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La Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia autorizó a la fundación Vida Silvestre Neotropical para cazar y matar a dos hipopótamos que se escaparon de la mítica hacienda Nápoles, la misma que fuera propiedad del desaparecido capo de las drogas Pablo Escobar Gaviria.
Según los lugareños, los animales están causando daños y enfermedades entre los habitantes del municipio de Puerto Berrío, en el Magdalena Medio, y no hay lugar ni recursos para mantenerlos.
Los animales nacieron en cautiverio como producto del cruce entre los dos ejemplares que hacían parte del zoológico con especies exóticas que el ex numero uno del tráfico de drogas a nivel mundial tenía en su principal finca de recreo. En 2006, 13 años después de la muerte del narco y pasados ya 25 desde que trajo de África los dos primeros hipopótamos, una pareja de sus crías escapó.
En aquella época las autoridades ya habían alertado sobre la incomodidad que causaban. “Se están reproduciendo y no sabemos qué hacer con ellos, porque nadie los quiere”, afirmó en octubre de 2006 Carlos Albornoz, ex director Nacional de Estupefacientes. Para entonces ya eran 23 los animales.
Por esos días Colombia había recibido dos solicitudes internacionales para adoptarlos. La primera provenía de una reserva forestal costarricense llamada África mía, y otra de un colombiano residente en Nueva York. Por costos fueron negadas. En marzo de este año, estos dos animales fueron encontrados en el Magdalena Medio con una cría.
La polémica no dio espera y la viceministra de Ambiente, Claudia María Pineda, apoyó la decisión. “Son peligrosos y están transmitiendo enfermedades. No sabemos en qué condiciones estén”. Juan Ricardo Gómez, docente de la carrera de ecología de la Universidad Javeriana, también está de acuerdo: “Estas no son especies nativas de este país, cuando se escapan compiten y son agresivas. Matarlos no tiene implicaciones negativas sobre el ecosistema. Por triste que sea, lo más lógico es el sacrificio”. El ex ministro de Ambiente Juan Lozano dijo que si no están en su medio natural representan un riesgo, pero “la fórmula no es agarrarlos a plomo. Tiene que haber un esfuerzo por recuperarlos”.