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Egan Bernal y su Magia Rosa en el Giro de Italia

El ciclista colombiano llega al segundo día de descanso con una ventaja cómoda en la clasificación general, pensando en la montaña que falta y la crono de Milán el próximo domingo. El título está cerca.

25 de mayo de 2021 - 01:45 a. m.
 En una espectacular actuación, Egan Bernal logró su segundo triunfo de etapa en el Giro de Italia 2021.  / AFP
En una espectacular actuación, Egan Bernal logró su segundo triunfo de etapa en el Giro de Italia 2021. / AFP
Foto: AFP - LUCA BETTINI

Egan Bernal obliga a explicar con palabras lo que hace con pura imaginación. Bueno, y un montón de táctica y mesura como plataforma para la fantasía, tan necesaria en el ciclismo, tan indispensable para él que disfruta este Giro de Italia como si fuera su primera grande y no llevara el peso de ser el campeón del Tour de Francia 2019.

Y esa manera de hacer las cosas, tan a la ofensiva, encanta a los italianos y los hace recordar a Marco Pantani, sobre todo cuando el colombiano dice que en su casa tiene una caricatura de él, lo único alusivo a ciclismo y algo que sirve como analogía para la prensa local, que no hace sino rememorar a El Pirata, y a la coincidencia de una fecha de nacimiento (13 de enero), quizá para sentir un poco suyo a Bernal.

El rostro sereno muestra la comodidad que tiene el líder del Ineos y las ganas de dar espectáculo. “Esto es para todos ustedes”, el mensaje en las redes sociales entendiendo que ustedes somos todos, los que protestan en las calles, o desde sus trabajos, porque cada quien construye país a su modo y el de Bernal es sobre la bicicleta.

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En 16 etapas, el hecho de que todo vaya siendo lo mismo proporciona tranquilidad. Y belleza cuando se genera una repetición. Primero en Ascoli Piceno, después en Campo Felice, tan feliz para todos, con el sterrato, luego en el Zoncolan somnoliento, envuelto por las nubes, con frío, nieve y lluvia, y ahora en los Dolomitas, en Cortina D’Ampezzo, de chalets alpinos y casas uniformes, tan perfectas, como si se tratara de un óleo de Francisco de Goya.

Y tal cual el Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes (cuadro de 1771), Bernal vislumbra la tentación de hacer lo que otros, por fuerzas, no hacen. Hay piernas, claro, pero también hay corazón. Y esa mezcla hace del colombiano el rival que hiela el hígado de los demás, menos de un Damiano Caruso siempre en equipo, que se agarra como puede de lo que le está sucediendo, del segundo lugar a 2:24 de Bernal.

En Italia, de cuando en cuando, sucede algo que rompe la monotonía. Y tarde o temprano la historia misma del deporte se encarga de recompensarlo, de que su valor sea perpetuo, tal cual hablamos hoy en día de Fausto Coppi, de Gino Bartali.

Bernal, por la forma en la que se expresa, parece no entenderlo o dimensionar las cosas que está haciendo. Y llama a la mesura en medio de los gritos de Il campione que se escuchan muy cerca de la meta, sin importar que cruce de primero, de cuarto, en el lote muy retrasado del ganador.

Lo que vale es que lo haga vestido de rosado. En los Abruzos no hubo mayores líos, todo lo contrario, se fortaleció. En la etapa dolomítica fue el mejor, y se vienen los Alpes, igual de duros o hasta más. Matteo Tosatto lo pronostica: “Esto no ha terminado. Hay que estar más concentrados que nunca””, dice el director deportivo del Ineos, que confía en un ciclista que es como el agua: que viene –o ataca– y se va, cantaría Camarón de la Isla.

Un camino lejano que acerca

Los Arditi, soldados de élite italianos en la Primera Guerra Mundial, gritaban ¡A noi! (por nosotros) antes de abrir paso a la gruesa infantería por caminos estrechos, fangosos y muchas veces desconocidos. Era un escuadrón compuesto por los mejores, los más valientes, y que no retrocedía jamás.

Su entrenamiento tenía variedad, y esa especialidad les facilitaba repeler al ejército del Imperio Austro-Húngaro. La anécdota viene por un hombre que lleva un casco como el que ellos usaban para protegerse del aguacero mientras espera por la llegada del lote en Cortina D’Ampezzo.

Y mientras aguanta la baja temperatura, dice que Bernal tiene su propio escuadrón Arditi en el Giro. A lo mejor es cierto. Y si se habla del terreno por liberar y en el que Ineos deberá arropar, toca enumerar lo que falta. Mañana, 193 kilómetros entre Canazei y Sega di Ala, un premio de tercera y dos de primera, el último como meta (11,2 km al 9,8 % ).

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El jueves, entre Rovereto y Stradella, el día más largo del Giro (231 km), un ascenso de cuarta, dos metas volantes y una jornada para resguardarse detrás de Filippo Ganna y los demás. El viernes 176 km, el Mottarone a 1.341 metros, luego el Passo Della Colma para cerrar el Alpe Di Mera, 1.531 metros y un premio de primera, de 872 m. de desnivel positivo e ir para arriba durante 9,7 km. El sábado será lo más complicado: 164 km y tres premios de primera, uno tras otro, con final en Valle Spluga Alpe Motta, la subida más fácil de todas, si es que fácil es un adjetivo propio de usar.

Con diligencia, escrúpulos y luchando a brazo partido –pierna partida–, Bernal tiene todo para convertirse en el segundo colombiano en obtener el trofeo Senza Fine, arte y parte de un trabajo perfecto de su Ineos y de él, para que más adelante podamos decir, cuando se quiera hablar de esto, que Bernal, a sus 24 años, era distinto, era temperamental, era todo un campeón.

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Por: Camilo Amaya, enviado especial a Canazei

En twitter: @CamiloGAmaya

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Camilo(27872)25 de mayo de 2021 - 11:34 a. m.
Excelente crónica, bien escrita y ornada con cultura, se puede escribir de deporte sin caer en lo común y ordinario
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