Dormir debería ser la actividad más natural del mundo. Sin embargo, millones de personas pasan horas dando vueltas en la cama, luchando contra el insomnio o simplemente sin poder conciliar el sueño cuando más lo necesitan. La mente sigue activa, el cuerpo inquieto y el descanso parece imposible.
Pero la ciencia tiene buenas noticias: hay formas efectivas de engañar al cerebro y apagar el sistema de alerta para dormir rápido, incluso cuando parece que no es posible.
Sigue a Cromos en WhatsApp5 técnicas para dormir cuando no se tiene sueño
Desde controlar la respiración hasta aprovechar la luz matutina, estas estrategias pueden hacer la diferencia entre una noche de desvelo y un sueño reparador:
1. Respira para dormir: el truco del 4-2-4
No se trata solo de inhalar y exhalar; la forma en que se respira puede afectar directamente el sueño. Un pequeño grupo de células en el cerebro, conocido como locus coeruleus, regula la liberación de noradrenalina, una sustancia que nos mantiene alerta.
Al reducir la velocidad de la respiración, se puede calmar este sistema. Prueba la técnica 4-2-4:
- Inhala contando hasta cuatro
- Mantén el aire por dos segundos
- Exhala lentamente en cuatro segundos
Además, respirar desde el abdomen, y no solo desde el pecho, ayuda a relajar el cuerpo y enviar señales de calma al cerebro.
2. La clave está en la mañana: sal a la luz del día
Puede parecer contradictorio, pero lo que se hace al despertar influye directamente en la facilidad para dormir en la noche. Exponerse a la luz natural en la mañana regula el ritmo circadiano y ayuda a que el cerebro entienda cuándo es momento de descansar.
La luz detiene la producción de melatonina (hormona del sueño) en la mañana y la reactiva en la noche, asegurando un ciclo de sueño más estable.
3. Si no puedes dormir, levántate
Quedarse en la cama esperando dormir puede ser frustrante y contraproducente. El cerebro comienza a asociar la cama con insomnio en lugar de descanso. La solución: si no puedes dormir en 15-20 minutos, levántate y haz una actividad tranquila, como leer o escuchar música relajante.
Esto es parte de la terapia de control de estímulos, que ayuda a reentrenar el cerebro para que relacione la cama solo con el sueño.
4. Una ducha caliente antes de dormir
Un baño caliente antes de acostarse no solo es relajante, sino que activa un mecanismo natural del cuerpo para inducir el sueño. Cuando la piel se calienta y luego se enfría, el cuerpo interpreta esto como una señal para reducir la temperatura central y entrar en modo descanso.
Si no es posible bañarse, calentar los pies con calcetines o una bolsa térmica también ayuda a generar este efecto.

Bañarse en pareja también es una buena forma de relajación y de traer paz justo antes de ir a la cama.
5. Olvida la regla de las 8 horas
Intentar dormir una cantidad fija de horas puede ser estresante. El sueño no siempre ocurre en un ciclo perfecto. En épocas preindustriales, era común dormir en dos fases: unas horas al anochecer, luego despertar y después volver a dormir.
Si el sueño no llega de inmediato, lo mejor es no forzar el proceso. Escuchar al cuerpo y adaptar el descanso a las propias necesidades puede ser más efectivo que obsesionarse con un número exacto de horas.
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Así, dormir rápido cuando no se tiene sueño es posible con estrategias respaldadas por la ciencia. Controlar la respiración, exponerse a la luz natural en la mañana, salir de la cama cuando no se puede dormir, usar el calor corporal y abandonar la obsesión por las 8 horas perfectas son pasos clave para mejorar el descanso.
No se trata de “intentar dormir”, sino de preparar al cuerpo y a la mente para que el sueño llegue por sí solo.
*Contenido generado con asistencia de la IA.
