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La historia de una epopeya

Presentamos una reseña del nuevo libro de Matt Rendell, Colombia es pasión.

Rafael Mendoza
03 de febrero de 2022 - 11:25 p. m.
Matt Rendell es un  periodista inglés que recientemente lanzó su libro Colombia es Pasión, en donde resume la década más dorada de nuestro ciclismo: desde el triunfo de Nairo en el Tour de l'Avenir 2010 hasta el Tour de Francia de Egan Bernal en 2019.
Matt Rendell es un periodista inglés que recientemente lanzó su libro Colombia es Pasión, en donde resume la década más dorada de nuestro ciclismo: desde el triunfo de Nairo en el Tour de l'Avenir 2010 hasta el Tour de Francia de Egan Bernal en 2019.
Foto: Titán Sports

Tras la victoria de Alfonso Flórez en el Tour del Porvenir de 1.980 el director de L’Equipe, el diario deportivo más importante del mundo, y del Tour de Francia, Jacques Godett, escribió: “Tras el desembarco de la URSS y la llegada de los boys de Estados Unidos, el advenimiento deslumbrante de los colombianos. Al fin se abrió por completo el futuro para este deporte maravilloso, en el que ya no era deseable que las naciones de Europa occidental lo encerraran en unas reglas y unos hábitos que podían llegar a llegar a destruir su loca poesía, la que canta la audacia, la iniciativa, la necesidad de sacrificio”.

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Tres años después, tras el Tour de Francia en el que los ciclistas aficionados de Colombia se batieron en desiguales circunstancias con los profesionales, en el que aparentemente fueron vapuleados sin misericordia pero en el que mostraron una garra y un coraje descomunal, encabezados por Patrocinio Jiménez y Edgar Condorito Corredor, el pentacampeón del Tour Jacques Anquetil escribió en el mismo diario una corta nota que tituló: “Si vuelven serán terribles...”

Casi medio siglo después podemos preguntarnos: ¿se cumplieron esos esperanzadores pronósticos? Si respondo afirmativamente o si lo hace cualquier otro colombiano habrá demasiadas dudas e inquietudes, pero si lo hace un periodista y profesor universitario inglés que desde hace muchos años se metió de lleno a escudriñar la epopeya que han escrito a pedalazos nuestros muchachos en las carreteras europeas, que además hace 25 años publicó un libro maravilloso, titulado “Reyes de las montañas” en el que descubrió con asombro que fueron los pedalazos del Indomable Zipa Efraín Forero, de Ramón Hoyos, de Cochise Rodríguez, de Álvaro Pachón y de tantos otros campeones de Vueltas a Colombia y de otras competencias los que nos dieron una identidad como colombianos, como habitantes de un país dividido por incontables guerras, odios ancestrales, colores y violentos regionalismos pero hermanados por ese batallar sacrificado en cumbres monstruosas, valles llenos de vida y los que luego, con una serie de victorias en distintos países de América y a finales de siglo en importantes competencias de Europa, con esa generación que encabezaron Lucho Herrera y Fabio Parra, le dieron los primeros mordiscos a la gloria de las grandes conquistas universales.

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Hoy Matt Rendell, ese eterno enamorado de Colombia, de sus cambiantes paisajes, de su flora y su fauna maravillosas pero en especial de su gente acogedora y humilde y de una raza morena portentosa que se hizo inmortal a golpes de sufrimiento, de su batallar por convertirse en un país diferente, nos sorprende con otro libro que es el relato del final de la gran epopeya colombiana la que se escribió tras una lucha descomunal que nada tiene que envidiarle a las gestas de romanos y griegos y a otras conquistas de pueblos privilegiados. “COLOMBIA ES PASIÓN” es un relato estremecedor que narra el batallar de otra generación dorada, la de Nairo Quintana, Esteban Chaves, Miguel Angel López, Darwin Atapuma, Sergio Luis Henao, Jarlinson Pantano, Rigoberto Urán, Winner Anacona, Fernando Gaviria, que llegó a su apoteosis con el título de Egan Bernal en el Tour de Francia y que promete nuevos logros con Daniel Felipe Martínez, Alvaro Hodeg y Sergio Andrés Higuita.

Contar lo que traen las 437 páginas de este libro en una nota o al menos asimilarlo en una sola lectura es imposible. Tocará releerlo una y otra vez. Es que aquí encontramos en detalle tanto las grandes victorias de nuestros pedalistas como su historial desde sus orígenes con el trajinar y los sueños de sus abuelos y de sus padres, con el sacrificio diario de esos niños campesinos que aprendían a los seis años a salir de la cama a las tres de la madrugada y se endurecían laborando al lado de los mayores bajo el sol o en la lluvia, que resistían sin chistar el dolor de esas heridas comunes en el agro que solo tienen el tiempo como remedio, que con unas pesadas bicicletas de hierro sufrían en carreteras y trochas cuando iban a la escuela o el colegio, que se olvidaban de las tiroteos, las explosiones y los asesinatos que los conmovieron y hasta los dejaron en el desamparo, que luego -cuando se hicieron ciclistas- aguantaron sin quejarse las burlas de quienes en el país ayudados por sustancias dopantes se sentían superiores y que hasta llegaron a amenazar de muerte a quienes luchaban por un ciclismo limpio, que se sometieron a la rígida disciplina de técnicos responsables como Luis Fernando Saldarriaga para enfrentar por varios años a profesionales que en Europa acudían en masa al EPO o a otras técnicas ilegales para tratar de doblegarlos.

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Y no solo encontramos victorias y proezas de nuestros grandes ídolos porque gracias a una investigación minuciosa también nos enteramos de los que batallaron a su lado pero que no tuvieron sus agallas o su capacidad de sufrimiento y los logros de quienes tuvieron que contentarse con triunfos menores que nunca merecieron titulares en los diarios pero que ayudaron a fortalecer la leyenda. Allí nos enteramos de decenas y hasta quizás centenares de victorias en pruebas menores que seguramente se recuerdan con trofeos o medallas de quienes permanecieron en las sombras porque nunca fueron registradas por las agencias noticiosas.

Pero lo más importante de esta obra monumental es la exaltación de esa raza quechua que soñaba con el oro que sus antepasados ofrendaban a sus dioses, estampada en bronce en los rasgos de Nairo Quintana, el más moreno de los hombres que han subido al podio final del Tour de Francia y que cumplió su caminar hacia la gloria con la camiseta amarilla de Egan en un atardecer de ensueño frente al arco del triunfo de los Campos Elíseos.

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Finalmente hay que enternecerse con el ruego que este gigantón inglés hizo en la presentación de su libro: su mayor deseo es tener muy pronto nuestra nacionalidad… Estoy seguro de que en la lista de quienes se han convertido en colombianos ninguno tiene mayores merecimientos.

Por Rafael Mendoza

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