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Paro nacional: El conciliador de Urabá

Monseñor Hugo Alberto Torres Marín, actual obispo de Apartadó, ha sido vital para el desarrollo pacífico de las protestas en el Urabá.

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Santiago Garcés Moncada y Gustavo Castaño, especial para El Espectador
25 de mayo de 2021 - 09:25 p. m.
Monseñor Hugo Alberto Torres Marín, obispo de Apartadó, el conciliador de Urabá.
Monseñor Hugo Alberto Torres Marín, obispo de Apartadó, el conciliador de Urabá.
Foto: Gustavo Castaño-Cortesía
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Son pocas las ocasiones en que la casualidad nos premia con poder conocer a ese tipo de personas que, a pesar de su importancia y su renombre, conservan una sencillez y un calor humano que resaltan sobre cualquier título o cargo. De igual forma es grato reconocer en esas personas una humildad latente, resultado de un camino pedregoso que se ha recorrido desde abajo y que, con esfuerzo y perseverancia, se han logrado superar para llegar a esa cumbre desde la que podemos verlos con más claridad. Este es el caso del monseñor Hugo Alberto Torres Marín, actual obispo de Apartadó.

Nacido en Antioquia, en las tierras de Briceño, monseñor Hugo pudo crecer en un entorno eclesiástico rodeado por la vista montañosa de los municipios de Ituango, Valdivia y Yarumal, encaminando su vida hacia la iglesia gracias a esta influencia y tradición, conociendo así las virtudes de la fe, sin olvidar las necesidades de las personas que han depositado su entera confianza en las palabras y los actos que ha venido llevando a cabo durante toda su vida.

La arquidiócesis de Santa Rosa de Osos fue el punto de partida de su carrera religiosa, cursó su bachillerato en el Seminario Menor de Santa Rosa de Osos y culminó sus estudios de teología y filosofía en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino bajo la tutela de la misma diócesis. A partir de ahí, diversos estudios religiosos han nutrido su conocimiento, haciéndolo acreedor de títulos en diferentes áreas, entre las que cabe resaltar su licenciatura en teología dogmática otorgada por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma y su educación en alta gerencia certificada por la Universidad de Medellín.

Su labor sacerdotal ha pasado por múltiples cargos que van desde vicario parroquial en Donmatías a obispo auxiliar de Medellín, nombrado así por el papa Benedicto XVI. Por otro lado, su vocación como educador le ha permitido tener cargos que varían entre formador de seminarios y rector de la Fundación Universidad Católica del Norte, siendo nombrado obispo oficial de Apartadó por el papa Francisco en el año 2015, conservando el cargo hasta el día de hoy. Desde entonces ha venido marcando logros positivos en la administración apoyado en sus saberes de alta gerencia, imponiendo nuevas disciplinas que han encaminado a las personas a su cargo hacia mejores procesos, consolidando, junto a todos los sacerdotes y religiosos, un plan pastoral de largo alcance proyectado a cinco años.

La labor de monseñor Hugo es de admirar, su espíritu de entrega a la comunidad de Urabá y sus alrededores, y su personalidad humilde, lo llevan a aceptar sin ningún problema cualquier camino que se le ponga enfrente para llegar a donde es requerido. En palabras suyas es un hombre todoterreno que cumple su labor, incluso si tiene que caminar durante largas horas o transportarse montando a caballo por carreteras pantanosas para llegar a las veredas más lejanas, como también usando el transporte público para desplazarse entre ciudades, con el pensamiento de que, bien sea en bus, en taxi o en avión, lo importante es llegar bien y a tiempo, porque la puntualidad es una de las virtudes que resaltan en su forma de ser.

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Sus palabras pueden llegar a ser fuertes a la hora de hablar sobre los males que aquejan a una comunidad en que la violencia y la desigualdad económica son tan evidentes, pudiendo incluso salvar la vida de algunos jóvenes involucrados en el conflicto armado por medio del diálogo conciliador y del respeto que despierta en toda la región Caribe y Pacífico.

Su opinión con respecto a las grandes empresas que se han convertido en las potencias económicas del lugar tiende a ser un llamado a la conciencia; el gremio empresarial les debe mucho a sus trabajadores, y es en la vida de estos que se debe ver reflejado también el crecimiento económico que viene viviendo Urabá desde hace décadas, mejorando así las condiciones de vida que en muchos de los casos son indignas para el sano desarrollo del día a día: casas con piso de tierra, carreteras destapadas y una cultura en la que la educación es de una calidad regular, lo cual se puede notar en los resultados de los exámenes que realiza el Estado a los niños y jóvenes de primaria y bachillerato, generando altos índices de deserción escolar, factores que evidencian un serio abandono del gobierno y una poca inversión social por parte del sector productivo que aún tiene mucho por hacer para poder cumplir con la responsabilidad social que le corresponde.

Monseñor Hugo, desde su vocación de educador, nos habla de una necesidad prioritaria en materia de educación que debe suplirse en todo el territorio de Urabá para poder ver así un crecimiento en la cultura de la región. La escasez de universidades de calidad y de programas académicos variados hace que los jóvenes renuncien al sueño de estudiar una carrera, al no tener los medios para sostenerse en otra ciudad, teniendo que plantearse un futuro centrado en la producción de banano, de piña y de palma, sin dar cabida a la siembra de otros productos como el aguacate, la yuca y otros árboles frutales diferentes al banano, que también se dan en la región, pero que al no tener una infraestructura ni un apoyo terminan perdiéndose, haciendo que no se explote todo el potencial agrícola que tiene su territorio, continuando con una tradición familiar de muchos años que no siempre asegura una estabilidad económica o unas condiciones, laborales y de vida, dignas.

Para el obispo es muy triste tener que ver a los niños de las veredas caminar largos trayectos para ir a sus escuelas, algunas en pésimo estado y sin los recursos tecnológicos y de conectividad que exige la nueva calidad académica y la actual situación sanitaria, pero el sueño de poder tener estos recursos en las instituciones educativas nos lo hace ver lejano al mencionar que algunas de estas aún tienen pisos de tierra y que incluso no cuentan con un recurso tan básico como el agua para el consumo de los estudiantes y el aseo, haciendo un llamado al gobierno y al gremio comercial para que inviertan en la formación de los jóvenes que cargarán con el futuro del territorio.

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Aunque es triste de decir, en todo el país hemos registrado casos en los que otros miembros de la iglesia y de la comunidad en general, que han hablado de diversos temas dirigidos hacia el denunciar la violencia y el abandono que sufren las comunidades, han sufrido atentados contra su integridad o contra sus vidas, pero monseñor Hugo nos dice que hablar de estas realidades es importante para conseguir el despertar de la conciencia social, asumiendo el riesgo como parte de su labor de obispo, proponiendo el diálogo como medio de reconciliación en el que se exponga y se busque la solución a las necesidades existentes.

Hablamos también de su participación en las manifestaciones encontrando historias referentes al acompañamiento de diferentes marchas pacíficas. En el año 2018 pudo acompañar varias protestas que realizó la comunidad en contra de la creación de tres peajes que afectarían el diario vivir de las personas que se movilizan de un municipio a otro con la misma frecuencia que se hace en las áreas metropolitanas.

Actualmente, en el marco del Paro Nacional que estamos viviendo, la intervención de monseñor Hugo ha sido de vital importancia para el desarrollo pacífico de las protestas en el Urabá, logrando aportar a esa transformación histórica en la que se viene cambiando la violencia por el diálogo. Esto lo podemos notar al comparar lo que pasa en otras partes del país con una aparente paz que se siente al escuchar las noticias referentes a esta comunidad que manifiesta su descontento de una manera más pacífica, diferente a lo que sucedía en el Urabá de hace una década.

Hace poco, el gobernador de Antioquia convocó al obispo en el municipio de Currulao para tratar de contener y mantener, en un buen término, los ánimos de los manifestantes que recibieron de buena manera su presencia en las protestas. Del mismo modo se presentó en los corregimientos de Río Grande y Cirilo, cumpliendo así con el acompañamiento de la comunidad, haciendo una invitación al diálogo, generando con esto espacios de reconciliación entre la ciudadanía, la Fuerza Pública y las instituciones del Estado, buscando acrecentar el sentimiento y la acogida hacia la no violencia en Antioquia.

Un apoyo a esta propuesta ha sido la creación de un programa llamado Diálogo Pastoral, en el que se realizan viajes a las diferentes localidades para escuchar las quejas y necesidades de las personas, haciendo de puente entre estas y los órganos estatales que deben responder a estas peticiones. Otra de las intervenciones que cabe resaltar es el acompañamiento que ha realizado con el actual comité de paro consolidado en Bajirá, al sur del Urabá, para que, con su presencia, pudieran tener mayor visibilidad y un contacto más directo con los voceros del estado.

Pudimos preguntarle también sobre cuáles serían sus palabras hacia el presidente Iván Duque con respecto a la situación actual del país, a lo que nos respondió con franqueza: «Yo pienso que todo lo necesario para solucionar esto ya se ha dicho, el mismo gobierno ha propuesto los espacios, pero se ha demorado demasiado en implementar el diálogo social. Pienso que el presidente habló primero con todo el mundo, menos con quienes buscaban ser escuchados en las manifestaciones, olvidando así lo importante que es escuchar la verdad de las personas que exigen sus derechos en el paro. Necesitamos continuar con ese diálogo que se ha logrado entablar, esa negociación que debe seguir, sin importar que le toque dar la cara por todo lo lamentable que ha sucedido hasta ahora. Lo importante es que haya respuestas serias ante las necesidades serias que desde tantos años atrás vienen sintiendo los diferentes sectores del país, especialmente los jóvenes, porque muchos de ellos realmente no tienen esperanzas de un buen futuro, y lo digo en particular por Urabá», concluyó, mostrándonos una vez más su compromiso con la región Caribe y Pacífico.

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Para él, el desarrollo económico del país podría potenciarse si todos los gremios trabajaran unificados, con criterios comunes, caminando en la misma dirección. Resaltaba que la institucionalidad que toma fuerza en el Urabá les ha permitido tener este logro organizacional que se ve reflejado en el gran crecimiento económico que avanza allí, pidiendo así a los gremios nacionales y al gobierno una planeación en la que se encuentre el equilibrio para encontrar de esta forma la paz.

Así mismo pide al Estado solución a las peticiones de las personas para poder terminar con las manifestaciones; el país no aguanta más paros y bloqueos, y no es justo tener que exponer a nuestros jóvenes a los desórdenes, porque una cosa es permitirles expresar la agresividad natural y el descontento que estas situaciones producen en nosotros ante la incompetencia para responder por parte de la institucionalidad y del Estado, y otra muy diferente es permitirles llegar al vandalismo, que es un medio violento de presión que no se puede admitir por ninguna causa.

En una última pregunta hablamos sobre su preferencia entre el papa Benedicto XVI y el papa Francisco, respondiéndonos que eran dos estilos diferentes: El primero, dogmático, de educación alemana, siendo por esto más apegado a las costumbres, el otro más cercano a la realidad actual, más pendiente de la comunidad gracias a que ha salido desde abajo, desde la vida parroquial, conociendo así todas las necesidades y guiándonos ahora desde el Vaticano con esa visión hacia lo social. Pero a la hora de elegir hacia cuál de los dos lados tendía más y ante nuestra declaración de que era el papa Francisco su favorito, una risa contagiosa nos lo dijo todo.

Por Santiago Garcés Moncada y Gustavo Castaño, especial para El Espectador

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Alvaro(sa3gs)25 de mayo de 2021 - 10:07 p. m.
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