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¿Conoce la diferencia entre la vulva y la vagina? Vamos a empezar por aclarar este par de términos. La vulva está compuesta por el conocido ‘monte de venus’, el clítoris, los labios externos e internos y la abertura de la uretra (por donde sale la orina). La vagina, en cambio, es el conducto que conecta el útero con el exterior del cuerpo (por donde entra el pene cuando tenemos relaciones sexuales). Esta diferencia es importante porque cuidar de nuestra vulva como corresponde asegurará, en gran medida, la salud de la vagina.
Sorprende que aún sea necesario hacer estas precisiones. Y resulta extraño que, en la infancia, no nos hayan hablado de la higiene íntima hasta el cansancio, como lo hicieron con el lavado de los dientes, por ejemplo. Lo cierto es que a la generación de nuestros papás posiblemente le daba vergüenza hablar de esta parte del cuerpo. Incluso hoy solemos ignorarla y solo le prestamos la atención debida cuando algo por ‘allá’ nos comienza a picar. Lo más preocupante es que, incluso con la piquiña, muchas veces preferimos quedarnos calladas antes de averiguar las razones de la molestia.
Una buena forma de familiarizarnos con la vulva es acostarnos y poner un espejo en medio de las piernas para poder observarla, examinarla, escudriñarla en su totalidad. Reconocer sus partes, su color, su olor y sus pliegues permitirá identificar nuestros propios parámetros de normalidad y reconocer cuándo algo anda mal.
La vagina, un órgano ingenioso
La vagina y la vulva tienen un sistema muy ingenioso para mantenerse limpias y saludables: crean un ambiente más ácido que el del resto del cuerpo –con un pH de aproximadamente 4.0– para que los hongos y las bacterias no puedan sobrevivir ni reproducirse en sus tejidos. ¿Cómo lo hacen? A través de la flora vaginal, una mucosa compuesta por bacterias protectoras llamadas lactobacilos, que combaten a cualquier intruso que quiera llegar a colonizar.
La finalidad de cualquier rutina de higiene en estas áreas es, principalmente, evitar que esa acidez no se vea alterada. Teniendo en cuenta que es la vulva la que se encuentra directamente expuesta a las amenazas del exterior, es ahí donde se deben concentrar nuestros cuidados.
Hablamos con Diana Vélez, ginecóloga y sexóloga de Femclinic, quien nos dio algunos consejos para no perder de vista.
Vello púbico, ¿sí o no?
El vello púbico existe porque tiene una función: controlar la temperatura del área vaginal, con el fin de mantener el pH local. Por eso, se recomienda no depilar por completo, especialmente si una mujer es propensa a tener infecciones. La mejor opción es ‘podar’ la zona, si no es muy amiga de los pelos. Ver: La zona íntima, ¿con vello o sin vello?
No al exceso de limpieza
Es equivocado pensar que limpiar en exceso evitará olores e infecciones. Todo lo contrario, puede alterar el equilibrio de la flora vaginal. Lo ideal es lavar con agua y, si se quiere, con un poco de jabón íntimo en los labios externos, ¡nunca en la vagina! Hacerlo una vez al día, en la ducha, es suficiente. Evite productos no indicados, como jabón de tocador, perfumes, cremas o pasar elementos como estropajos y espumas. La vulva debe permanecer en su estado natural.
El jabón íntimo es buena idea si…
Cumple con una serie de características. En el mercado hay productos que prometen ser para la zona genital, pero al leer la letra pequeña tienen componentes como el ácido láurico, un tipo de detergente que es abrasivo para la vulva. Si va a utilizar un jabón íntimo, que sea formulado por el ginecólogo antes de ir al supermercado.
Ropa interior, mejor si es de algodón
Materiales como la licra atrapan la humedad y aumentan la temperatura, lo cual altera el pH. Lo ideal es usar ropa interior de algodón o asegurarnos de que la entrepierna sea de este material. La talla también es importante. Prendas demasiado ajustadas pueden incrementar el roce del material con la piel y causar erosiones cutáneas.
No a los protectores diarios
Son una necesidad que nos ha creado la publicidad. Los protectores alteran la temperatura, causan humedad y favorecen el crecimiento de bacterias. Si hay flujo y no quiere manchar la ropa interior, úselos, pero cámbielos con frecuencia (cada tres o cuatro horas, como mínimo). También puede optar por cambiar los calzones varias veces al día.
A la hora de secarse
Es recomendable que reserve, exclusivamente para la vulva, una de las esquinas de la toalla con la que se seca después del baño. Así evitará contaminarla con bacterias provenientes de otras partes del cuerpo, como los pies, que son susceptibles a estar en contacto con el suelo. Si el método no resulta muy efectivo, vale la pena tener una toallita extra solo para este fin o secar con papel higiénico.
Precaución después de las relaciones sexuales
Se aconseja orinar después del sexo y lavar. El semen y algunos lubricantes pueden tener un pH distinto al de la vagina. Al enjuagar con agua, se ‘barren’ esas sustancias para evitar alguna infección. Dos consejos claves:
1. Lo que penetró en el ano no debe volver a la vagina porque puede contaminarla con bacterias.
2. No olvide usar condón.
La copa, recomendada
La copa se ha convertido en una opción para las mujeres que no toleran las toallas o los tampones, porque les causan alergia o irritación. Mientras se tenga un cuidado correcto, como esterilizarla antes y después de usarla, es una muy buena alternativa que, además, ayudará al planeta. Ver: Mi verdad sobre la copa menstrual
Controles anuales
Ir al ginecólogo una vez al año es la cita inaplazable. Es la oportunidad para hacerse los exámenes de rigor, como la citología, y consultar cualquier inquietud.
