A mediados de 2014, Wolfe demandó a su compañero de trabajo y expareja Justin Mateen por acoso sexual y por haberla despojado, según ella, de su credencial de cofundadora de Tinder.
Antes de que Whitney Wolfe Herd se convirtiera en una de las jóvenes más ricas del planeta, lideró dos proyectos. Por un lado, tras el derrame de petróleo de la British Petroleum en el Golfo de México, que causó la muerte de 11 trabajadores, creó una iniciativa sin ánimo de lucro que vendía bolsas de bambú cien por ciento orgánico para respaldar a la Ocean Futures Society, la organización que ayudó a encontrar soluciones a uno de los desastres ambientales más grandes que ha enfrentado Estados Unidos. Esas bolsas, que llevaban como símbolo al pelícano pardo, llamaron la atención de actrices famosas como Kate Bosworth y Denise Richards.
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Por otro lado, meses más tarde, Wolfe creó una línea de ropa llamada Tender Heart, cuyas prendas se producían en Nepal y cuya intención era generar conciencia sobre la trata de personas y la explotación laboral. Esos dos proyectos, pensados mientras estudiaba Relaciones Internacionales en la Universidad Metodista del Sur, en Texas, fueron la antesala de su llegada a la cumbre. Primero cofundó Tinder, una de las aplicaciones de citas más populares del mundo. Fue su vicepresidenta de marketing durante dos años. Y fue justamente una mala experiencia en esa compañía lo que la llevó a Bumble, su emprendimiento más reciente.
Sigue a Cromos en WhatsAppA mediados de 2014, Wolfe demandó a su compañero de trabajo y expareja Justin Mateen por acoso sexual y por haberla despojado, según ella, de su credencial de cofundadora de Tinder. Manifestó que él la bombardeó con mensajes de texto abusivos y amenazantes. Mateen fue suspendido por su comportamiento y más tarde dio un paso al costado. Wolfe, por su parte, decidió abandonar la empresa, pero no el sector. Ese mismo año fundó, junto con el multimillonario ruso Andrey Andreev, una aplicación llamada Bumble, que la llevó a ser una de las personas con más dinero en el planeta. Con tan solo 32 años, su fortuna asciende a los 1.600 millones de dólares.
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Wolfe nació y se crio en Salt Lake City, la ciudad más poblada del estado de Utah, hasta que ella y su familia se mudaron a París. Ella tenía 11 años. Regresó a Utah para completar sus estudios de bachillerato y luego se especializó en Relaciones Internacionales en la universidad después de ser rechazada por la escuela de publicidad y marketing. Desde entonces, medios como Medium.com y Bloomberg la han calificado de “genio del marketing”. La particularidad de Bumble, que registró en septiembre de 2020 12,3 millones de usuarios activos, es que las mujeres son las que deben dar el primer paso. Cuentan con 24 horas para iniciar la conversación y, si no lo hacen, el chat caduca y solo es posible volver a contactar a la persona si se paga una suscripción. Wolfe explica su modelo diciendo que la forma en que comienza una relación es la forma en la que va a terminar. “Si comienza con respeto, seguirá habiendo respeto hasta el final”.
En julio de 2019, la emprendedora volvió a enfrentarse a un socio. La revista Forbes reveló que sobre Andrey Andreev pesaban acusaciones de una cultura tóxica laboral y misógina en una de sus oficinas de Londres. Esa conducta, desde la mirada de Wolfe, iba en contravía del empoderamiento femenino que ella había sembrado en su empresa. De modo que, cuatro meses más tarde, la firma Blackstone Group adquirió las acciones de Andreev, y Wolfe asumió el cargo de CEO de Bumble.
Hoy, la mujer que sigue reivindicando las causas que defendió en la universidad (apoyando con donaciones al movimiento Black Lives Matter y a colectivos feministas), ostenta dos envidiables rótulos: además de ser la mujer multimillonaria más joven del mundo, es la directora ejecutiva más joven en sacar una empresa a cotizar en la bolsa en Estados Unidos.