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Señoras y señores, Deep Purple

Hace 40 años, la banda británica tocó durante tres noches en Japón y grabó uno de los álbumes en vivo emblemáticos del rock and roll: ‘Made in Japan’. Retrato del quinteto en aquellos días.

Juan David Torres Duarte
21 de julio de 2012 - 02:01 a. m.

No querían grabarlo. Los japoneses, sin embargo, les rogaron; dijeron que sería un buen recuerdo. Entonces, entre el 15 y el 17 de agosto de 1972 —dos noches en Osaka y otra más en Tokio—, los cinco integrantes de Deep Purple se presentaron de pantalones de bota ancha y pelo largo. No hubo aplausos falsos ni adiciones en estudio; pusieron a correr las cintas y escribieron música sobre ellas. Luego pidieron las grabaciones y las entregaron a su casa discográfica. ¿Quieren publicarlas? “Los álbumes en vivo —fue la respuesta— no tienen éxito”.

“Recuerdo muy bien aquella época —dijo el teclista de la banda, Jon Lord, a la revista Modern Keyboard en enero de 1989—. La banda estaba en la cúspide de su poder (…). Ese doble álbum fue el epítome de lo que hacíamos entonces”. Cuatro años le bastaron a Deep Purple para crear una segunda alineación, quizá una de las más celebradas: Ian Gillan, Ritchie Blackmore, Roger Glover y Ian Paice. En los conciertos, de fondo siempre se veía a un hombre de melena, bigote pronunciado, fumador, que completaba la formación: Jon Lord.

Un ‘lord’ en los teclados

Jon Lord era apenas un niño cuando comenzó a tomar clases de piano. Tuvo una formación clásica hasta los 18 años y luego compró un órgano; exploró, de a poco, las virtudes del Hammond. Ensayaba, ensayaba, volvía a ensayar. “Practicar sólo ayuda a que las ideas transiten desde la mente hasta los dedos y de allí al órgano —dijo—. Es glorioso cuando atraviesas una barrera y de pronto puedes tocar con una fluidez que no tenías una semana atrás”.

Lord fue uno de los cofundadores de Deep Purple en 1968; por esos años, también Black Sabbath y Led Zeppelin buscaban torcer el rumbo del rock and roll. Deep Purple no pensaba perderse en el camino; entre su bautizo y el año en que recorrieron Japón, grabaron seis álbumes, cuyas primeras críticas no fueron alentadoras. Salvo cuando publicaron Machine Head, a inicios de 1972, y todo dio un vuelco.

En una foto de la revista Rolling Stone puede verse a Lord sentado, frente a la cámara, con la mirada perdida pero sostenida, un cigarrillo en la mano, un bigote que superaba la comisura de los labios, y una camisa azul que deja ver un fragmento de su pecho. Ése era él entonces: el más viejo de una banda de jóvenes. Tenía 31 años cuando subió a los escenarios en Japón. Y allí arriba se lo pudo escuchar en el solo de Highway Star o en la introducción de Space Truckin’. Tranquilo, casi escondido, Lord pateaba la caja baja del órgano, que resistió un par de años más y luego tuvo que cambiar. ¿Cuál es tu álbum favorito?, le preguntarían después. Made in Japan, respondería.

“Mientras Deep Purple se niega a tomarse muy en serio —escribió John Tiven en Rolling Stone, en 1973—, todos los solos de Made in Japan son técnicamente superiores a la mayoría de los instrumentales melodramáticos que uno oye en bandas supuestamente más serias”.

Pura distorsión

La respuesta de la discográfica fue, con el tiempo, refutada. Made in Japan se publicó por fin en 1972 y salió a las calles de Inglaterra; dos semanas después había vendido un millón de copias sólo en Estados Unidos. Y, como ya venía sucediendo, Deep Purple figuró como una de las crestas de la segunda ola británica.

Quizá tenían razón. Así como diez años atrás The Beatles, The Kinks y The Rolling Stones habían cruzado el mar con sus grabaciones, a principios de los años setenta los británicos seguían conquistando un territorio que, en la política, hacía años habían perdido. Black Sabbath, Led Zeppelin, Deep Purple y Judas Priest nacieron por esos años, casi al mismo tiempo, apartándose del sonido de, por ejemplo, el último álbum de The Beatles y acercándose más a los acordes fuertes de The Who. Un sonido oscuro, de bajos más fuertes, a veces más lentos, en otros momentos más y más rápidos, y, sin salvedad, distorsionado. Un sonido que los padres detestaron porque venía de personajes con el pelo lacio y largo y caótico, de barbas achiladas y guitarras destrozadas.

Y muchos dijeron que todo sonaba igual, que sólo era ruido y distorsión y resequedad. Ellos demostraron que no. Made in Japan, con los teclados de Lord, fue uno de sus argumentos. “Deep Purple es una banda jodidamente buena —dijo Lord en Modern Keyboard— y hemos hecho un nicho en la historia del rock and roll. Quizá no tan grande, pero por lo menos suficiente para estar orgullosos de él”.

Un día de 1989 le preguntaron a Lord —fallecido el pasado 16 de julio por un cáncer de páncreas— si ya había alcanzado todas sus aspiraciones, si se sentía por completo satisfecho y había rebasado la cima. “Oh, no, de ninguna manera —dijo—. Estaré muerto antes de que eso pase”.

Hecho en Japón

‘Made in Japan’ fue el registro sonoro de tres conciertos durante la primera gira de la banda inglesa por Japón, en 1972.

El LP original incluyó siete canciones, cuatro de las cuales hacen parte del álbum ‘Machine Head’, que la banda había lanzado a principios de ese año.

Fue reeditado en 1998 y se le añadió un segundo disco con tres canciones adicionales, también fueron interpretadas por la agrupación durante la misma gira.

El listado original de canciones de ‘Made in Japan’ incluye: ‘Highway Star’, ‘Child in Time’, ‘Smoke on the Water’, ‘The Mule’, ‘Strange Kind of Woman’, ‘Lazy’ y ‘Space Truckin’’.

El disco adicional de la reedición de 1998 trae los temas: ‘Black Night’, ‘Speed King’ y ‘Lucille’.

Por Juan David Torres Duarte

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