Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La región colombiana del Urabá, conocida como "la esquina de América", se plantea la reinvención de su modelo de desarrollo basado en la agroindustria mediante proyectos artísticos inspirados en la biodiversidad que involucren a una sociedad víctima del conflicto armado.
La interacción entre arte y ciencia confluye en el proyecto "Sinfonía trópico", de la mano de la ambientalista alemana Charlotte Streck y del artista irlandés Lillevan.
Esta iniciativa público-privada con fondos del Gobierno alemán conecta organizaciones de jóvenes locales con artistas nacionales a través de talleres y encuentros en los que la conciencia por el entorno ambiental y cultural es el eje de acción.
"Usamos el arte y los encuentros con artistas para desarrollar proyectos de diálogo (con las comunidades). Todo el desafío de desarrollo y medioambiente no se puede solucionar desde arriba, solo con decisiones gubernamentales y convenios internacionales", explicó a Efe Streck.
Según la ambientalista, el proyecto nace como respuesta a "la incapacidad de comunicar la urgencia de los riesgos del cambio climático por parte de la comunidad científica".
Con este propósito, "Sinfonía trópico", que arrancó el pasado jueves, se extenderá durante un año por regiones clave para la biodiversidad en Colombia, como el Urabá, el Chocó, la Amazonía, los páramos y la Orinoquía, y las conclusiones de estos intercambios artísticos y ambientales se expondrán a finales de 2015 en Medellín, Bogotá, París, Londres y Berlín.
"El arte tiene esa capacidad de crear un espectador activo que tiene que poner de su parte para entender (la realidad). Hay algo profundamente transformador a nivel personal (...), el arte genera miradas y personas más tolerantes, más abiertas e inclusivas", dijo a Efe el curador adjunto de arte de América Latina en la Tate Gallery de Londres, José Roca, integrante del proyecto.
Roca, que también dirige el espacio Flora ars+natura, dedicado a las relaciones entre arte y naturaleza, explicó que "los problemas en Colombia son todos de control del territorio y, si hay algo que le ha dado gasolina al conflicto, es una mata, la coca".
"En los noventa, cuando se recrudece el conflicto, comienza a haber una mirada más alegórica al problema de la violencia, tomando la botánica como tema", recordó.
Ubicada en el vértice entre Centro y Suramérica, entre el Caribe y el Pacífico, la posición estratégica de la región del Urabá la ha convertido en un escenario de importantes disputas, que unieron a los pequeños campesinos contra las apropiaciones de grandes extensiones de tierra por parte de las empresas bananeras.
Con un importante movimiento sindical, el territorio sufrió además con el crecimiento de las guerrillas del EPL, las Farc y la posterior represión de los grupos paramilitares y bandas criminales dedicadas al narcotráfico.
"Sobre todo, hay un desafío para las empresas de cómo lograr verdaderamente integrarse como actores locales y no solamente como guetos o enclaves que excluyen a la comunidad; la mera generación de empleo no es suficiente, hay que repensar el sentido de la responsabilidad social", dijo a Efe el experto ambientalista Gustavo Wilches-Chaux.
En el marco del "Encuentro Internacional Urabá-Darién, región biodiversa", Wilches-Chaux recordó que en la región "hay muchísimas expectativas de minería, de explotación de hidrocarburos", y se está planeando un puerto, pero "el reto es cómo lograr que se genere un impacto positivo" en las comunidades.
"Toca generar alternativas. Parte del camino que se debe recorrer es ir generando mecanismos financieros para la conservación, bien sean alternativas productivas, retribuciones o incentivos" para que la sostenibilidad sea una opción de vida económicamente viable, dijo Javier Ortiz, economista especializado en desarrollo rural y miembro de "Sinfonía trópico".
Emprender un proceso de reparación, una depuración institucional "en la medida en la que el paramilitarismo estuvo en alianza con la elite", hacer compatible la economía campesina con el desarrollo agrario, además de una mayor inversión estatal son retos que, a juicio de Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación, tiene esta región profundamente golpeada por el conflicto colombiano.