Pandemia del coronavirus: Educación universitaria remota ¿en qué va?

Juan Carlos Henao y Alejandro Cheyne, rectores del Externado y del Rosario, dos de las universidades mejor calificadas del país, responden a las inquietudes planteadas por las comunidades estudiantiles por el abrupto cambio de modelo, de clases presenciales a remotas, debido al aislamiento social obligatorio.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
12 de abril de 2020 - 02:00 a. m.
Juan Carlos Henao y Alejandro Cheyne, rectores de las universidades del Externado y del Rosario, respectivamente. / El Espectador y Cortesía
Juan Carlos Henao y Alejandro Cheyne, rectores de las universidades del Externado y del Rosario, respectivamente. / El Espectador y Cortesía

Juan Carlos Henao, rector de la Universidad Externado de Colombia
“La premisa es solidaridad y gran flexibilidad”

El gobierno confirmó, esta semana, la extensión de la medida de dictar clases virtuales en las universidades del país hasta el 30 de mayo. Difícil no acoger esa orden por la emergencia sanitaria pero ¿está de acuerdo con ese cambio abrupto, en cuanto podría incidir en la calidad del proceso educativo?

La decisión gubernamental es acertada y tenemos que reaccionar favorablemente a esta. Las crisis son para superarlas, no para naufragar en ellas, y las personas, las sociedades y las instituciones tienen la oportunidad de engrandecerse cuando se presentan. Si bien la situación es muy compleja, aprenderemos mucho en humanismo, sencillez, igualdad y preservación del planeta lo cual se reflejará positivamente en el sector educativo y, por tanto, en el conjunto de la sociedad. Un educador tiene el imperativo de ser optimista. Nuestro lema fundacional de 1886 aún sigue vigente: “post tenebras spero lucem” (después de las tinieblas vendrá la luz). La nueva realidad va a redimensionar, para bien, muchos valores en la educación.

¿La calidad de la educación universitaria ha sufrido desmedro por las nuevas condiciones? 

Es muy prematuro para dar una respuesta definitiva. La educación remota tiene limitaciones que podrían incidir en algunos aspectos de la calidad académica pero apenas estamos empezando a evaluar el tema.

Al menos 160 universidades están adelantando sus planes de estudio de manera virtual. En el caso del Externado, ¿cómo se ha vivido la experiencia de pasar de las clases en un espacio aislado y exclusivo, a la enseñanza en que los participantes están dispersos?

Se debe aclarar que lo que realmente estamos haciendo las universidades en este momento no es un modelo de educación virtual, sino la utilización de herramientas que permiten hacer las clases y las actividades formativas de manera remota. En nuestro caso, nos hemos servido de las plataformas Zoom Premium y Aulas Virtuales que, con el licenciamiento debido, se han otorgado a todos los miembros de nuestra comunidad. El aprendizaje masivo en su uso ha facilitado las cosas. Por ejercer también la docencia, constato que hay participación activa, debate, preguntas, etc. Con los estudiantes no hay inconveniente en esa materia porque son nativos digitales que se adaptan muy fácilmente a los cambios, más si ya usaban tecnologías de avanzada.

¿Cuál es la que existe entre la educación virtual y las clases de manera remota?

El modelo de educación virtual rompe con muchos de los paradigmas de la educación presencial, entre otros,  las nociones de espacio y tiempo. Además, los roles del profesor y del estudiante se modifican porque este último tiene un mayor margen de maniobra sobre los objetivos, contenidos y estrategias de aprendizaje. El profesor se convierte más en un actor que plantea problemas, que en alguien que dicta cátedras magistrales.

Se han escuchado reclamos de estudiantes, sobre todo de universidades públicas, por la falta de acceso de todos los alumnos a internet; o por la falta de estabilidad de las redes con lo cual pierden parte de la clase o no pueden, por ejemplo, terminar un examen. El Externado ¿ha tenido este tipo de problemas y quejas?

Se han presentado problemas. Por fortuna, un grandísimo porcentaje tiene internet en sus hogares y los que no lo tienen, pueden integrarse a la clase mediante sus móviles. Se ha realizado un censo de los alumnos con problemas de conexión y se entra en comunicación con ellos. La premisa es sencilla: solidaridad, gran flexibilidad y amabilidad con los estudiantes. Resaltamos que es tan importante la certeza que debemos transmitir, como la autoexigencia de quienes la puedan practicar con el fin de mermar la ansiedad normal que se puede generar en estos momentos.

Otra queja recurrente de la comunidad estudiantil es la que se relaciona con  exámenes y calificaciones. Según los quejosos, las evaluaciones no resultan justas ¿Qué ha decidido el Externado en cuanto a la forma de calificar el rendimiento académico?

Es un tema muy discutible. De hecho, varias universidades han tomado alternativas diferentes. En el Externado, mediante un comunicado de rectoría y la labor de los decanos y estudiantes, se ha indicado, claramente, que se tiene que permitir gran flexibilidad en la evaluación sin menoscabar el nivel académico, así como promover un diálogo entre profesor y alumno para decidir la forma de la prueba. La tecnología permite desarrollar diversas maneras de evaluación: exámenes orales, escritos, trabajos, análisis de casos, portafolio del estudiante, elaboración de textos colaborativos, etc., que estamos utilizando.

Algunos de esos estudiantes también solicitan suspensión del actual semestre universitario mientras se supera la emergencia sanitaria ¿Cree que hay razones para aceptar esa suspensión y adelantar las vacaciones?

 Si bien puede haber razones, decidimos no suspender el semestre ni adelantar vacaciones. Los estudiantes quieren continuar el periodo con la mayor normalidad posible. Tomar una decisión contraria puede generar muchos cambios en sus proyectos de vida así como también problemas económicos para los padres. No estimo que sea conveniente en la medida en que la institución universitaria pueda seguir ofreciendo excelencia académica. Esperemos a que la situación se componga y podamos volver a la vida normal y, agrego, mejorada, en el próximo semestre.

¿Significa que este primer semestre continuará, hasta el final, de manera remota, aun cuando la cuarentena se levante?

Aún no tomamos la decisión pero creo que será imperativo hacerlo.

Una cosa es que un profesor esté preparado para dictar clases presenciales, otra que sea un maestro virtual. Con la experiencia actual, ¿qué han detectado ustedes en materia de adaptación y destrezas tecnológicas de su profesorado?

Desde hace más de nueve años contamos con un Centro de Educación Virtual que, junto con la Facultad de Educación y la Dirección de Tecnología han trabajado y permitido la adaptación, sin traumas, a la nueva situación. A la formación de los profesores se ha sumado  su curiosidad por las nuevas metodologías lo que permite vislumbrar que se avanzará, notablemente, en el componente remoto o virtual de la universidad. Si en los últimos años hemos logrado realizar más de cien cursos totalmente virtuales y contar con 500 aulas virtuales de apoyo a los programas presenciales, estimamos que esa cifra se doble en cuestión de meses.

Suponiendo que el segundo semestre de este año pueda transcurrir con el regreso de la vida social, ¿cuáles son los planes del Externado: ¿volverá a las clases presenciales, continuará con las remotas o hará una combinación de ambos métodos?

Soy defensor de la educación presencial porque la estimo más humana, más deliberativa, más profunda, más comunicativa, y porque permite una mejor formación del estudiante como ser ético, demócrata y social. Seguiremos siendo presenciales pero, sin duda, el gran y acelerado avance “forzado” en tecnología nos permitirá continuar profundizando en perspectivas virtuales. Ya contamos con varios cursos virtuales de maestría que se dictan con estudiantes de toda América Latina. No obstante, aún en estos casos, hemos considerado fundamental mantener algunos encuentros presenciales.


Alejandro Cheyne, rector Universidad del Rosario

“Después del COVID-19, la educación nunca será la misma”

¿Cómo le parece la decisión del Gobierno de extender la medida obligatoria de dictar, hasta el 30 de mayo, clases solo de manera remota y la posible afectación de la calidad de la educación universitaria?

En la Universidad del Rosario tomamos la decisión de mantener las clases por modalidad de acceso remoto durante el presente periodo académico, es decir, todo este primer semestre. Así contribuimos a la seguridad de nuestra comunidad y la de la sociedad colombiana. Estamos seguros de que el desafío es pedagógico y no tecnológico. Por esto, el uso y la apropiación de la tecnología se pueden incorporar a las clases pero bajo la perspectiva educativa, existen múltiples retos en la medida en que las clases por acceso remoto nunca podrán tener la misma estrategia que las presenciales.  

¿Por qué?

Entre los riesgos de esta transformación acelerada, hay dos que impactan directamente a los jóvenes. El primero es el sentimiento de soledad ya que se encuentran aislados durante la cuarentena lo cual tiene un impacto importante en sus emociones y en su proceso de aprendizaje. Un segundo riesgo es el proceso de evaluación. Entendemos que las evaluaciones constituyen una posibilidad de aprendizaje para los alumnos, más que una forma de “medirlos” o “juzgarlos”. Por esto, las mantenemos con un llamado a nuestros docentes para que puedan ser aprovechadas para identificar las brechas entre los objetivos de aprendizaje y la realidad de los estudiantes, acorde con su contexto y sus talentos.

Difícil poder calificar, de esa manera con plena objetividad ¿No hay otra forma de medición que se pueda considerar?

Si la evaluación es un medio para el aprendizaje, como dije, lo que se debe hacer es fortalecerla y flexibilizarla acorde con el acceso remoto pero nunca eliminarla.

Según dijo la ministra de Educación, 160 centros universitarios han acatado la medida sobre clases remotas pero es evidente que, aparte del grupo de las universidades más reputadas, la mayoría no debían estar preparadas para este reto. Primero, ¿cómo ha sido la experiencia del Rosario en la cuarentena educativa?

Este desafío se presentó en pocas semanas lo cual nos obligó, ante la velocidad de la emergencia, a realizar la transformación sin posibilidad de llevar a cabo una prueba piloto. Empezamos a ofrecer el proceso de enseñanza y aprendizaje en una semana, muy exitosamente, por fortuna. Solo para dimensionar el tamaño del desafío, en esa primera semana se impartieron más de 15 mil clases con más de 167 mil asistentes para atender a 12 mil 500 estudiantes de todos nuestros programas. Pudimos dar respuesta rápida a la emergencia debido a las inversiones en tecnología realizadas durante los últimos seis años por más de $66.000 millones de pesos; a la buena disposición de los docentes y estudiantes por mantener el proceso de aprender a aprender, y a nuestro proyecto estratégico al año 2025, Revolución Digital.

Segundo, ¿Cree que, como efecto colateral de la medida de aislamiento, se ahondará más la brecha entre la calidad del proceso educativo de las universidades prestigiosas y la que tiene la mayoría de centros universitarios del país?

Desafortunadamente en Colombia la educación superior pareciera tener diferentes velocidades y capacidades de respuesta a las necesidades de los jóvenes. La crisis originada por esta pandemia ha puesto a prueba la realidad de cada institución de educación superior, tanto en su modelo pedagógico como en su disponibilidad de recursos financieros y de talento humano. La única salida para enfrentar este desafío es evitar la tentación del  “sálvese quien pueda”. El camino es una mayor colaboración entre las universidades y los actores que intervienen en el proceso educativo: las empresas, el Gobierno, los empleadores, las familias y, muy especialmente, los jóvenes.

En cuanto a la experiencia particular del Rosario, esta emergencia sanitaria y el confinamiento, ¿alteraron el número de matriculados, cuerpo de profesores y resto de la comunidad universitaria? ¿Ha habido deserciones?

Seguramente la caída en los ingresos de las familias con un desempleo creciente, afectará la posibilidad de enviar a sus hijos a estudiar. Lo anterior, sumado a los problemas cotidianos del estudiante en su proceso de aprendizaje y a múltiples factores muy particulares del proyecto de vida de los jóvenes. En nuestra universidad la deserción es, en promedio, del 27%, muy inferior al promedio nacional, que ronda en un 50% en educación superior. Pero, ante esta nueva realidad, estamos buscando estrategias de financiación innovadoras para aliviar la presión económica de las familias y brindar un mayor acompañamiento psicopedagógico a los jóvenes.

Grupos de estudiantes han reclamado por la supuesta baja calidad de las clases y por la falta de equilibrio en las herramientas tecnológicas de que disponen. Probablemente, no son problemas para la comunidad rosarista pero, ¿la rectoría ha recibido este u otro tipo de quejas?

Sin duda, el acceso a la tecnología no es el mismo para todos los jóvenes en nuestro país pero, tal vez, lo más complejo es que exista una diferencia en la capacidad de uso y apropiación de esta, que no les permita a los jóvenes maximizar sus talentos. Lo que no puede pasar en Colombia, es que eso se convierta en un factor adicional para profundizar la desigualdad en los jóvenes. Por tal motivo, desde la universidad trabajamos para solucionar los problemas de nuestra comunidad y para hacer que la experiencia de acceso remoto sea idónea para todos los estudiantes.

En la misma línea, ¿qué opina del caso planteado por estudiantes de una muy bien reputada universidad pública que piden suspensión del semestre porque “aprender se ha vuelto una tarea titánica” por la supuesta falta de adaptación del método de enseñanza y por la inequidad en las calificaciones y acceso a clases?

La crisis producida por el Covid-19, ha afectado a todas las instituciones de educación superior y, por supuesto, a los jóvenes, quienes están expresando lo que piensan y lo que sienten en este momento, lo que debe ser motivo de máxima atención y comprensión. Sin embargo, en una medición de impacto realizada por nosotros para conocer los resultados del acceso remoto, los profesores contestaron que sienten a sus estudiantes más atentos y entusiasmados en las clases, y que perciben, además, que los resultados en el aprendizaje son superiores a lo que ellos esperaban. Cuando le preguntamos a los alumnos por esta nueva experiencia, contestaron que las clases son más dinámicas y que observan a sus compañeros, más comprometidos.

El semestre entrante, ¿el Rosario mantendrá las clases remotas y continuará con las presenciales en forma simultánea? ¿A cuál de los dos métodos le dará prelación?

Después del Covid-19, la educación nunca volverá a ser la misma. Sin duda, los aprendizajes acelerados durante las últimas semanas representan una oportunidad extraordinaria no solo para definir la combinación óptima entre la virtualidad y las clases presenciales en los procesos de enseñanza y aprendizaje, sino para repensar la misión de la universidad en la sociedad, su modelo educativo y su compromiso con la innovación pedagógica.

Universidad tradicional, adaptada a los tiempos del Covid-19

La Universidad Externado de Colombia, con más de 12 mil 500 alumnos, un campus de 65 mil metros cuadrados y una reputada biblioteca que tiene 160 mil volúmenes, 50 mil de estos especializados en las áreas de derecho, tuvo que modificar casi la totalidad de su programación del año 2020, como el resto de los centros de educación universitaria del país, cuando el gobierno nacional decretó la cuarentena nacional que se extendió hasta el 26 de abril pero que podría continuar el resto del semestre académico. En el caso del Externado, además de eliminar sus clases presenciales y adaptarlas al sistema de acceso remoto, los foros, conferencias y seminarios programados para este y el próximo semestre, se reprogramaron para realizarlos a través de varias plataformas, entre estas, Zoom Premium que permite encuentros en tiempo real de numerosos grupos de personas, mediante video y audio simultáneo. Entre otras charlas relacionadas con la crisis sanitaria mundial y sus efectos, el Externado ha programado diálogos pertinentes para tiempos de anormalidad jurídica y social. Por ejemplo, el incumplimiento contractual y solidaridad en épocas de pandemia, derechos de propiedad intelectual  y su validez cuando el foco está en la supervivencia del ser humano e historia de otras epidemias que sacudieron el mundo en el siglo pasado.  

Apoyo al Instituto Nacional de Salud en la realización de pruebas de coronavirus

Un laboratorio de microbiología de la Universidad del Rosario podrá practicar pruebas diagnóstico del Covid-19, autorizado como apoyo al Instituto Nacional de Salud cuya capacidad está copada desde antes de que el país llegue al pico de la pandemia, momento que, según los expertos, llegará en una o dos semanas.  Ante un llamado de la universidad, el sector empresarial aportó más de  $4 mil millones para dotar el laboratorio con las herramientas necesarias para realizar esa tarea médica prioritaria. Contribuyeron Alpina, Grupo Santander, Seguros Bolívar, Davivienda, Fundación El Nogal, Windows Channel y Colsubsidio, además de  donaciones de personas naturales. Según Alejandro Cheyne, rector del Rosario, “este es un buen ejemplo de la solidaridad de los colombianos y de la articulación de la universidad, la empresa, el Estado, las familias y los jóvenes, tan necesaria en esta época crítica de nuestro país”.  Cheyne añadió que la universidad “espera recibir más apoyo para financiar los reactivos necesarios para poder realizar miles de pruebas en las siguientes semanas”.

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Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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