Continúa la controversia por la promoción de la cloroquina contra el coronavirus

Aunque el antipalúdico se asocia con la reducción de la carga viral en pacientes con COVID-19, no se han culminado los ensayos clínicos que comprueben su efectividad. La Organización Mundial de la Salud condenó este lunes el uso de medicamentos sin pruebas de su eficacia y rechazó las falsas esperanzas de conclusiones apresuradas.

- Redacción Salud - AFP
24 de marzo de 2020 - 12:11 p. m.
Imagen del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 bajo un microscopio electrónico del U.S. National Institutes of Health tomada en febrero de 2020.
Imagen del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 bajo un microscopio electrónico del U.S. National Institutes of Health tomada en febrero de 2020.

¿La cloroquina es un tratamiento milagro contra la COVID-19 o una falsa esperanza? ¿Qué se sabe de este medicamento antipalúdico, que algunos quieren administrar de forma generalizada para luchar contra el nuevo coronavirus pese a la prudencia que aconseja la OMS?

 ¿Qué es? 

Se trata de un antipalúdico utilizado desde hace varias décadas contra la malaria, un parásito transmitido por un mosquito.Se conoce bajo varios nombres comerciales según los países y fabricantes: Nivaquine y Resochin, por ejemplo. Existe un derivado, la hidroxicloroquina, para las enfermedades articulares de origen inflamatorio.

Los efectos secundarios son múltiples: náuseas, vómitos, erupciones cutáneas, pero también afecciones oftalmológicas, cardíacas, neurológicas.Una sobredosis puede resultar peligrosa y los médicos desaconsejan tomarla sin receta previa. "Estos dos medicamentos tienen un margen terapéutico estrecho, es decir, que la dosis eficaz y la dosis tóxica son relativamente rayanas", advierte la Sociedad Francesa de Farmacia.

Para ampliar esta información, lea: Un medicamento contra la malaria, ¿la solución soñada contra el coronavirus?

Varios laboratorios que fabrican medicamentos a base de cloroquina anunciaron donaciones a las autoridades sanitarias de varios países y/o el aumento o reanudación de su producción.

¿Qué se sabe de sus efectos sobre el coronavirus? 

A mediados de febrero, investigadores chinos afirmaron haber obtenido resultados positivos en ensayos clínicos con cloroquina, entre un centenar de enfermos de COVID-19.

Pese al número reducido de pacientes y la falta de detalles sobre la metodología y los resultados de este estudio, el doctor francés Didier Raoult, director del Instituto y Hospital Universitario de enfermedades infecciosas de Marsella y reputado experto en la materia, retomó en Francia estos trabajos. Raoult es además miembro del comité científico que asesora al gobierno.

Este doctor defiende a capa y a espada la cloroquina como tratamiento, tanto en los medios de comunicación como en videos que comparte en internet. Muchos de sus colegas critican no obstante su campaña, a falta de ensayos clínicos realizados con protocolos estrictos y publicados en alguna prestigiosa revista científica con un comité de lectura independiente.

Carlos Álvarez, médico infectólogo y expresidente de la Asociación Colombiana de Infectología, luego de leer el artículo publicado por los franceses comentó a El Espectador que “acerca del uso de la cloroquina más azitromicina para el tratamiento del Covid-19 es importante tener en cuenta que lo que muestra el estudio con muy pocos pacientes es la presencia del virus se disminuye cuando se entrega el medicamento”. 

Para Álvarez, esto sin duda es promisorio porque “potencialmente” podría ser útil para ayudar a que la persona infectada transmita mucho menos el virus, “disminuyendo la posibilidad de contagio en la población”. Pero fue enfático en que “no se puede con estos pocos datos llegar a concluir nada definitivo. Se requiere un estudio mucho mejor diseñado con muchos más pacientes para corroborar que eso si es efectivo”. 

El médico y epidemiólogo clínico Jorge Acosta, de La escuela de salud pública de Uninorte, también evaluó el artículo. Una primera observación de su parte es que la única forma de confiar en las conclusiones de un estudio es que haya sido diseñado siguiendo los más altos estándares de la ciencia. No es el caso de ese trabajo por el poco tiempo que tuvieron sus autores. 

Acosta recordó que ante pandémias o epidemias como la H1N1 “se cometieron algunos errores con algunos medicamentos que también salieron a recomendarse a todo el mundo sin un sustento fuerte”. Semanas y meses después sus autores se vieron en la bochornosa tarea de retractarse. Un primer problema con el trabajo de los franceses, en contra de las pautas para este tipo de trabajos, es que tanto los médicos como los pacientes sabían que estaban tomando la medicación. Esto es una fuente de error porque puede generar sesgos a la hora de evaluar. 

“Esto trae el primer problema grande y es que yo puedo evaluar de manera diferente a los pacientes sabiendo si están tomando o no están tomando el medicamento. Sin embargo, los autores hacen algo importante para tratar de suplir esta deficiencia que es la evaluación cuantitativa de la medición de la carga viral en el pacientes, es decir, la cantidad del virus en su organismo. Esto, sepa o no sepa quién está tomando el medicamento es una medición más objetiva”, agregó el médico.

Ensayos en varios países 

El doctor Raoult probó la cloroquina en pacientes de su centro hospitalario, con resultados positivos, según su equipo, que los publicó en base a los ensayos en una veintena de enfermos.

Estos recibieron Plaquenil - nombre en Francia de la hidroxicloroquina - y algunos en función de sus síntomas, tomaron además el antibiótico azitromicina.

"Pese a la pequeña muestra, nuestro estudio muestra que el tratamiento con la hidroxicloroquina está asociado de forma significativa a una disminución/desaparición de la carga viral (...) y sus efectos se refuerzan con la azitromicina", según el estudio confirmado por el doctor Raoult.

Invocando el juramento hipocrático de los médicos, su equipo anunció el domingo su intención de administrar de ahora en adelante a "todos los pacientes contagiados" estos dos medicamentos.

El tratamiento también es dispensado en el Centro Hospitalario de Niza (sureste) con el consentimiento de las familias, según el alcalde, Christian Estrosi, tratado él mismo con cloroquina.

A nivel europeo, el domingo se lanzó un ensayo clínico bautizado Discovery en varios países para probar cuatro tratamientos experimentales, incluido la hidroxicloroquina, un ensayo que "incluirá al menos 800 pacientes franceses aquejados de formas severas de COVID-19".

En Estados Unidos, la Food and Drug Administration (FDA), que supervisa la comercialización de los medicamentos, anunció un "amplio ensayo clínico", recordando que su papel era asegurarse de que los productos son seguros y eficaces.

¿Por qué suscita polémica? 

Por un lado, están quienes llaman a la prudencia y a esperar los resultados de ensayos clínicos más amplios realizados según la ortodoxia científica; por otro, quienes quieren acelerar el proceso y administrar la cloroquina ampliamente en nombre de la emergencia sanitaria.

Donad Trump subrayó sus supuestas virtudes en varias ocasiones y en Francia algunos políticos también reclaman un uso generalizado. El pasado 23 de marzo, murió un hombre en Arizona (Estados Unidos) tras ingeriri cloroquina. El fallecidio y su esposa, que sobrevivió, ingirieron el medicamento al escuchar las recomendaciones del presidente de este país. Según lo aseguró la mujer en entrevista a Vaughn Hillyard de NBC News, "Trump seguía diciendo que era básicamente una cura", dijo la mujer de 60 años, cuya identidad está protegida por leyes de privacidad médica. La pareja no tenía síntomas de coronavirus, pero tomaron la cloroquina como medida preventiva para evitar contagiarse.

Pero la Organización Mundial de la Salud "condenó" este lunes "el uso de medicamentos sin pruebas de su eficacia", advirtiendo contra las "falsas esperanzas", en una clara alusión al estudio confirmado por el doctor Raoult.

La OMS enumera el hecho de que se llevara a cabo entre un número reducido de pacientes, que tanto el grupo que recibió el medicamento como el que no no fueran elegidos por sorteo y que médicos y pacientes supieran quiénes lo estaban recibiendo.

 

Por - Redacción Salud - AFP

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