin embargo, ellas pueden colocar bajo examen los olvidos de la historia y la jerarquización de las memorias, generando demandas de sectores que se han considerado excluidos. Ahora que la asignatura de historia volverá a los centros de enseñanza, el pasado no debe ser un pasivo en la formación de las personas sino un activo de su conciencia social como ciudadanos.

wilderguerra@gmail.com

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