El Magazín Cultural

Las medidas tomadas por las librerías para enfrentar crisis por COVID-19

La librerías de Bogotá no han cerrado, pero cada día enfatizan más en el servicio a domicilio para la entrega de sus libros. La lectura, una herramienta necesaria para enfrentar estar crisis de ansiedad por la llegada del coronavirus, es un hábito que ahora estos lugares, diseñados para ser lugares de encuentro, se esfuerzan por llevar a las casas de sus lectores.

Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad
17 de marzo de 2020 - 06:22 p. m.
Yolanda Aúza, dueña de Wilborada 1047, librería que permanece abierta y promueve los pedidos a domicilio.  / Yolanda Aúza,
Yolanda Aúza, dueña de Wilborada 1047, librería que permanece abierta y promueve los pedidos a domicilio. / Yolanda Aúza,

Hasta hace unos días, los colombianos salíamos a las calles sin temor a ningún contagio. Había algunos que desde hace varios meses se notaban angustiados por la situación del COVID-19 en China, pero continuaban con su vida, tenían que hacerlo, como todos los demás. La situación fue empeorando y ya no solamente en el país asiático, sino también en Italia y España, que al día de hoy tuvieron que tomar medidas drásticas para tratar de soportar el golpe que le ha generado este virus a la salud y la economía mundial.

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Con el virus confirmado desde el pasado 6 de marzo en el país, los días han transcurrido entre el miedo, el aluvión de malas noticias y la incertidumbre, una sensación que se ha tomado cada uno de los rincones colombianos, ya que los alcaldes, gobernadores y el presidente han anunciado una serie de cambios que han alterado el transcurso regular de la vida cotidiana: fronteras cerradas, eventos culturales aplazados o cancelados, toques de queda, cierres de colegios y universidades, tele trabajo, ciclovía permanente, entre muchas otras.   

Ya no vale la pena vivir en negación, pero tampoco se pueden bajar los brazos. Hay que seguir batallando y las librerías entendieron que en sus estantes hay una valiosa herramienta para contrarrestar la bruma. La angustia que ha causado la llegada de este virus puede combatirse con un recurso que aún hoy, un porcentaje de la población, subestima: los libros.

En julio de 2019, la revista Diners citó un artículo del diario británico The Telegraph, en el que decía que los médicos comenzarían a prescribir una lista de 30 libros para el tratamiento de la ansiedad y la depresión. “Dos años después se publicó un informe oficial en el que se informó que el programa Reading Well Books on Prescription, dirigido por The Reading Agency, la Sociedad de Bibliotecarios Principales y los socios de salud, había sido un éxito asombroso, con una participación de medio millón de personas”, dice el texto de Diners.

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Yolanda Auza, de la librería Wilborada 1047, cree que este es el momento para dejar de relegar la lectura a los tiempos libres y comenzar a reconocerla como una aliada en esta batalla conjunta. “Cuando uno está trabajando, sobre todo con el ritmo de la ciudad, encuentra muchas excusas para aplazar la lectura, y ahora, más que nunca, este hábito es necesario. No hay nada que sea negativo en agarrar un libro y ponerse a leer. Solamente, con que se lea una palabra, la mente se activa y hasta se reduce el ritmo cardíaco. Los hábitos de sueño mejoran. Cuando se lee un libro pasan cosas muy útiles para estos momentos: uno puede identificarse con un personaje y encontrar formas de articular cosas que, a lo mejor, no sabía cómo decir antes. Por eso la poesía es tan poderosa. También, a través de las letras, se notan los esfuerzos del autor para explicar por qué las personas hacen lo que hacen. Eso genera empatía, algo vital para este momento”, dice Auza, que también quiere reforzar el servicio de los domicilios para contribuir al aislamiento.

Wilborada 1047 continúa abierta, pero se están generado canales distintos a los regulares para que las personas que pidan su libro puedan tenerlo en menos de ocho horas. Si un cliente quiere hacer un pedido por teléfono, un librero estará disponible para guiar su compra en caso de que lo que pide no esté disponible, o por si lo que le interesa es explorar títulos que acompañen su estadía en casa. En la librería trabajan ocho personas que, aunque tendrán que desplazarse hasta allá, se dividieron en turnos para evitar la propagación de contagios. La agenda cultural quedó cancelada y en el café se han eliminado algunas mesas para que haya más espacio entre los clientes y las personas que atienden el lugar. “Por supuesto estamos atentos a cualquier recomendación del Gobierno Nacional, las autoridades y la Alcaldía. Si nos mandan a cerrar, obedeceremos de inmediato. Esta librería se pensó como un lugar de encuentro, pero sabemos que tenemos una responsabilidad con la ciudad”.

Por su parte, Camilo de Mendoza, uno de los fundadores de la librería Tornamesa, también está explorando alternativas que puedan facilitar la entrega de los libros. De hecho, una de las negociaciones  que se puso en marcha es con la empresa Rappi, que podría facilitar la entrega de ejemplares. “Si nos toca cerrar, nos matan. Yo tengo unos gastos de funcionamientos muy costosos. Tengo una nómina de 16 personas que tengo que pagar. La librería no cierra hasta que no me den la orden. No puedo. Quisiera, pero no puedo”.

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Tornamesa está tomando unas medidas similares a las de Wilborada 1047: lavados de manos continuos para los empleados, jabón disponible  y espacios ventilados. 

Ana María Aragón, de Casa Tomada, dice que en su librería nunca ha habido aglomeraciones, así que es un asunto que no ha representado un cambio, pero sí se han tomado medidas que protejan a empleados y visitantes: “A la entrada les pedimos a los clientes que pasen al baño y se laven las manos. Siempre habrá jabón y anti bacterial disponible. Los clubes de lectura los estamos transmitiendo por Facebook Live y así lo vamos a seguir haciendo. En la página hay una selección de libros agrupados por temas para que las personas revisen los contenidos. Nuestros empleados siempre han tenido turnos, pero si están enfermos no deben venir. Esta librería es como mi casa, así que, me quedaré en la casa”, concluye Aragón, quien coincide con los demás libreros en que están tomando todas las medidas que ordenan las autoridades para no tener que cerrar, pero que, si las cosas se agravan y les ordenan suspender actividades, se obedecerá de inmediato.

La librería Lerner es otro de los lugares que están promoviendo la alternativa de comprar los libros por internet: el envío será gratuito. Alba Inés Arias Figueroa, directora comercial de la Lerner, también anuncio que con los recientes cambios, se decidió que el horario de atención en todas las sedes sería hasta las 3 p.m., y que los empleados, aunque deben asistir en ocasiones a las oficinas, se turnarán para que no deban hacerlo en el mismo horario. “En la librería se cancelaron todos los eventos culturales, sobre todo porque no se entendía por qué entre 500 personas se evitaría el contagio. Es decir, pensamos que es una medida un poco absurda porque también nos pedían cuidados a nivel individual. Hay un énfasis en el lavado de manos y hay indicaciones en los baños sobre cómo hacerlo”, concluyó Arias, quien también es librera.

El pánico no puede gobernar. Ya se ha visto que, bajo presión, las personas tomamos decisiones pensando en el bienestar propio. La solidaridad es una urgencia. La empatía, una palabra popular por estos días, es fácil desarrollarla a través de las historias contadas por autores que se esfuerzan por explorar la condición humana. Autores que están disponibles en estas librerías que recorrerán la ciudad para llevar refuerzos a sus lectores. 

 

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Por Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad

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