El clamor de los zapateros de El Restrepo producto de la cuarentena

Jaime Salguero hace parte de los trabajadores que “viven al día” en Bogotá. Su nevera está vacía y las máquinas de taller inactivas. A falta de auxilios del gobierno, acudió a las redes sociales para buscar una ayuda para su gremio.

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Diego Ojeda / @diegoojeda95
09 de abril de 2020 - 02:00 a. m.
Bogotá concentra casi el 40 % en la producción y ventas de la industria del calzado en el país.
Bogotá concentra casi el 40 % en la producción y ventas de la industria del calzado en el país.
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El Restrepo es uno de los sectores comerciales más concurridos de Bogotá. Famoso por sus zapaterías y su plaza de mercado, en tiempos de cuarentena, por mucho, se ven a 10 personas por cuadra que salen a comprar alimento o pagar algún recibo, ya que casi todos los locales están cerrados. A lo lejos se observa una famosa pollería que funciona a puerta cerrada. Los domiciliarios esperan en la calle el despacho de los pedidos por una ventanilla.

En la plaza de mercado la situación no es diferente; los compradores aguardan en fila su turno para ingresar, parados sobre una línea hecha con cinta de enmascarar, para delimitar las distancia con la que se busca evitar los contagios. Adentro, el trabajador de una carnicería asegura que desde que comenzó la cuarentena han estado laborando a pérdidas. “El negocio no está dando para sostenernos, pero tenemos el compromiso con la ciudadanía de abastecer alimento”, explica.

La historia de la otra cara del Restrepo, la de sus zapaterías, no se cuenta desde los locales, sino desde las casas, ya que los que viven de la industria del calzado completan dos semanas de aislamiento preventivo en sus hogares. Muchos de ellos en la incertidumbre, pues según datos revelados por Luis Gustavo Flórez, presidente de la Asociación Colombiana de Industriales del Calzado, el Cuero y sus Manufacturas (Acicam), este es un sector con alta informalidad.

Explica que un importante número de trabajadores labora a destajo, es decir, no hacen parte de las nóminas empresariales y eventualmente son contratados dependiendo de las cantidades de producción. Tal es el caso de Jaime Salguero, un veterano guarnecedor del El Restrepo, quien aprendió de su padre el arte de armar el corte del diseño del calzado. Su rostro fue conocido esta semana por miles de personas que vieron el video en el que muestra las condiciones por las que atraviesa, producto del aislamiento.

Cubierto con un tapabocas, Salguero muestra a la audiencia su casa, las alacenas vacías y la nevera con apenas media bolsa de leche y lo que parece ser una cebolla y un tomate. “Esta es mi situación, estoy sin trabajo, sin ayuda del Gobierno, sin mercado”, menciona. Segundos después va a la segunda planta, donde está su taller. Este guarnecedor, sentándose detrás de una máquina de coser, finaliza diciendo que no sabe cómo responderá por las cuatro personas que en su casa dependen de esta actividad. En su entrevista con El Espectador, Salguero asegura que la situación no es más que un remate a la realidad por la que atraviesa la industria del calzado en Colombia. “Con la llegada de tanto zapato chino, las ventas se han caído”, asegura.

El presidente de Acicam respalda tal afirmación, pues la producción de la industria del calzado en el país cerró 2019 con un caída del -6,9 %, panorama negativo que también se vio reflejado en las ventas (2,7 %) y los cerca de 12.000 empleos directos que se perdieron (7,7 %). Este directivo agrega que las importaciones están opacando la mano de obra nacional. Hay que tener en cuenta que solo Bogotá concentra casi el 40 % en la producción y ventas de la industria del calzado en el país, así como el 37,6 % de los trabajadores, con 38.477 personas, de las cuales cerca de 11.700 están bajo la informalidad.

 

Por estos días, Salguero ha sobrevivido de un ahorro, pero los recursos son limitados y ha tenido que acudir a la ayuda de sus vecinos. El problema, asegura, es que aquellos que le extienden la mano puede que estén pasando por su misma situación, o peor. Es este punto donde, al parecer, no existe otra ayuda más allá de la que pueda brindar el Gobierno. A su barrio, Nuevo Porvenir (ubicado en el sur de la ciudad, en Usme) llegaron por estos días cuatro camiones con mercados para 1.000 personas.

Contrario a la orden que ha dado la alcaldesa Claudia López, estos fueron repartidos en la calle y no puerta a puerta. Tal fue la aglomeración que, según sus cálculos, solo unas 300 lograron abastecerse, es decir, hubo familias que se quedaron con dos o tres mercados y dejaron a la mayoría sin alimento.

Ante tal panorama, y sabiendo que hay personas que no aparecen en las bases de datos de población vulnerable que tiene el Gobierno, la secretaria de Desarrollo Económico, Carolina Durán, dijo a este medio que trabajan para consolidar una lista de ciudadanos desprotegidos, en los que incluso habrá gente de estratos 2, 3 y 4 que viven en condiciones de “pobreza oculta”.

Para perfilar a esta población, según explica Durán, se contará con la ayuda de líderes comunitarios y canales de atención del Distrito. Esto representa un reto, no solo para elegir bien a las personas, pues puede haber oportunistas que no necesiten las ayudas o que incluso pretendan duplicarlas porque ya las están recibiendo por otro lado, sino porque los recursos son limitados y no se tiene una certeza de a cuánta gente se va poder ayudar y de qué manera.

El panorama es, cuando menos, inquietante, porque por un lado se busca salvar vidas haciendo que las personas permanezcan en sus hogares, pero a partir de esto surgen otras amenazas como el hambre y la desnutrición. La solidaridad de quienes sí tienen recursos para con los más necesitados parece ser uno de los pilares para mantenernos de pie en medio de esta crisis.

 

Las enseñanzas de esta crisis para la industria

 

El presidente de Acicam, Luis Gustavo Flórez, asegura que una vez superada la crisis del coronavirus quedarán varias enseñanzas para la industria en general. 

La primera es la adopción del e-commerce. Dejando de lado la afectación en la capacidad de adquisición, las ventas por internet han demostrado ser una alternativa para muchos comerciantes que han estado estancados por no poder abrir sus locales.

La segunda es prestar más atención a la producción local, ya que esta situación no ha sido más que un remate al negativo crecimiento que ha tenido la industria del calzado nacional, en parte, por las importaciones que opacan la mano de obra colombiana.

La tercera significa un crecimiento en las colaboraciones y alianzas entre las empresas, para reforzar su capacidad de producción. Esto, prevé, mejorará no solo la industria nacional, sino que tendrá un impacto en el crecimiento de las exportaciones colombianas, además de una formalización en el empleo de la ciudad.

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