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“‘Plaga’ es expresión frecuente contra los migrantes”

Charla con el joven venezolano Alejandro Daly, residente en Colombia hace siete años, graduado en el Externado y codirector de la novedosa plataforma Barómetro de Xenofobia que mide los niveles de odio hacia las personas migrantes del vecino país.

Cecilia Orozco Tascón
22 de agosto de 2021 - 02:00 a. m.
Alejandro Daly advierte que los análisis de las conversaciones en redes y medios virtuales reflejan un incremento preocupante de los sentimientos de aversión de nacionales contra extranjeros. / Gustavo Torrijos
Alejandro Daly advierte que los análisis de las conversaciones en redes y medios virtuales reflejan un incremento preocupante de los sentimientos de aversión de nacionales contra extranjeros. / Gustavo Torrijos
Foto: GUSTAVO TORRIJOS

¿Qué es y cuáles son los objetivos del Barómetro de Xenofobia?

El Barómetro de Xenofobia es una plataforma que sistematiza, analiza y difunde el resultado de conversaciones en Twitter, otras plataformas, redes, páginas y medios de comunicación web sobre la población migrante venezolana en Colombia, Perú y, próximamente, Ecuador. Intentamos transformar los imaginarios sociales y el lenguaje negativo que inducen y viralizan mensajes de odio en contra de personas provenientes de Venezuela. Barómetro logra entrelazar los intereses de la academia, la analítica de datos y el activismo. (Recomendamos: Migrantes venezolanos son una oportunidad para la economía colombiana).

¿Cómo intentan trasformar ese tipo de mensajes?

Tratamos de interpretar los mitos que se posicionan en los usuarios de las redes sobre la migración venezolana y producimos información que permita desmentirlos ante a la ciudadanía. También combatimos el lenguaje xenófobo. Hay estudios que muestran que los usuarios publican sus opiniones, de manera auténtica, en sus redes. En la vida social corriente, la gente no dice lo que piensa por miedo al rechazo. En cambio, en plataformas como Twitter, en donde cualquiera puede resguardarse en el anonimato o detrás de una pantalla, expresa lo que realmente siente sin considerar su efecto. Como cuando alguien se emborracha y termina hablando más de la cuenta. La ventaja que aprovechamos es que ese tipo de conversaciones se puede monitorear todos los días.

¿Cómo pueden estar seguros de llegar a un análisis ajustado a la realidad sobre la información basada en miles de mensajes que se producen por minuto en las redes, si se quedan por fuera otros tantos datos que podrían tener un contenido diferente que distorsionaría su medición?

Utilizamos el análisis de big data de datos públicos a través de la plataforma Consumer Research, de Brandwatch, la plataforma líder de “escucha social” a nivel mundial. Brandwatch tiene los derechos para analizar todo lo que se difunde en los espacios públicos de Twitter. Además, tiene acceso a cien millones de páginas web y más de un billón de publicaciones. Las que analizamos están disponibles en tiempo real de publicación y tienen georreferenciación de su lugar de publicación.

¿Solo miden los mensajes xenófobos? Si no se consideran los antidiscriminatorios pueden sesgar el resultado...

Medimos todas las conversaciones sobre migración en cada país en que estamos presentes. Parte de ellas es xenófoba, pero otra parte pertenece a las que denominamos de integración o de apoyo a las personas migrantes. Adicionalmente, todos los días trabajamos en el perfeccionamiento del algoritmo de búsqueda en la medida en que surgen nuevas palabras o diferentes coyunturas. Así lo mantenemos actualizado y ajustado al momento medido.

Supongo que han categorizado unas variables para tener en cuenta en sus análisis. ¿Cuáles son?

Así es. Organizamos y filtramos todos los trinos y noticias de medios web asociados a migración. La organización se hace con una selección de palabras claves, frases y asociaciones en torno al tema. Una vez capturada la conversación, procedemos a diseccionarla en seis categorías de política pública: educación, integración, salud, seguridad, trabajo y xenofobia. Sistematizamos la información y un equipo de analistas la convierte en documentos que entregamos a la ciudadanía.

Una vez que obtienen conclusiones sobre mensajes de rechazo a los venezolanos, ¿cómo tratan de reducir el lenguaje de odio y las conductas xenófobas?

Trabajamos fuertemente en producir insumos de política pública que compartimos con funcionarios estatales, así como con organizaciones de cooperación internacional. Y con el apoyo de estas, tales como Fescol (Fundación alemana Friedrich-Ebert-Stiftung) realizamos mesas intersectoriales para compartir nuestras informaciones entre diferentes agrupaciones.

De acuerdo con los resultados de sus análisis, ¿la xenofobia en Colombia se expresa solo contra los venezolanos o también contra otros extranjeros?

Casi la totalidad de las publicaciones de xenofobia se dirigen a la población migrante venezolana. Existen muestras de discriminación contra otros extranjeros, en particular, haitianos y africanos, pero son casos menores.

Aunque se debate sobre los oriundos de Venezuela y sobre qué hacer, por ejemplo, con su acceso al sistema de salud o al de educación, el asunto en que más se les vincula, negativamente, es el de seguridad. En los análisis realizados por ustedes, ¿cuál es la proporción de este último factor respecto del resto?

La mayoría de las publicaciones que muestran rechazo hacia la población migrante surgen como respuesta al vínculo que se establece entre migración y crimen. En promedio, la categoría de seguridad ocupa un 40 % de las conversaciones, reforzando, en el imaginario social, la inseguridad como responsabilidad de los migrantes. Por otro lado, una buena parte de las publicaciones de integración surge en las dimensiones de salud y educación. Sin embargo, desde cuando se presentó la pandemia han surgido, también, sentimientos de rechazo por miedo a la competencia en los recursos, especialmente en los servicios de salud. En específico, una nueva conversación de xenofobia ha sido motivada por el acceso a las vacunas. En este ámbito se han creado varios mitos, entre otros, que los migrantes venezolanos son portadores de COVID-19 y que serán vacunados antes que los nacionales.

Deme un par de ejemplos de resultados, en sus análisis, que reflejen el efecto de un lenguaje xenófobo contra los venezolanos en Colombia.

Tras las últimas declaraciones de Claudia López (sobre la creación de un “comando” especial para perseguir venezolanos que delincan en Bogotá), hubo un incremento del 170 % en los comentarios xenófobos, en las redes sociales. Y, en los meses en que se desarrolló el paro nacional, hubo un pico, en junio pasado, en que el 9 % de la totalidad de conversaciones sobre migración, incitaba a la violencia contra los migrantes, con términos como “maten” “linchen” y “deporten”.

En efecto, en dos o tres oportunidades, la alcaldesa López ha dado declaraciones mencionando a los venezolanos con relación a los problemas de seguridad y orden público en la ciudad. ¿Cuáles efectos han detectado ustedes por señalamientos similares de personajes de poder?

En cuanto a los comentarios de la alcaldesa, como le comenté, se evidencia que tienen efecto en el comportamiento y crecimiento de la conversación en línea, y revela la alta capacidad de influencia de las autoridades públicas en las percepciones y manifestaciones de la opinión ante determinados hechos. Esta no es una tendencia despreciable, dado que señalamientos por parte de funcionarios en cargos claves a escala local o nacional terminan por estimular imaginarios negativos, discursos de odio y procesos de xenofobia contra comunidades específicas que no son las determinantes de las dinámicas de inseguridad y violencia que se registran en las ciudades. La referencia generalizada a las personas migrantes como responsables del incremento de actos delictivos incentiva creencias colectivas que no tienen evidencia que las respalde. Por esta razón, el combate a la xenofobia comienza por lograr que las voces de quienes ocupan cargos de liderazgo no abran la más mínima posibilidad de validar la deshumanización de los migrantes.

En concreto, ¿cómo califica el “comando” propuesto por la alcaldesa que estaría integrado, según ella, por la Policía y funcionarios de la oficina de Migración para detectar y capturar delincuentes de Venezuela?

Como venía diciendo, es una medida para disminuir, presuntamente, la inseguridad en la capital que no tiene base en evidencias, pero que, por el contrario, sí provoca efectos de estigmatización y discriminación. Su propia concepción de “comando” contra un grupo determinado de personas ya es contrario a derechos como el de igualdad ante la ley y legitima acciones arbitrarias de la Policía y posiblemente de otros actores, como detenciones arbitrarias y deportaciones sin el debido proceso ni motivo real.

Usted es venezolano y reside en este país. ¿Qué sentimientos le suscitan las alusiones negativas de la alcaldesa contra la presencia de sus compatriotas? ¿Se siente ofendido y echado de Colombia?

Me siento decepcionado. Como residente en Bogotá desde hace varios años y, junto conmigo, varios amigos de mi edad confiamos en que la alcaldesa iba a ser la mandataria de todas las poblaciones que existen aquí, no solo de una parte de estas. Creo que, en repetidas ocasiones, la alcaldesa nos ha dado a entender que los venezolanos podemos ser los chivos expiatorios de problemas de seguridad que existen en Colombia desde hace mucho tiempo.

No solo la alcaldesa aludió a los venezolanos como un problema de seguridad pública. Otros mandatarios locales y funcionarios estatales han hecho lo mismo. Si los tiene en mente, ¿quiénes son y cuáles han sido sus expresiones xenófobas?

Varios funcionarios públicos, tanto del ámbito nacional como local, han hecho declaraciones abiertamente xenófobas. En el Barómetro de Xenofobia hemos detectado que los mayores picos de aversión contra las personas migrantes en el 2020 se registraron luego de las declaraciones, en primer lugar, de la alcaldesa de Bogotá y, en segundo lugar, del presidente Duque cuando afirmó que no iban a vacunar a los ciudadanos de Venezuela residentes en Colombia. Esto responde a que tanto el presidente como la alcaldesa son algunas de las figuras más relevantes en redes sociales en el país. Otros funcionarios públicos que han dicho frases cargadas de xenofobia son Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali, y Braulio Espinosa, alcalde de Envigado, con comentarios sobre el incremento de la inseguridad y los migrantes. Y, por otro lado, Luis Eduardo Castro, alcalde de Yopal (quien dijo, refiriéndose a la prostitución, que había que “consumir producto colombiano”), y Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga (“de Venezuela están llegando limosneros, prostitutas y desocupados”; “las venezolanas son una fábrica para hacer chinitos pobres”), han hecho afirmaciones insultantes contra las migrantes venezolanas en frases que incentivan, además de la xenofobia, la hipersexualización de las extranjeras.

¿Se refiere a alusiones sobre actividades de prostitución?

Sí, como si las migrantes venezolanas que ejercen esa actividad fueran las únicas dedicadas a esta, con el agravante, en algunos casos, de mensajes adicionales que hacen más daño y según los cuales las ciudadanas de Venezuela son las causantes de rupturas familiares.

En todo caso, las problemáticas socioeconómicas aparecen cuando repentinamente irrumpen un millón y medio de personas en otra sociedad. Por ejemplo, cuando algunas de estas ejerzan actividades ilícitas o traten de sobrevivir de maneras no siempre aceptadas, ¿cómo se deben, en su opinión, abordar estos asuntos sin minimizarlos, pero sin caer en xenofobia?

Nadie, ni colombianos ni migrantes debemos ser ajenos a la realidad si hay extranjeros cometiendo delitos. No debatir estos problemas abiertamente puede crear mayores niveles de ira de los nacionales contra las personas migrantes. Sin embargo, no hay que apartarse del rigor del análisis y de la realidad. En otras palabras, hay que decir los datos como son. En este caso, los datos indican que la mayoría de los delitos que se cometen en el país no aparecieron con la migración ni son de responsabilidad de los ciudadanos extranjeros.

En las investigaciones que ustedes han publicado, ¿cuáles contenidos prevalecen: los de rechazo al extranjero en general, las “invitaciones” a volver a sus países, los insultos, las incitaciones a pasar al ataque o, incluso, al asesinato u otros?

Entre las palabras más utilizadas se encuentran “delincuencia”, “robar” y “matar”. Estos términos fueron usados junto con insultos de diferente calibre. Además, en coyunturas críticas, aparecen otras palabras como “deportar” “expulsar” y “plaga” que suelen ser las más frecuentes para calificar a la población migrante.

“Veneco” es un calificativo despectivo para aludir a los venezolanos, ¿qué otros existen y cuáles ofenden más?

“Veneco” es el término más común como predecesor de un agravio. Esta denominación cambió su connotación en las redes, porque pasó de ser una alusión graciosa a una insultante. Otra palabra que se publica frecuentemente en las redes contra los migrantes venezolanos es “ratas”.

Una cosa son los mensajes de odio; otra, pasar a la acción que indica el mensaje. ¿Barómetro de Xenofobia ha podido determinar casos en que ciudadanos venezolanos, involucrados o no en actos delictivos, hayan sido atacados después de un incremento de conversaciones digitales sobre el tema de migración?

Los discursos xenófobos que surgen tras las declaraciones de funcionarios públicos ponen en riesgo los derechos fundamentales de las personas migrantes y terminan por incentivar visiones estereotipadas e, incluso, por legitimar agresiones físicas. En Barómetro de Xenofobia, y en organizaciones que trabajan por la integración de las personas migrantes, hemos evidenciado que después de las declaraciones xenófobas se ha incrementado el número de deportaciones arbitrarias y desalojos. Por lo tanto, es preciso que no solo se evite hacer vínculos apresurados entre la población migrante y eventos de violencia, sino que, además, las autoridades competentes establezcan respuestas acordes con los riesgos que rodean estos eventos, preservando, mínimo, el derecho al debido proceso.

Una herramienta tecnológica contra la discriminación.

El proyecto El Derecho a No Obedecer es una plataforma ciudadana que se creó para luchar contra realidades injustas, una de ellas, el odio a los extranjeros. Al no tener herramientas para medir este fenómeno, surgió Barómetro de Xenofobia, otra plataforma que mide la discriminación en todas sus formas. Barómetro nació en medio de la pandemia, el año pasado, cuando ‘se dispararon’ los actos hostiles contra los venezolanos. Ha publicado cuatro informes trimestrales desde entonces con un monitoreo sobre la tasa de xenofobia en Colombia, un indicador del nivel de rechazo hacia el ciudadano de Venezuela, por departamentos y en 5 ciudades: Bogotá, Cúcuta, Barranquilla, Medellín y Cali. Este instrumento tecnológico, novedoso en el país, es codirigido por Alejandro (entrevistado aquí) y Julio Daly, jóvenes venezolanos que viven en Bogotá hace 7 años desde cuando estudiaron y se graduaron en el Externado, en Relaciones Internacionales y Economía; codirigen con ellos, Irene Cabrera, del Observatorio de Migraciones de esa universidad y Tomás Lawrance, de la Fundación Interpreta, de Chile. Por sus objetivos humanitarios obtuvieron el apoyo de la fundación alemana Fescol, y de las internacionales Save the Children, Usaid y Open Society.

“El grueso de los delitos es responsabilidad de nacionales”: Irene Cabrera, del Externado.

Irene Cabrera, directora del Observatorio de Migraciones del Externado y codirectora de Barómetro de Xenofobia asegura que “ante la transformación rápida de las migraciones en el país, es necesario crear políticas a partir de diagnósticos precisos para: 1. No limitarse a implementar medidas de asistencia humanitaria sino que se avance en la integración de las nueva familias garantizando su participación ciudadana. 2. Aplicar el principio de ‘acción sin daño’. Teniendo en cuenta que en Colombia hay millones de desplazados del conflicto armado en condiciones preocupantes, desarrollar proyectos en los que quede claro que no se está excluyendo a los grupos vulnerables nacionales ni se les está quitando presupuesto sino enfatizar en que se está ampliando la oferta. 3. Evitar señalar erróneamente a los migrantes como los principales responsables de los eventos de crimen o violencia cuando las estadísticas desvirtúan esa afirmación”. Cabrera añade que “la idea de organizar un ‘comando’ con tal fin, da prelación a la resolución de un problema sin concordancia con la realidad. Capturar y judicializar a personas migrantes no es medida que vaya a tener resultados cuando el grueso de los delitos sigue siendo responsabilidad de nacionales”.

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hugo(70179)23 de agosto de 2021 - 01:53 a. m.
Pues son plaga. Los venezolanos preparados y de buena procedencia hace rato se fueron para USA. Conoci y comparti con varios, la mayoria damas preparadas y con deseos de progresar...
Héctor(15733)22 de agosto de 2021 - 10:08 p. m.
Por desgracia, en algunos barrios de Bogotá, pandillas de venezolanos se han apoderado de espacios públicos y los han convertido en "su" territorio por donde nadie puede pasar. También está comprobada su creciente participación en el robo de bicicletas y atracos muy violentos. Por desgracia para todos, ellos golpean o matan primero y luego roban. No son fantasías, es preocupación real.
Mono(30154)22 de agosto de 2021 - 06:26 p. m.
Así digan lo que digan , no son unas mansas palomas. Como allá todo les daban y no hacían nada en su País, aquí creen que hay obligación de darles todo. Es muy sencillo, el que no hace nada y quiere de todo,que hace? Pues la respuesta la tienen uds.
Carlos(62405)22 de agosto de 2021 - 05:19 p. m.
Yo quiero preguntar al señor Alejandro Daly. Qué ha hecho usted o la entidad que representa por sus paisanos para que esto no suceda.? Ustedes se han limitado a recurrir a las redes sociales para investigar vocablos o expresiones de algunas personas. Hán recorrido terrritorios, ciudades, las calles, montado en transporte público para mirar y contrastar estas realidades y como cambiar estas?
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