Posponer la alarma al despertar es un hábito común en muchas personas, pero recientes estudios han revelado que esta práctica puede tener efectos negativos en la salud y la productividad.
Aunque parezca inofensivo, ese “cinco minutos más” podría estar afectando tu energía y rendimiento durante el día.
Sigue a Cromos en WhatsAppEn este artículo, te explicamos por qué deberías dejar de aplazar la alarma y cómo mejorar tu calidad de sueño para despertar con más vitalidad.

Aunque pueda parecer un hábito inofensivo, posponer la alarma afecta la calidad del sueño y el rendimiento diario.
¿Qué significa posponer alarma?
El botón de repetición de la alarma, también conocido como snooze, es una opción que permite retrasar el momento de despertarse en intervalos de 5 a 10 minutos.
Este hábito es común entre quienes sienten que no descansaron lo suficiente o tienen problemas para levantarse temprano.
Algunas razones por las que las personas posponen la alarma incluyen:
- Falta de sueño adecuado: No dormir las horas necesarias hace que el cuerpo busque más descanso.
- Desajuste en el ritmo circadiano: Ir a dormir y despertar en horarios irregulares afecta la calidad del sueño.
- Cansancio acumulado: Un mal descanso durante varios días seguidos puede generar fatiga crónica.
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Sin embargo, los expertos en sueño advierten que aplazar la alarma puede interrumpir el ciclo natural del descanso, afectando la calidad del despertar.
Según la Fundación Nacional del Sueño (National Sleep Foundation), cuando vuelves a dormir tras posponer la alarma, tu cuerpo entra en una nueva fase del ciclo de sueño.
Sin embargo, este descanso adicional es ligero e insuficiente para brindar beneficios reales.
En lugar de despertar renovado, te levantas más cansado debido a la inercia del sueño, un estado en el que el cerebro sigue en modo descanso y tarda en activarse por completo.
Dormir en intervalos cortos después de la primera alarma tiene efectos negativos en la salud y el rendimiento diario. Entre las principales consecuencias se encuentran:
- Sensación de fatiga prolongada: Al interrumpir el sueño repetidamente, tu cerebro no completa el proceso de despertar de forma natural, lo que provoca somnolencia durante las primeras horas del día.
- Menor concentración y productividad: Un estudio publicado en la revista Sleep Health encontró que las personas que posponen la alarma tienen más dificultades para concentrarse y resolver tareas durante la mañana.
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- Desajuste en el reloj biológico: El hábito de retrasar la alarma confunde al ritmo circadiano, lo que puede dificultar conciliar el sueño la siguiente noche y afectar la calidad del descanso.
- Aumento del estrés y la ansiedad: Al despertarte de forma brusca varias veces, tu cuerpo libera más cortisol, la hormona del estrés, lo que puede generar ansiedad matutina.
