El sexo es una parte natural de la vida y tiene beneficios comprobados para la salud física y mental. Sin embargo, cuando el deseo se transforma en una obsesión y afecta la rutina diaria, podríamos estar ante una adicción al sexo, una condición reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 2018 como un trastorno mental.
Estudios indican que entre el 3% y el 5% de la población en EE. UU. podría ser sexoadicta, mientras que en Suecia el 12,1% de los hombres y el 6,8% de las mujeres cumplen con los criterios de hipersexualidad. La pregunta es: ¿cómo saber si se trata de una simple libido elevada o de una adicción?
Sigue a Cromos en WhatsAppSeñales de alerta: más allá del deseo sexual
Según expertos, la adicción al sexo se caracteriza por pensamientos obsesivos y conductas sexuales irrefrenables, similares a las adicciones a sustancias o al juego. Algunas señales clave incluyen:
- Incapacidad para controlar el impulso sexual, a pesar de intentos fallidos por reducirlo.
- Priorizar el sexo sobre responsabilidades laborales, familiares o sociales.
- Sentir culpa o vergüenza después del acto, pero repetirlo compulsivamente.
- Usar el sexo para calmar la ansiedad, el estrés o el aburrimiento.
- Experimentar una escalada en la intensidad o frecuencia de las prácticas sexuales sin lograr satisfacción.
Los hombres son quienes más buscan tratamiento, con una proporción de 5:1 respecto a las mujeres, pero esto no significa que ellas estén exentas del problema. La diferencia podría deberse a factores culturales y sociales que dificultan la identificación del trastorno en mujeres.
¿Adicción al sexo o alto deseo sexual?
Cabe recordar que no toda persona con una libido elevada es adicta al sexo. La clave está en el control: una persona con fuerte deseo puede gestionarlo de manera saludable, mientras que un adicto lo usa de manera compulsiva sin obtener placer real, sino como una forma de aliviar el malestar emocional.
Además, las personas con adicción al sexo suelen experimentar deterioro en su vida cotidiana y presentan patrones de comportamiento similares a otras adicciones, como la necesidad de aumentar la intensidad de la actividad sexual para sentir satisfacción.
Factores de riesgo: ¿por qué algunas personas son más vulnerables a la adicción al sexo?
La adicción al sexo no surge de la nada. Existen factores biológicos, psicológicos y ambientales que pueden predisponer a una persona a desarrollarla:
- Factores biológicos: diferencias en la actividad cerebral y la acción de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina pueden hacer que algunas personas busquen compulsivamente estímulos sexuales.
- Factores psicológicos: personas con depresión, ansiedad, narcisismo o tendencia a la impulsividad tienen mayor riesgo.
- Factores ambientales: haber sufrido abuso en la infancia, crecer en entornos desestructurados o experimentar fracasos amorosos pueden influir en el desarrollo de esta adicción.
¿Cómo se diagnostica y trata la adicción al sexo?
El diagnóstico de la adicción al sexo requiere una evaluación profesional que analice la frecuencia e impacto del comportamiento sexual en la vida del paciente. Algunos criterios incluyen:
- Si el sexo interfiere con la vida laboral, social o familiar.
- Si hay intentos fallidos de controlar la conducta sexual.
- Si la persona ignora riesgos físicos o emocionales derivados de su comportamiento.
El tratamiento varía según el caso, pero generalmente incluye terapia psicológica y, en algunos casos, medicación. Las terapias con mayor evidencia incluyen la terapia cognitivo-conductual (TCC), la terapia de aceptación y compromiso (ACT) y la terapia de pareja. En algunos casos, se pueden utilizar inhibidores de la recaptación de serotonina para reducir los impulsos compulsivos.
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De esta forma queda claro que la adicción al sexo es un trastorno real y puede afectar gravemente la vida de quienes la padecen. Reconocer sus signos es el primer paso para buscar ayuda.
Si el sexo se convierte en una obsesión que genera sufrimiento en lugar de placer, es momento de considerar una evaluación profesional. La clave está en recuperar el control y disfrutar de una vida sexual saludable y equilibrada.
