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“El debate sobre si existe o no conflicto armado es estéril para nuestro país”: José Antequera

El director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación e hijo del dirigente de la Unión Patriótica asesinado, José Antequera, habló con Colombia2020 sobre la importancia de hacer memoria para evitar volver a la barbaridad de la guerra.

Carolina Ávila Cortés / @lacaroa08
12 de abril de 2020 - 02:45 p. m.
José Antequera Guzmán / Archivo El Espectador.
José Antequera Guzmán / Archivo El Espectador.

El 14 de enero de este año, José Antequera Guzmán, hijo del dirigente de la Unión Patriótica asesinado el 3 de marzo de 1989, José Antequera, se posesionó como director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR), la entidad distrital encargada de recoger los pasos de la violencia y el conflicto en la capital, así como los procesos de memoria de las víctimas. 

Desde allí se comprometió a visibilizar las luchas sociales que se han gestado en Bogotá y en hacer de esta ciudad un lugar donde las víctimas y sobrevivientes de la guerra tengan expresión. Habló con Colombia2020 sobre los planes que tiene para el CMPR, entre esos, hacer una cartografía de la memoria de la capital, y de la importancia de reconocer a las víctimas de la guerra, a propósito del 9 de abril, ‘Día nacional de la memoria y la solidaridad con las víctimas’ y de los 72 años del Bogotazo. 

¿Cuáles son su planes para el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación? 
 
Lo que nos ha concentrado durante estos meses es consolidar institucionalmente el CMPR, poder construir un plan de trabajo sólido que recupere la capacidad de convocatoria del Centro y, sobre todo, que sea un lugar de las organizaciones sociales y de víctimas, ya que se perdió un poco esta noción durante el gobierno anterior. 

Estamos tratando de construir una base de alianzas no solo a nivel nacional sino también internacional. Venimos trabajando con la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia en la consolidación de políticas públicas de la memoria para que sean la guía del Centro. 

Vamos también a dinamizar la actividad del Centro, construir mejores perspectivas de investigación y de gestión del conocimiento con archivos, con investigaciones sobre la cartografía de la memoria de Bogotá. Y tenemos también el desarrollo de una perspectiva de memoria local. La idea es que haya un trabajo de reconstrucción de memoria de los barrios, de las localidades de Bogotá que están relacionadas con el conflicto armado y más allá de eso con las movilizaciones sociales por los derechos humanos. 

¿Cuáles proyectos y actividades quedaron pausadas por el coronavirus y de qué manera están respondiendo como entidad a la cuarentena? 

La programación que tenemos es toda virtual. Esta semana tuvimos películas, documentales, conversatorios y continuamos trabajando en la estructuración de estas estrategias para lograr esa consolidación del Centro. 
Solamente en marzo íbamos a hacer dos eventos muy importantes: un encuentro de justicia transicional y memoria con la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia. Venían representantes de sitios de memoria, museos de América Latina y Estados Unidos. También íbamos a hacer el lanzamiento del videoclip y la canción de la Guardia Indígena del Cauca, que se grabó en el Centro de Memoria. Y teníamos otra serie de actividades, talleres y conversatorios incluso pedidos por las víctimas que se pudieron trasladar a los virtual y otros que simplemente perdieron sentido porque se trataba de que fueran espacios de convocatoria física. 

(Le puede interesar: Día Nacional de las Víctimas: un recorrido por la historia del conflicto en Colombia)

Hace poco se conoció que el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) salió de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia y ustedes por el contrario están trabajando con ellos. ¿Cuál es la importancia de ser parte de esa red y de pensar la memoria desde ese lugar de reflexión?

Es una organización que reúne centros de memoria y lugares de conciencia del mundo entero. Allí están antiguos campos de concentración del Nazismo, antiguos centros de tortura y detención en Argentina y Chile y la Red Colombiana de Lugares de Memoria de Colombia. Estos lugares no tienen una regulación explícita en muchos países, aun cuando sean más o menos independientes del Estado. No es tan claro el lugar que les corresponde, cuál es la estructura, por qué es necesario que el Estado les dé recursos y que pueden tener posiciones contrarias a una línea de gobierno que algún momento quiera negar la historia. 

Es necesario que estos lugares tengan una regulación y esta organización es un lugar en donde se puede construir políticas transversales. Es importante para nosotros además porque es un espacio de intercambio de experiencias muy valioso, donde nos podemos encontrar con el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile, con Memoria Abierta, un proyecto argentino y donde se pueden hacer intercambios de metodologías. 

Es muy importante también que esta Coalición se pueda involucrar con el proceso acá en Colombia en la medida de que muchas personas consideran que lo que se ha hecho en términos de memoria en el país necesita ser fortalecido. Con la salida del CNMH para nosotros es muy importante que la gente reconozca que esto no significa la salida del país de la Coalición, sino que hay instituciones que estamos allí.

Esta semana se conmemoró el Día nacional de las víctimas. ¿Por qué es importante que Colombia las reconozca?

¿Qué utilidad tiene para la sociedad que mantengamos conciencia de lo que ha ocurrido en el país más allá del número de víctimas? Como pueden ser ocho millones podrían ser diez mil y en todo caso no deja de ser importante. Cuando un país mantiene alerta su conciencia sobre las cosas trágicas que le pueden ocurrir por la acción de los seres humanos, las guerras, la acción política y económica, puede moldear sus instituciones y sus relaciones sociales en función de que estas cosas no ocurran. 

Lo que pretendemos es que esa historia trágica tenga valor y sentido, y que la gente lo pueda reconocer para que las instituciones actúen en consecuencia de lo que nos ha pasado. Hoy es muy vigente eso: estamos en esta pandemia y si no somos conscientes del peligro, si a partir de ahora no construimos una conciencia de que estas cosas sí pueden ocurrir, en diez años vuelve a pasar y no tendremos las instituciones preparadas. La idea es que tengamos un aprendizaje. 

¿Cree que la memoria del conflicto armado está o puede estar en disputa?

Yo creo que no. En realidad, la discusión alrededor del Centro Nacional de Memoria Histórica me parece lamentable ya no tiene fundamento. La idea de que el conflicto armado existe en Colombia es avalada por los jueces, por la altas cortes, por los académicos, por los historiadores. Está suficientemente avalada y ya no es discutible. Es algo constatado, es fáctico. 

Es muy lamentable que una institución de memoria se convierta en un espacio para agitar esa discusión y en ese sentido pienso que no logra configurar una batalla, pero abre un debate que es innecesario, que es estéril para nuestro país. En cambio, cuando reconozcamos lo que nos ha pasado en nuestra historia podemos tomar decisiones para que para que no se repita. Es una discusión lamentable, pero bastante estéril. 

(Lea: Los pedidos de las víctimas durante sesión virtual del Congreso)

¿Han tenido conversaciones con el CNMH para hacer proyectos en conjunto?

Siempre ha habido una interlocución porque cumplimos con misiones que de alguna manera son similares. Las instituciones no son monolíticas, no tiene nada que ver con posiciones que haya podido tener en algún momento el director y que han sido suficientemente criticadas. Nosotros tenemos una misionalidad y un mandato por cumplir y nuestro mandato son las víctimas y la sociedad. Las instituciones no estamos para convertirnos en los protagonistas. 

¿Qué opina de que algunas organizaciones de víctimas estén sacando sus archivos del CNMH?

Más allá de ser un hecho político relevante, porque tiene que ver con cómo el Estado retrocede en un principio de confianza que había logrado construir con quienes se consideran directamente afectados por el Estado, es importante jurídicamente porque la Ley de Víctimas ordena que se construya un museo y un archivo nacional de memoria y los derechos humanos. Si uno quiere cumplir con la ley tiene que brindar garantías, confianza, tener una buena relación y construirla con las organizaciones de derechos humanos.

Sin embargo, no debe entenderse ahora que porque las organizaciones no entregaron o retiran sus archivos dejan de hacer memoria. Hoy las organizaciones tienen la capacidad de hacer circular sus memorias gracias a nuevas tecnologías. Es un problema de construcción de confianza, pero tampoco significa el fin de un trabajo que han hecho las organizaciones. 

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Por Carolina Ávila Cortés / @lacaroa08

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