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La transformación de Medellín

En Medellín, desde nuestra perspectiva y simplificando, enfrentamos dos grandes problemas que están íntimamente ligados. En primer lugar, vivimos en una sociedad con desigualdades sociales profundas que, además, trae acumulada una gran deuda social.

SERGIO FAJARDO*
08 de diciembre de 2008 - 09:16 p. m.

Este hecho lo compartimos con la mayoría de las ciudades latinoamericanas, lo cual no resulta sorprendente, pues es bien conocido que América Latina es la región más desigual del planeta. Un ejemplo, sin entrar en detalles, ilustra el tema. El sistema educativo nuestro, que en años ya lejanos servía como factor de integración social, se convirtió en gran factor de división y discriminación. La diferencia entre la educación privada y la pública es abismal y las consecuencias, en la era de la información y el conocimiento, son dramáticas: más desigualdades y por lo tanto más injusticia.

En segundo lugar, a comienzos de los años ochenta llegó a nuestra ciudad el narcotráfico y empezó una era de violencia que nadie jamás imaginó. Le vimos el rostro a la destrucción, la muerte entró a todos los rincones de la ciudad y se estremecieron los cimientos de nuestra sociedad. Nos convertimos en la ciudad más violenta de la Tierra. Son ya varias las generaciones que han crecido en este contexto de destrucción y miedo. Las consecuencias han sido funestas y han agravado todas las dificultades sociales que bajo circunstancias normales, sin esa violencia extraordinaria, hubiéramos afrontado. A tal punto, que en el año 1991 llegamos a tener un total de 6.500 homicidios.

La fórmula que aplicamos para resolver estos dos problemas es fácil de enunciar: disminuir la violencia y convertir toda disminución, inmediatamente, en oportunidades sociales. Bajo este esquema logramos reducir sensiblemente la probabilidad de que alguien busque en la ilegalidad una alternativa de vida, lo cual permite disminuir la violencia y hacer que las intervenciones sociales tomen más fuerza. Por eso, cada día estamos mejor. Naturalmente, los problemas no se han acabado pero los hemos reducido en tamaño e impacto, tenemos que cuidar los avances obtenidos para que la ciudad continúe su transformación.

Esto permitió que Medellín empezara un proceso simultáneo de cambio de piel, razón y corazón. Como consecuencia de la búsqueda de una nueva relación de convivencia en la ciudad, de una nueva forma de encontrarnos, se conjugan los factores para llegar a intervenciones en el espacio público, para construir los nuevos escenarios de Medellín, y donde antes estaba la destrucción, empiezan a llegar las oportunidades para todos y todas.

Aparecen cinco parques biblioteca en los barrios más humildes de la ciudad, espacios a los que han llegado más de cuatro millones de personas desde el momento de su apertura, a principios del año pasado, y se han convertido en uno de los puntos de encuentro ciudadano más reconocidos por la ciudadanía.


El Parque Biblioteca España, en la comuna Nororiental, es la obra de arquitectura más importante de Iberoamérica, según la más reciente bienal de Arquitectura y Urbanismo Iberoamericana, que destacó esta obra por su poder de inclusión social en el marco de un desarrollo integral.

Los colegios de calidad, los parques lineales, la recuperación del Jardín Botánico y el Parque Norte, así como la construcción del parque de la Ciencia y la Tecnología Explora y el Centro de la Cultura de Moravia, del arquitecto Rogelio Salmona, entre muchos otros, son espacios que hacen parte fundamental de ese cambio de piel del cual hablamos y que emociona a todo aquel que lo vive.

Y allí es donde empieza a renovarse el corazón de la ciudad, porque cuando los lugares más hermosos comienzan a aparecer en los barrios más humildes, generamos un desarrollo integral que busca empezar a saldar esa deuda social histórica que ha marcado nuestra historia y ha sido el terreno sobre el cual se ha sembrado la violencia durante décadas en Medellín.

De esta forma, los Proyectos Urbanos Integrales de la Nororiental y la Comuna 13 se convierten en punto de referencia para el país y el mundo como modelos innovadores para empezar a generar un verdadero desarrollo de las comunidades que son protagonistas de este proceso de transformación, de personas que participan y no esperan simplemente a que el Estado atienda sus necesidades.

Y al cambiar la piel y el corazón, Medellín razona diferente. Hoy es consciente de que en la educación está la clave para su proceso de transformación social y de que en la era del emprendimiento y la innovación, la apuesta es convertir el conocimiento de las comunidades en actividad productiva y volver a hacer de la educación un espacio de encuentro social y no de división.

Medellín es una mujer atractiva, seductora, inteligente, apasionada y compleja. Tiene la herida de la destrucción a flor de piel y todavía sufre, por eso tenemos que cuidarla, contemplarla, entenderla. Sin perder el rumbo. •

* Ex alcalde de Medellín.

Por SERGIO FAJARDO*

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