Los niños criados por padres narcisistas sienten la incapacidad de sus progenitores de conectarse con su mundo emocional. No se sienten valorados ni escuchados.
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Sigue a Cromos en WhatsAppUna señal es ver que el niño no conecte con sus emociones.
Pueden recibir un techo, ropa, comida y comodidades, pero no empatía con sus emociones. Eso explica la psicóloga estadounidense Karyl McBride, quien vivió en carne propia el impacto del narcisismo parental y lo plasmó en su libro Mi mamá no me mima (2018).
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Madre o padre narcisista: ¿Por qué actúan así?
Una madre o un padre narcisista ve a su hijo como un reflejo y extensión de sí mismo, en lugar de una persona independiente, con su propia identidad. Lo presiona para que actúe y reaccione exactamente de la misma manera como ella o él lo haría, invalidando su autonomía.
La psicóloga señala que este tipo de adultos no demuestran su cariño hacia sus hijos a menos que estos los ayuden en algo. El afecto se convierte entonces en una compensación, en una moneda de cambio. Y esta dinámica acaba traduciéndose en tortura diaria, pues los hijos hacen su vida en relación con las necesidades de sus padres, esforzándose por conseguir la validación que les han negado.
Como el niño no logró hacer feliz a su padre o madre, internaliza una catarata de pensamientos negativos, cree que no es lo suficientemente bueno, piensa que nadie lo puede querer, no confía en sus propios sentimientos y lo paralizan las dudas en sus relaciones interpersonales. Cuando se hace grande, invierte su tiempo y su energía tratando de obtener amor, atención y, sobre todo, validación.
¿El narcisismo se hereda?
Por otro lado, la persona comienza a atraer inconscientemente a otros narcisistas en su vida. Los elige como amigos y parejas, porque es la forma de querer que conoce. Así prolonga el daño indeterminadamente sin saber muchas veces por qué pasa. Es importante que quienes lean este artículo y se identifiquen con estos sentimientos y situaciones recurran a un tratamiento, porque de no hacerlo pueden vivir síntomas parecidos a los del trastorno de estrés postraumático.
Antes de abordar las soluciones, es posible que algunos se pregunten en este punto por qué los padres narcisistas son así. La psicóloga McBride afirma que se debe a un trauma de infancia. Ellos también padecieron hogares narcisistas.
Muchas veces crecen sin hacerlo consciente, sin trabajar en sí mismos. No son responsables de sus sentimientos y carencias y, por lo tanto, se dedican a transmitir el amor dañino que recibieron. Este asunto, vale aclarar, no distingue de géneros. Hay madres y padres narcisistas por igual.
¿Es posible romper con el legado narcisista?
La psicóloga señala que, al trabajar con un adulto víctima de una relación de esta índole, se deben reunir los antecedentes, identificar la raíz del problema y entenderlo a un nivel cognitivo.
Al mismo tiempo se deben procesar los sentimientos relacionados con el trauma: llorar, sentir el vacío y hacerles frente a los mensajes negativos que se heredaron. Luego el adulto comenzará a entender las limitaciones de su padre o madre y los desacralizará: es un humano que erra como erramos todos. Y se da paso a la etapa más difícil y definitiva: separarse psicológicamente del progenitor y empezar a construir una conciencia auténtica, propia.
La psicóloga habla de la necesidad de “desarrollar un padre o una madre interior: convertirse en alguien que pueda nutrirse, amarse y mimarse a sí mismo”. Al concluir este proceso, la tarea es detectar los propios rasgos narcisistas y negarse a reproducir esa herencia.
Aunque cambiar es posible, el camino es turbulento. Suele ser difícil para los pacientes lanzar juicios de valor a sus madres por la culpa y el tabú que envuelve el tema. La recomendación especial que hace Karyl McBride es evitar confrontar a la madre o al padre narciso, porque no se harán responsables y la discusión acabará por encasillar al hijo como alguien equivocado o desagradecido.
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