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Qantas Airways despidió a cerca de 30.000 empleados; la británica Flybe entró en quiebra; Delta dejó en tierra la mitad de su flota; Lufthansa eliminó el 95 % de su capacidad y American Airlines y United Airlines han detenido casi todas sus operaciones internacionales. Las prohibiciones en vuelos y las restricciones de viajes aéreos como medidas para detener la propagación del coronavirus en el mundo han provocado que los ingresos de las aerolíneas caigan vertiginosamente. (Lee también Avianca sugiere a sus empleados tomar licencias no remuneradas)
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que representa a unas 290 aerolíneas, que comprenden el 82 % del tráfico aéreo mundial, estimó que la crisis podría dejar unos US$113.000 millones en pérdidas (caída del 19 % en los ingresos). Con todo y lo oscuro del panorama, vale la pena recordar que el cálculo se hizo el pasado 5 de marzo de 2020, mucho antes de que los países comenzaran a cerrar sus fronteras o excluir ciertos destinos, por lo que se prevé que las cifras serán mucho más altas.
“La emergencia de salud pública se ha convertido en una catástrofe para las economías y la aviación. La magnitud de la crisis actual de la industria es mucho peor y mucho más generalizada que la del 11 de septiembre, el SARS o la crisis financiera mundial de 2008. Las aerolíneas luchan por la supervivencia, pero sus ingresos se están desplomando, superando incluso el alcance de las medidas de contención de costos más drásticas”, advirtió Alexandre de Juniac, director general y CEO de IATA.
En Colombia las alarmas se encendieron en forma el pasado jueves, después de que el presidente, Iván Duque, anunciara la suspensión de la llegada de vuelos internacionales al país por treinta días. Si bien la industria ya venía haciendo ajustes, ahora se ve obligada a suspender su operación externa por completo y a reducir al mínimo sus vuelos locales para intentar sobrevivir en este nuevo escenario.
Cifras oficiales dan cuenta de que, entre mediados de marzo y hoy, las frecuencias de vuelos provenientes de otros países han caído alrededor del 70 %, también se disminuyó la cifra de ingreso de viajeros del exterior, al pasar de un promedio de 24.000 personas al día a 6.679 el pasado 18 de marzo.
“Las aerolíneas están en crisis. El colapso de la demanda no tiene precedentes. Las empresas están luchando para igualar la capacidad con la situación, que cambia rápidamente", dijo Rafael Schvartzman, vicepresidente regional de IATA para Europa, aludiendo a las amplias medidas de reducción de costos que se vienen implementando para mitigar el impacto financiero del covid-19. Según la organización, la demanda mundial ha caído más del 60 % y millones de empleos están en juego (en el sector trabajan 2,7 millones de personas).
Lo que no se ha cuantificado son las pérdidas de estas empresas para el caso colombiano; de hecho, las firmas que prestan sus servicios en el país han sido renuentes a referirse al tema en medios de comunicación. Lo cierto es que en Colombia la aviación genera 600.000 puestos de trabajo y contribuye con US$7.500 millones al PIB, lo que equivale al 2,7 %. Además, el sector tiene tal ritmo de crecimiento que el Gobierno se puso hace algunos años como meta triplicar el tráfico aéreo para 2030. El gerente de IATA para Colombia, Andrés Uribe, cree que “es demasiado pronto para hacer una predicción válida” de los efectos de esta coyuntura, por tratarse de “una crisis global que afecta a todos y a todas las industrias”.
Respecto a nuestro mercado se sabe que Avianca operará solo con el 7 % de su flota, que Copa Airlines redujo sus vuelos en más del 80 % y que Latam y JetSmart disminuyeron su operación un 70 %. Según analistas consultados, el mayor riesgo que enfrentan las firmas en este momento es la caída en sus flujos de caja por la menor venta de tiquetes, “es lo primero que hay que aliviar para que se puedan mantener a flote”, señaló uno de los expertos.
Sin embargo, es particular la situación de Avianca, porque el estado financiero de la aerolínea es negativo: en 2019 registró pérdidas por US$893 millones y viene reorganizando toda su operación para obtener mayores rentabilidades y reducir su deuda. El CEO de la holding, Anko Van Der Werff, aseguró que en los primeros meses de 2020 vieron una recuperación: “Enero y febrero eran una nueva página, el año empezó muy bien, con resultados óptimos, muy arriba de los presupuestos”. Pero las perspectivas cambiaron con la propagación del coronavirus. “Es un momento más que complicado en la historia de la aviación, nunca habíamos visto algo así”, dijo el directivo.
Por su parte, el director financiero de la aerolínea, Adrian Neuhauser, fue enfático en que el coronavirus es un problema que afecta a la industria aérea global: “Tenemos que retener, aumentar y proteger la caja que tenemos hasta que podamos volver a volar, porque cuando el ingreso baja a cero el negocio se vuelve muy complejo para todos; nuestro trabajo es buscar que la empresa aguante, sabemos que tiene capacidad y en eso estamos enfocados”. Por ahora la compañía se prepara para ajustar los salarios a la baja, modificar su plan de inversión, diferir inversiones no esenciales, negociar con proveedores, financistas y acreedores, y otorgarle licencias no remuneradas a tantos empleados como sea posible para disminuir los costos fijos de una operación que quedará reducida a su mínima capacidad.
El Gobierno anunció medidas de alivio que benefician al sector, como el aplazamiento del pago de obligaciones tributarias, la reducción de aranceles para importación, una línea de crédito de Bancóldex por $250.000 millones para turismo y aviación, y tarifas excepcionales para los servicios de estacionamiento de aeronaves en aeropuertos. Sin embargo, no queda claro si estos recursos lograrán sobreaguar la inminente crisis del sector.
A futuro también se deberán revisar temas operativos, como la asignación de “slots” (horarios asignados para aterrizaje y despegue) para la siguiente temporada, que se hace basada en el cumplimiento y la demanda, una fórmula que en caso de aplicarse por estos días castigaría a la mayoría de las aerolíneas.
Pero la disminución de operaciones aéreas no solo golpea a las aerolíneas, también se siente en las cifras de las concesiones aeroportuarias. Daniel Lozano, gerente de Aeropuertos de Oriente (empresa que opera las terminales de Santa Marta, Valledupar, Bucaramanga, Cúcuta, Riohacha y Barrancabermeja), contó que empiezan a tener dificultades económicas, porque tienen una infraestructura instalada y unas inversiones para un número de pasajeros al que no llegan por estos días: “Nuestros ingresos son variantes, dependen de que la gente viaje y las aerolíneas tengan vuelos; ya hay un impacto, pero creemos que esto hasta ahora está empezando y en la medida en que el Gobierno genere mayores restricciones vamos a vernos más afectados”. Los controladores aéreos también manifestaron que están operando con dificultades y en alerta por la alta exposición en las terminales áreas.
Tal vez el mayor reto está en que el problema no es solo del sector, como bien lo advierte IATA, pues el transporte aéreo, transversal a muchas actividades, es un catalizador para el crecimiento económico y el desarrollo de todos los países, por lo que el mal momento de la industria creará consecuencias negativas en toda la economía. Aún en medio de este escenario hay quienes son optimistas y ya hablan de un “después”, cuando las personas vuelvan a volar: “Las crisis pasadas han demostrado que la aviación se recuperará, no sabemos cuánto tiempo tomará y cómo quedará la industria, pero la aviación desempeñará un papel crucial en la fase de recuperación mundial”, concluyó Uribe.
* Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus.