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Haidy Sánchez Mattsson quiere cerrar brechas en educación, ciencia y tecnología

La psicóloga Haidy Sánchez Mattsson habla de la fundación Nuevo Amanecer ESAL, que ayuda a la juventud chocoana para que se forme y tenga una oportunidad en el competitivo ámbito laboral. Lee en esta entrevista sus logros, su visión y algo de su inspiradora historia.

Por Redacción Cromos
28 de septiembre de 2024
Haidy Sánchez Mattsson quiere cerrar brechas en educación, ciencia y tecnología
Fotografía por: cortesía

Haidy Sánchez Mattsson es una psicóloga chocoana que ha dedicado su vida a la misión de cerrar las brechas en educación, ciencia y tecnología en el departamento de Chocó, Colombia. Desde Suecia lidera la Fundación Nuevo Amanecer ESAL, una organización que busca brindar oportunidades y herramientas a la juventud chocoana, especialmente a las niñas y adolescentes, para que puedan acceder a una educación de calidad y desarrollar su potencial en áreas como la robótica, la mecatrónica y el empoderamiento digital.

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Con una trayectoria marcada por su pasión y compromiso social, Haidy ha logrado establecer alianzas con entidades internacionales como Google, Microsoft y Amazon para llevar educación tecnológica al Chocó. Su labor no solo ha permitido que las niñas de la región sueñen con un futuro en el que la tecnología sea parte de sus vidas, sino que también las ha convertido en referentes y ejemplos de superación para sus comunidades.

Haidy Sánchez Mattsson quiere cerrar brechas en educación, ciencia y tecnología

Haidy Sánchez Mattsson quiere cerrar brechas en educación, ciencia y tecnología

Fotografía por: cortesía

Para quienes no te conocen, ¿quién es Haidy Sánchez Mattsson?

Soy una mujer nacida en Quibdó, Chocó, donde viví durante 16 años antes de trasladarme a Medellín para estudiar Psicología en la universidad. Me considero una persona empática, humilde, resiliente, comprometida, y con una chispa de humor. Hace 24 años me establecí en Suecia, donde formé mi familia y trabajo.

Actualmente, laboro en una institución estatal sueca que brinda atención integral a personas con discapacidades, desde la niñez hasta la vejez. Aquí, el servicio es gratuito gracias a un sistema de seguridad social muy generoso, financiado por los altos impuestos que pagamos. En mi trabajo, además de atender a pacientes, coordino tratamientos grupales para jóvenes con autismo, y he llevado a cabo investigaciones en autismo y salud mental, integrando estudios transculturales que involucran a pacientes de Latinoamérica.

Además, soy columnista de opinión y directora fundadora de la fundación Nuevo Amanecer ESAL, una organización sin ánimo de lucro que opera en el Chocó. Nuestro objetivo es cerrar brechas en educación, ciencia, tecnología e innovación, ofreciendo oportunidades laborales y educativas en la región pacífica colombiana.

¿Qué te motivó a enfocarte en la transformación de la educación de las niñas desde Suecia?

Mi motivación surge de observar las enormes brechas sociales en Colombia, especialmente en el Pacífico. Al comparar la realidad de las niñas de mi país con las oportunidades que tienen las de otros países, como Suecia, me quedó claro que era necesario actuar, no solo denunciar. He escrito sobre estas desigualdades en artículos y redes sociales, pero decidí ir un paso más allá y aportar a la construcción de un mejor Chocó y una mejor Colombia. El empoderamiento de las niñas en temas tecnológicos es una herramienta clave para abrir puertas y oportunidades.

A través de la fundación, hemos implementado programas de robótica educativa en alianza con la Fundación Global Arte, Ciencia y Tecnología, así como programas de ciencias Steam y mecatrónica en colaboración con la Universidad EAN. Gracias a alianzas con empresas como Google, Microsoft y Amazon, hemos desarrollado actividades de alfabetización y empoderamiento digital gratuitas para diferentes poblaciones.

¿Cuáles son los desafíos de adaptar tu experiencia como colombiana al sistema educativo sueco?

Superar las barreras del idioma fue el primer reto. Sin embargo, he aprendido a apreciar la responsabilidad y el compromiso que caracterizan a la sociedad sueca. Aquí, todos los niños y niñas tienen un lugar en la sociedad, sin importar su género o clase social. En contraste, en Colombia, especialmente en mi región, el acceso a la tecnología y la educación es limitado, lo que me impulsa a trabajar para cerrar esas brechas.

¿Cómo es un día típico para ti en Suecia?

Mis días están llenos de trabajo en la institución donde laboro, reuniones, y atención a pacientes. En casa, comparto las tareas del hogar con mi familia. Nos organizamos para las actividades de nuestros hijos, como llevarlos al entrenamiento de fútbol, cocinar juntos y ver series en familia. Además, dedico muchas horas al trabajo de la fundación, a pesar de la diferencia horaria entre Suecia y Colombia.

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¿De qué manera ha contribuido tu formación a tu visión sobre la educación?

Mi formación como psicóloga ha influido enormemente en mi visión sobre la educación. Creo firmemente en la importancia de estimular el intelecto y fomentar la curiosidad para desarrollar las capacidades del cerebro. Mi objetivo es brindar acceso a la tecnología y la educación en áreas como la robótica y la mecatrónica, permitiendo que las niñas y mujeres del Chocó se empoderen y se conviertan en agentes de cambio en sus comunidades.

¿Qué impacto ha tenido tu trabajo en la comunidad de niñas a las que apoyas?

El impacto ha sido significativo, tanto a nivel académico como cultural. Nuestras niñas han ganado competencias internacionales de robótica, han replicado su conocimiento en sus comunidades y han ampliado su visión del mundo. Por ejemplo, logramos llevar a un grupo de niñas a una capacitación en inteligencia artificial en Google Colombia, y su desempeño fue excepcional. Esto les permitió conocer otras ciudades y culturas, experiencias que, de otro modo, serían inaccesibles para ellas.

¿Cuál es el mayor aprendizaje que has obtenido al liderar iniciativas educativas?

El mayor aprendizaje ha sido comprender las múltiples necesidades básicas no cubiertas de las niñas que apoyamos. Muchas veces, además de la educación, hemos tenido que proporcionarles herramientas como celulares, computadores y acceso a internet, para que puedan aprovechar las oportunidades educativas. Es un desafío enorme, pero necesario, y la fundación trabaja para cubrir esas necesidades de manera integral.

¿Cómo te gustaría que tu modelo de educación para niñas se replicara?

Me gustaría que este modelo tuviera un enfoque holístico, que no solo se centre en la formación técnica, sino también en el desarrollo de habilidades blandas, la inclusión y la empatía. Es fundamental mezclar a niñas de diferentes estratos socioeconómicos para que puedan aprender unas de otras y construir una sociedad más equitativa.

¿Qué consejo le darías a las jóvenes latinoamericanas que desean emprender en el ámbito educativo y tecnológico?

Les diría que rompan paradigmas, que sean perseverantes y se atrevan a aprovechar las oportunidades que se les presenten. Nada es imposible si trabajamos con enfoque y determinación, aunque el camino no siempre sea fácil.

¿Cuáles son tus proyectos para el resto de 2024 y 2025?

Mi objetivo es continuar impactando a más niñas y adolescentes a través de la tecnología y la innovación, y también estamos enfocados en un programa de seguridad alimentaria que beneficiará a 600 familias en el Chocó. Espero que más aliados se unan a estas iniciativas para garantizar su sostenibilidad a largo plazo.

¿Cuáles son los retos y desafíos que encuentras en la labor que realizas en territorios?

Hacer labor social en Colombia es muy difícil, especialmente en el Chocó, donde no existe una cultura de trabajo filantrópico. Sin embargo, el apoyo de aliados estratégicos y empresas ha sido crucial para llevar adelante nuestros programas y continuar impactando de manera positiva en la región.

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