La reina Isabel II tuvo muchos amores, quizás el más incondicional era el de sus mascotas. La historia se remonta a la primera mitad del siglo XX, cuando su padre, el rey Jorge VI, le presentó a Dookie, un perro de raza corgi.
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A los siete años la británica inició su idilio con los animales. Podemos afirmar que hasta su muerte estuvo rodeada de los peludos de cuatro patas que la acompañaban dentro y fuera del palacio.
De todos los corgi que tuvo, la más importante fue Susan, una cachorra que desde su juventud se volvió incondicional con la entonces joven princesa. La seguía todos lados, tanto que algunos biógrafos sostienen que Susan estuvo en su luna de miel en 1947.
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Dookie, el perro que perteneció a su padre, y Susan, su primer amor perruno, marcaron el camino para las otras mascotas ocuparan un lugar en las residencias reales.

Foto tomada el 4 de febrero, la reina Isabel II con Candy. (Photo by Steve Parsons / POOL / AFP)
La reina Isabel II: los perros que la acompañaron sus últimos años
De Susan hay toda una descendencia. En los setenta años de reinado, Isabel llegó a tener 30 mascotas, la mayoría corgi. En Inglaterra esta raza siempre se le ha vinculado con la familia real, se sabe que son pastoriles y cobraron relevancia gracias a la reina, quien tuvo una debilidad por los hijos que nacieron de Susan.
Al final de sus días, Isabel recibió la incondicionalidad de Candy y Lissy. Antes de ellos estuvieron Vulcan y Willow, que fallecieron en 2020 y 2018, respectivamente.
Se sabe que en febrero de 2021, su hijo Andrés le regaló dos pequeños dorgis mezclados con dachshund para que le dieran ánimos durante un duro episodio en la familia real: la hospitalización del príncipe Felipe, que finalmente falleció el 9 de abril del año pasado.
Ahora con la partida de la monarca que tenía 76 años, se desconoce el futuro inmediato de los perros que también sufren su ausencia. Algunos “reinólogos” sostienen que Andrés (el tercer hijo de la reina que se los había obsequiado) se hará cargo de las mascotas huérfanas.

