Respirar es una acción natural que realizamos de manera automática, pero la forma en que lo hacemos influye directamente en nuestra salud. Mientras que la respiración nasal filtra, humedece y calienta el aire antes de que llegue a los pulmones, la respiración bucal puede alterar el desarrollo facial, afectar la alineación dental e incluso impactar el funcionamiento cerebral.
A largo plazo, este hábito puede provocar problemas como mala oclusión, fatiga crónica y alteraciones en el sueño.
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Los niños son especialmente vulnerables a las consecuencias de la respiración bucal, ya que su desarrollo óseo y neurológico puede verse afectado. Ronquidos frecuentes, labios resecos, voz ronca y dificultades para concentrarse son algunas señales que pueden alertar a los padres sobre este problema. Si no se corrige a tiempo, la respiración bucal puede derivar en hipoxia, disminución del rendimiento cognitivo e incluso afectar la producción de la hormona del crecimiento.
En esta entrevista, el odontólogo estético Jairo Quintana explica cómo identificar la respiración bucal en niños y adultos, cuáles son sus principales consecuencias y qué tratamientos existen para corregir este hábito. Desde terapias miofuncionales hasta procedimientos odontológicos y otorrinolaringológicos, las opciones son variadas y dependen de la causa subyacente. Lo más importante es detectar el problema a tiempo y tomar las medidas necesarias para garantizar una respiración óptima y una mejor calidad de vida.
¿Por qué respirar por la boca puede considerarse un problema de salud?
Respirar por la boca, en lugar de hacerlo por la nariz, puede generar múltiples problemas de salud. Cuando mantenemos la boca abierta, la lengua tiende a descender y pierde contacto con el paladar, lo que altera su posición natural. Esto puede afectar la alineación dental, ya que la lengua ejerce una presión inadecuada sobre los dientes al tragar o al estar en reposo, provocando desplazamientos, irregularidades y una mala oclusión.
A largo plazo, la respiración bucal también puede afectar la estructura facial y la postura. Puede causar el retroceso de la mandíbula, generar rigidez en los músculos faciales y alterar la alineación de la columna cervical, inclinándola hacia adelante. Además, este hábito impacta la oxigenación del cerebro, lo que puede traducirse en menor capacidad de concentración, disminución de la memoria y menor rendimiento cognitivo.
En los casos más severos, la respiración bucal nocturna —acompañada de ronquidos o apnea del sueño— puede generar hipoxia cerebral, afectando la inteligencia y el desarrollo infantil. Incluso, puede interferir con la liberación de la hormona del crecimiento, lo que podría derivar en una baja estatura. Por todas estas razones, es fundamental corregir este hábito a tiempo para evitar consecuencias en la salud general y el desarrollo del organismo.

Identificar y tratar a tiempo la respiración bucal es clave para prevenir complicaciones futuras y mejorar la calidad de vida del paciente.
¿Cuáles son las consecuencias de respirar por la boca?
Cuando una persona respira por la boca, la lengua pierde su posición natural en el paladar y cae hacia abajo. Esto puede generar una presión anormal sobre los dientes al tragar o descansar, provocando desalineaciones y problemas de mordida. Además, a largo plazo, la respiración bucal puede causar:
- Retroceso de la mandíbula.
- Rigidez en los músculos faciales.
- Inclinación de la columna cervical hacia adelante.
- Alteraciones estéticas en la estructura facial.
Pero los efectos no son solo físicos. La respiración por la boca puede afectar el desarrollo cognitivo debido a una menor oxigenación del cerebro. En casos severos, puede disminuir la memoria, ralentizar las respuestas y afectar la inteligencia. También se ha asociado con alteraciones en la producción de la hormona del crecimiento, lo que podría influir en la estatura.
¿Cómo pueden los padres identificar si su hijo respira por la boca?
Es importante estar atentos a ciertos signos que pueden indicar que un niño respira por la boca. Algunos de ellos son:
- Boca abierta durante la noche, ronquidos frecuentes y sueño inquieto.
- Labios agrietados, halitosis (mal aliento) y voz ronca.
- Apatía durante el día, falta de atención e irritabilidad.
- Sonidos nasales pesados.
Si un niño presenta estos síntomas de manera recurrente, es recomendable acudir a un especialista para una evaluación y tratamiento adecuado.
¿Cómo corregir la respiración bucal?
Respirar por la boca no solo genera sequedad y mal aliento, sino que también incrementa el riesgo de caries y malposiciones dentales. Para corregir este hábito, es fundamental acudir al dentista, quien podrá identificar la causa subyacente, que puede incluir problemas estructurales como una mordida incorrecta o el crecimiento excesivo de amígdalas.
Dependiendo del caso, el especialista podría recomendar:
- Aparatos ortodónticos para corregir la mordida.
- Terapia miofuncional para reeducar la respiración nasal.
- Cirugía en casos de obstrucción severa de las vías respiratorias.
¿Cuáles son los tratamientos para la respiración bucal en niños?
Existen diferentes opciones terapéuticas para tratar la respiración bucal en niños:
- Reducción de adenoides/amígdalas: Si la obstrucción de las vías respiratorias es causada por amígdalas o adenoides agrandadas, un especialista en otorrinolaringología podría recomendar su reducción para mejorar la respiración nasal.
- Expansión maxilar rápida: Este tratamiento ortodóntico se recomienda en niños en crecimiento para ampliar los maxilares y, por ende, mejorar la capacidad respiratoria nasal. Se realiza mediante un disyuntor palatino que expande el paladar de manera gradual.
- Terapia miofuncional orofacial: Un logopeda puede ayudar a modificar los hábitos de respiración y enseñar la posición correcta de la lengua mediante ejercicios que favorecen la capacidad de respirar, chupar, masticar, tragar y hablar.
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