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"El movimiento egipcio fue auténtico": Gene Sharp

El catedrático fundador de la Institución Albert Einstein habló con El Espectador sobre su propuesta de usar la acción no violenta para democratizar el mundo.

Juan Gabriel Gómez / Especial para El Espectador
20 de mayo de 2011 - 11:41 p. m.

Hay un extendido prejuicio hacia la teoría política: muchos creen que una idea puede ser buena en teoría, pero no en la práctica. La obra de Gene Sharp, teórico de la lucha no violenta, es la mejor refutación de ese prejuicio.

Desde una pequeña casa donde está alojada su fundación, Gene Sharp ha inspirado a millones de personas a luchar contra la opresión sin incurrir en la violencia. A primera vista, la cosa no tiene nada de admirable. Para ejemplos, ahí está la figura de Mohandas Gandhi o la de Martin Luther King Jr. A su lado Sharp es un profesor paliducho y ahora viejo. Aparte de haber estado encarcelado por haber sido un objetor de conciencia, de cumplir conciezudamente sus deberes como profesor, no hay nada particularmente admirable en los actos y hechos de la vida de Sharp. Excepto su obra.

Sharp hizo un detallado análisis de la forma como funciona el poder. Llegó a la conclusión de que todos los regímenes, incluso los más opresivos, requieren la aceptación y la cooperación activa de la mayoría de los ciudadanos. Por lo tanto, si sus ciudadanos le quitan a un régimen esa aceptación y esa cooperación, el régimen se cae.

Basado en esta premisa, Sharp desarrolló una teoría, la del desafío político masivo, que tiene como fin hacer que los regímenes opresivos se derrumben. Su teoría, como él mismo lo admite, puede ser aplicada a otras situaciones, en las cuales hay opresión e injusticia, como sucede en el campo económico y social.

Gene Sharp ha vivido lo suficiente para ver toda clase de aplicaciones de su teoría: algunas con éxito, como en los países bálticos; otras no, como en Birmania; algunas con propósitos nobles, otras no tanto. El último evento histórico que confirma la teoría de Sharp es la revuelta popular en Egipto y la caída del régimen de Mubarak.

¿Viviremos lo suficiente para ver aplicaciones exitosas de la lucha no violenta en nuestro país? Eso depende de nosotros. Por lo pronto, vale la pena escuchar a Sharp.

En su lucha contra el régimen de Mubarak, el movimiento egipcio parece haber seguido su teoría. ¿Lo sorprendió este levantamiento popular exitoso?

Sí, me sorprendió. Quiero decir, sin embargo, que las acciones de este movimiento son comparables con las de mi teoría, pero no fueron necesariamente causadas por ella. El movimiento egipcio fue auténtico, sin nadie de fuera, que mostró la mayor parte del tiempo un extraordinario grado de autodisciplina no violenta. También la gente demostró que había perdido el miedo, lo cual fue una parte muy importante en este proceso.

¿Qué consejo le daría a ese movimiento para mantenerse en la ruta hacia la democracia?

No doy consejos. Le corresponde a la gente de ese país tomar las decisiones. Lo que tienen que hacer es prestar atención a lo que está ocurriendo para prevenir el retorno de una dictadura.

¿Qué conclusión saca usted de la revolución en Egipto?


Que es posible que cientos de miles de personas, incluso millones, puedan desplegar un desafío no violento a un régimen opresivo y mantener una disciplina de lucha no violenta. Estos hechos nos recuerdan que es posible deponer una dictadura sin la violencia. Ha ocurrido ahora, ha ocurrido en el pasado y, por lo tanto, puede ocurrir en el futuro.

De acuerdo con Hussein Ibish, si Egipto es el sueño, Libia es la pesadilla. ¿Qué piensa de lo que está ocurriendo en este país?

La descripción de Ibish es precisa. En Libia se cometió un serio error, particularmente cuando un general muy importante abandonó el régimen de Gadafi y decidió unirse a la oposición junto con sus tropas. En ese momento muchos creyeron que eso les daba la oportunidad de resistir mediante la violencia. Ese fue el comienzo del fin del movimiento no violento. Si este movimiento hubiese tenido claro dónde era fuerte Gadafi y dónde era débil, se habría dado cuenta de que Gadafi era fuerte en el ámbito militar. Por lo tanto, era torpe, muy torpe, desafiarlo allí donde era fuerte. Eso empeoró las cosas, ha dado lugar a una intervención que, de otro modo, no habría tenido lugar.

Desde su punto de vista, ¿había una alternativa al uso de la violencia para proteger a la población contra la violencia del régimen de Gadafi? Antes de atacar Bengazi, Gadafi dijo que iba a ir por cada uno de quienes se le oponían.

Primero que todo, era imposible que él fuera tras cada individuo que estaba en contra de su régimen. En la lucha no violenta usted siempre tiene que escoger el terreno de lucha para librarla sin armas, sin medios militares, porque usted tiene medios más poderosos, aquellos con los cuales puede socavar ese régimen dictatorial. Pero en todo este proceso tiene que mostrar una autodisciplina no violenta. Vea lo que está ocurriendo en Siria. El régimen ha recurrido a la represión violenta. Eso ha provocado que numerosos miembros del ejército dejen de ser leales al régimen al ver lo que le hace a su pueblo. El efecto es que el régimen sirio se ha debilitado porque ha perdido el apoyo de muchos que antes lo respaldaban.

¿Qué dice usted acerca de la manera de enfrentar a grupos terroristas como Al Qaeda y gente como Osama bin Laden?

No tengo una respuesta a esta pregunta. Sin embargo, es obvio que en algunos casos en los cuales se emplea la violencia para combatir estos grupos, esos grupos se hacen más fuertes, no más débiles. Es un problema el que al enfrentarlos llegue uno a actuar como ellos. El objetivo debe ser apoyar la resistencia contra el terrorismo. Creo que es un asunto en el cual se debe investigar más.

Quisiera llamar su atención acerca de nuestro país. En Colombia hemos tenido grandes manifestaciones políticas contra la violencia ejercida contra la población civil, una el 4 de febrero de 2008, la otra el 11 de marzo del mismo año.

No creo que necesite mencionar estos dos eventos. Ustedes tienen otras experiencias en Colombia. Durante 2 semanas, en abril de 1957, un desafío político masivo logró deponer el régimen dictatorial de Rojas mediante el uso de diferentes técnicas no violentas. Como en Túnez y en Egipto, el desenlace fue rápido. Sin embargo, en otros casos, el proceso puede ser más largo.

¿Su teoría es aplicable en Colombia, en particular, de cara a grupos armados irregulares?

La respuesta en términos generales es sí. Los mismos principios aplican. Con un gran ejercicio de autodisciplina se puede confrontar la intimidación y la represión con que se rechaza un desafío político masivo. Esto es algo que uno debe esperar que ocurra. Lo que hay que hacer es extender la resistencia a la opresión. Pero como le dije antes, no doy consejo acerca de la situación particular de un país. Este es un aspecto que debe ser mejor estudiado. Hay factores únicos, los propios de su país, por lo que ese es un tema que ustedes deben abordar por sí mismos.

Quienes estén interesados en la obra de Sharp pueden encontrar muchas de sus publicaciones, varias de ellas traducidas al español, en la página web de la Albert Einstein Institution. Sharp ha respondido a varias preguntas concernientes a su teoría de la lucha no violenta en el blog cosmopolita en elespectador.com.

Sharp y las estrategias para salir de la dictadura

Su casa en Boston es más bien austera y está adecuada en el primer piso para el funcionamiento del Instituto Albert Einstein, frecuentado por académicos y políticos de todo el mundo en busca de consejo sobre la mejor forma para superar un período de dictadura. No en vano es la primera autoridad del momento en temas de no violencia, al punto que muchos sostienen que fue el hombre tras la estrategia que recientemente dio al traste con gobiernos como el de Egipto y que desde hace ya varios años propició acciones semejantes en los países exsoviéticos. Desde la caída de Slobodan Milosevic, en Serbia, hasta la de Viktor Yanukovych, en Ucrania, la historia está llena de ejemplos sobre la aplicación de sus enseñanzas.

Su receta está planteada en De la dictadura a la democracia, un libro de 1993 diseñado a la medida del Movimiento Democrático Birmano, pero cuyos 198 consejos resultaron de aplicación general.

Algunos dicen que tiene vínculos con la CIA. Otros, que es un héroe al que injustamente le negaron el Premio Nobel en 2009.

Por Juan Gabriel Gómez / Especial para El Espectador

 

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