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“Medellín debe tratar su violencia como a una enfermedad”

Valeria Mejía, secretaria de la Juventud de la capital antioqueña, cree que es hora de que en Colombia políticos y ciudadanos hablen de cómo convertir nuestras urbes en ciudades saludables.

Redacción Nacional
18 de julio de 2015 - 03:30 a. m.

Las únicas ciudades viables en el futuro serán aquellas capaces de construir entornos saludables, diseñadas bajo el propósito principal de hacerles la vida más cómoda a sus habitantes. Para que esto ocurra, las urbes latinoamericanas deberán sufrir inevitables transformaciones.

Valeria Mejía, secretaria de la Juventud de Medellín, es una de las invitadas al próximo Foro de Ciudades Saludables convocado por El Espectador en esa ciudad. La cita será el próximo 22 de julio? en el Parque Explora?. El debate se centrará en la importancia de convertir los centros urbanos en espacios de convivencia pacífica.

Si pudiera medirle la salud a Medellín, ¿qué le diagnosticaría?

Hablaré como la artista que soy, no como médica. Creo que esta ciudad tiene un problema de conexión entre sus órganos, esa es su enfermedad. Cada órgano de la ciudad (salud, educación, producción) está desconectado. Se puede tener el mejor corazón, el mejor cerebro y las piernas más ágiles, pero si las manos no responden ese cuerpo no funciona. En Medellín, cada sector se cree autosuficiente y no comprende que necesita de los otros para vivir. Si Medellín tuviera una enfermedad por tratar sería esa: la desconexión, el individualismo.

¿Qué características debe tener una ciudad sostenible?

Debe conectar agendas, personas y temas. Una ciudad sostenible entiende que las acciones tienen reacciones y sus ciudadanos comprenden que sus actos terminan afectando la calidad de vida de la ciudad. Usted se toma un vaso de agua de la llave, se baña con agua limpia y luego esa agua va a dar a una alcantarilla, que es un vertedero de desperdicios, pero también termina siendo fuente de agua para los cultivos que luego regresan a nuestra casa como alimentos. Una ciudad sostenible tendría un equilibrio entre lo que nos da salud y lo que nos da enfermedad (y no hablo de hospitales, claro...).

Medellín se ha convencido de que puede ser más tranquila que en los años 90. ¿Cómo explica ese cambio de mentalidad?

En términos de violencia y número de muertes, esta es una ciudad muy distinta. Yo fui niña en los 90 y recuerdo que no me dejaban ir en la ventana del bus porque todos los días había muertos que tiraban en la carretera. Pensaba que en todas las ciudades del mundo explotaban bombas, pero tuve la fortuna de crecer oyendo conversaciones que cuestionaban la violencia. Ese rechazo a la violencia nos atravesó. La gente, los jóvenes, comenzaron a hacer pequeñas revoluciones desde la cultura, el arte y la vida diaria.

¿Todavía existen obstáculos para que Medellín se convierta en una ciudad sostenible? ¿Cuáles son?

Para que la balanza esté equilibrada y nos encaminemos a la sostenibilidad se requiere de renuncias. ¿Qué está dispuesto a ceder cada uno? Ir a pie, en bici o en metro al trabajo implica renunciar a la comodidad de una moto o del carro, pero nos aporta a todos. Pagar salarios dignos baja la tasa de acumulación de los dueños de la empresa, pero genera riqueza para la sociedad. Renunciar a usar contaminantes con el ambiente evita pobreza. Vea, lo de la balanza y el equilibrio es tan simple que funciona con el peso: si usted quiere estar más sano debe renunciar a los dulces en exceso.

¿De qué dependen los cambios que deben darse desde el sector público?

Tenemos que dejar de quitar el hambre con cobijas. Hay que identificar qué falta en cada lugar y hacer una lectura territorial y sectorial: no es lo mismo lo que requiere un barrio a otro. Opinamos mucho e investigamos poco, eso no es bueno. Luego, creo que a lo público le falta mirar las cosas de una manera más circular. Por ejemplo, invertimos en salud y en clínicas, pero a la vez dejamos entrar más carros a la ciudad. La gente se enferma de gripa y de cáncer por el aire que respira. Yo eso no lo entiendo.

¿Y desde los ciudadanos?

Creo que mucho de lo que dije antes recoge lo que los ciudadanos deberían hacer. Entender que lo que hacen afecta a otros y que lo que los otros hacen los afecta a ellos. Diría que hay que cambiar la forma como nos vemos unos a otros. Con los jóvenes haría un llamado a no prejuzgarlos; con ellos hay más potencial que peligros. Hoy la ciudad se debate entre la innovación y la inequidad, y los jóvenes son la generación decisiva para inclinar esa balanza. De lo que hagamos hoy con esa generación dependerán los siguientes 50 años de esta Medellín.

¿Qué ciudad del mundo pondría como modelo de transformación hacia una ciudad sostenible?

Hay ciudades como Ámsterdam o Copenhague, o ciudades intermedias de Canadá o Europa que tienen unos índices sorprendentes de desarrollo sostenible. Pero también creo que hay lugares y momentos en Medellín en los que ya hay una ciudad sostenible: tenemos un museo de ciencia, una unidad deportiva, una universidad en la que hacen presencia personas de todas las razas, ideas y géneros, un parque a donde los novios pueden ir, un movimiento que decide no consumir plástico y una empresa que contrata a muchachos que antes hicieron parte del conflicto.

Y a los alcaldes colombianos, ¿este discurso sí les cala?

No sé. Pero lo veo así: o les empieza a calar o a la vuelta de dos generaciones no tendremos agua para pasar el “caladito” (así le dicen en varias partes de Colombia a un tipo de galletas harinosas)… atragantados todos por no tomar decisiones que lleven a que la gente viva mejor.

¿Cuál fue el principal aprendizaje de Medellín en el Foro Urbano Mundial?

Entender que la ciudad se construye con infraestructura, pero también con prácticas, que lo íntimo tiene que ver con lo público. La salud (si la entiende más allá de hospitales) está presente y se construye en nuestra cotidianidad: en cocinas, calles y conversaciones diarias. La salud, en su sentido amplio y enriquecedor, aún no logra convertirse en la gran agenda de ciudad, y en el Foro Urbano Mundial vimos que hay ciudades que han entendido y puesto el bienestar como centro, y que Medellín tal vez tendría oportunidades grandes si su desarrollo se basa en esta búsqueda.

Por Redacción Nacional

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