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Petronio Álvarez y su Buenaventura

La historia del encuentro musical más importante del Litoral Pacífico surge de la canción ‘Mi Buenaventura’ y de un personaje poco conocido.

Édinson Arley Bolaños / Enviado especial, Cali
25 de agosto de 2011 - 10:00 p. m.

El maquinista trovador nunca pensó ser un músico famoso, pero una mañana de 1931 las notas de la guitarra llegaron a lo profundo de su mente. Luego se alejaron lentas entre las olas centellantes hacia el mar Pacífico. El patio de la vieja casa donde vivía, a sus 17 años, fue el lugar de su inspiración y junto con la morena Juana Francisca, su madre, a su pueblo le cantó: “Bello puerto de mar Mi Buenaventura, donde se aspira siempre la brisa pura. Eres puerto precioso, circundado por el mar, tus mañanas son tan bellas y claras como el cristal”.

Era Petronio Álvarez, el Gardel del puerto, el Cuco o simplemente el maquinista trovador como hoy lo llama su hija Juana Francisca Álvarez, quien lleva el nombre de su abuela. Petronio heredó de su padre la profesión de maquinista del ferrocarril del Pacífico. Sin embargo, nunca se imaginó que recorriendo el camino de acero, atravesando todos los días túneles y puentes hasta desembocar al cañón del Dagua, nacerían canciones como El porteñito, La muy indigna, Despedida, Roberto Cuero, El bochinche en el cielo, entre muchas obras musicales que aún permanecen inéditas junto a la familia Álvarez Arboleda.

Quien grabó por primera vez la canción Mi Buenaventura fue el famoso cantante Tito Cortez, quien vivió en Buenaventura y luego en Cali, donde inició su carrera musical. Después vino la versión del grupo Peregoyo y su Combo Bacaná y éste se convierte en el éxito más sonado hasta 1996 en todo el país. Pero también, hasta la actualidad, en el himno del Pacífico sur colombiano.

Ya en Cali, después de haberse jubilado como maquinista del Ferrocarril, Petronio compró su casa en el barrio Salomia, en el norte de la ciudad. El lugar que siempre soñó para sus hijos. El techo donde hoy su nieto Esteban Copete con su marimba, su saxofón, un cununo y un guasá y su grupo musical Ancestros, practican la música que Petronio tanto cantó hasta el día de su muerte y con la que ya han ganado varios reconocimientos. Allí también está Juana Francisca, escuchándolos siempre, con su turbante enrollado en la cabeza y un vestido ancho y floreado, con un collar hecho en semillas que sólo brotan en la selva del Pacífico.

Como herencia de su abuelo, Esteban interpreta la marimba que hace estremecer a los espectadores que siempre llenan la sala de la casa esquinera en Salomia. Se graduó hace un año como licenciado en música de la Universidad del Valle y fue el único de la familia que le siguió los pasos a Petronio.

‘Roberto Cuero’
La gente gritaba que Roberto Cuero estaba muerto. Que su cuerpo había quedado sobre la bahía, como signo de que se había ahogado. Era un pescador del puerto a quien la familia daba por perdido. En el reconocimiento del cadáver la evidencia fue el dedo mocho que tenía en la mano derecha. La viuda lloró su partida, la gente acompañó el sepelio y luego la novena, como es costumbre en las comunidades del Pacífico. Al séptimo día, cuenta Petronio en su canción, Roberto apareció. “Roberto volvió a su casa causando mucho terror,/ se veía a su familia corriendo en el corredor./ Lloró, lloró, lloró, lloraron a Roberto,/ porque toda la familia a él lo creía muerto”.

Como esa, Petronio escribió canciones con muchas de las historias que sucedían en el puerto de Buenaventura. A veces las que él vivía. La muy indigna fue otro de sus grandes éxitos. Una historia que pareciera ser la radiografía de su vida amorosa: “Yo tenía unos amores con una china,/ con una china, que estaba queriendo a cuatro la muy indigna, la indigna./ Cinco conmigo, seis con el desgraciado de su marido…”. Pues efectivamente tuvo dos mujeres por fuera del matrimonio que sostuvo con Veneranda Arboleda, la madre de sus diez hijos.

Actualmente La muy indigna es una canción que interpreta Caballito Garcés, compositor e intérprete de Tumaco, Nariño, quien la reconoció hace muchos años como de su autoría, dice Juana Francisca. Sin embargo, existen las partituras originales en el archivo de Petronio Álvarez que han permitido que los derechos y beneficios por la letra y la música de la canción pasen a nombre de la viuda de Álvarez, la mamá de Juana.

La despedida
Cuando ya el cáncer lo tenía postrado, Petronio se resignó a morir, pero nunca a dejar de componer y cantar. Esa última vez fue un 8 de diciembre y lo hizo despidiéndose de Buenaventura, a través de una canción que se llamó Despedida y en la que escribió los recuerdos y añoranzas de su puerto del alma: “Aquí les dejo alegres porteños, esta canción de mi loco a Juan,/ Buenaventura de mis ensueños que con el tiempo me recordarán,/ que fui el criollo que en una noche su alma se desiluminó,/ la luna color de plata los claros rayos ella me dio./ Buenaventura hoy de ti me despido…”. El 10 de diciembre de 1966, a los 52 años, Petronio Álvarez murió.

El festival: un currulao gigante
Y como un presagio fue su lúcida canción, que hoy suena en casi todos los sepelios en Buenaventura. Han pasado 45 años de su partida y Petronio vive en el recuerdo del Pacífico. Recuerdo que tomó más fuerza desde 1997, cuando a su hija Juana Francisca, junto a otros personajes como Germán Patiño y Germán Villegas, se les ocurrió crear el Festival Petronio Álvarez. Un encuentro con la música del Pacífico, con las raíces de los afrodescendientes que vivían en Cali sin un espacio para hacer sus currulaos.

El Festival Petronio Álvarez es un currulao gigante cuya descripción no obedece a un género musical, sino a la reunión festiva que tradicionalmente se hace en el Pacífico. Desde entonces se trasladó a la capital del Valle, inicialmente con gran participación de los pueblos del Litoral Pacífico que viven en esta ciudad, pero luego con mucha gente que siente correr por sus venas la sangre afrodescendiente.

Según Germán Patiño, investigador de la cultura del Pacífico y uno de los fundadores del Petronio Álvarez, “este festival es un ritual comunitario donde se interpreta música y la principal que se entona ha terminado por llamarse currulao también. En el Pacífico se dice vamos pa un currulao, es decir, donde hay fiesta, hay comida, poesía tradicional oral”.

El festival tiene un componente muy fuerte de música tradicional o folclórica, pero también uno de innovación, que es a lo que se le llama la categoría de agrupaciones libres,  abriendo espacio a los músicos urbanos de distintas partes del país que interpretan la música del Pacífico con otros instrumentos, en otros formatos y con otros sentimientos. Por eso, el festival mereció llamarse Petronio Álvarez. Porque es la unión de dos componentes que hace años “El maquinista trovador” dejó como legado: la tradición con Mi Buenaventura y la innovación interpretando milongas, boleros, guaguancós, que en su época venían de otros lados del mundo.

“La memoria de Petronio siempre ha sido respetada y esta vez no será la excepción, porque volveremos a escuchar en el estadio o cualquier lugar Mi Buenaventura, al compás de la marimba, el cununo, el bombo y el guasá. Evocando un África negra que está viva en nuestro país”, cierra Juana Francisca.

Por Édinson Arley Bolaños / Enviado especial, Cali

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