Esta es la experiencia de Emelina Ortega, quien a los 71 años tomó una decisión que le cambió la vida.
“Estuve casada 49 años, mi esposo murió hace 5 años, fue mi primer novio y mi último. Ahora que estoy acá, feliz en diferentes actividades en medio de estos árboles y este paraíso… entonces uno recupera mucho ese duelo”.
Puedes leer: Nunca es tarde para seguirse proyectando
Hace seis meses Emelina habló con sus tres hijos para decirles que deseaba vivir en el Centro de Permanencia del Adulto Mayor de Compensar, ubicado en Fusagasugá, un lugar especializado para personas mayores funcionales, que, con un enfoque centrado en la persona, interviene diferentes aspectos para dar una respuesta integral a las necesidades de sus residentes.
Puedes leer: Mujeres le hacen un pase a la inclusión
Emelina es una mujer fuerte, alegre y amorosa, que desde que tiene memoria se ha dedicado a trabajar. Por eso decidió que ya era momento de tomarse un descanso y encontró en el centro de permanencia el refugio que estaba buscando.
“De mis 71 años lo más bonito ahorita es descansar, porque yo trabajé mucho, yo con mi esposo, desde niña, desde que yo me conozco estoy trabajando, esto es lo más bonito, esto es lo que estoy viviendo hoy en día, estoy feliz acá por eso”.
Para Emelina, las experiencias vividas en este lugar, el entorno natural, sus nuevos amigos y el equipo de profesionales interdisciplinario, siempre atento a sus necesidades, le han cambiado la visión de la vida, por lo que ha decidido diariamente vivir con plenitud, descansar y disfrutar de la vida.
“Esto es un paraíso y la gente, a veces tiene miedo de que esto sea como un geriátrico, pero no es así, esto es como un hotel en el cielo. Los dolores también se me han calmado, porque charlando acá, hablando con la gente, haciendo actividades, los dolores los tengo, pero uno los pasa y no se da cuenta de que ha estado con esos dolores”.

