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Uno de los días más felices en la vida de un niño humilde es cuando descubre el milagro de estar en equilibrio sobre una bicicleta. Raymond Poulidor, el ciclista más popular de la historia del ciclismo francés, dijo que lo más bello que le dio la bicicleta es el haber conocido gente inteligente como el artista Salvador Dalí y el brillante abogado francés Jacques Vergès. A Poulidor le gustaba mucho la escuela y entró en llanto, en su infancia, cuando sus padres le anunciaron que no había dinero para continuar.
Muy joven se enamoró del Tour de Francia, hasta manifestar toda su vida una devoción por las carreras ciclísticas. A sus 18 años, en 1954, ganó su primera carrera como amateur en la población de Saint-Léonard-de-Noblat, la misma que por estos días de septiembre le rinde diversos homenajes culturales a su adorado “Poupou”, /pupu/, porque este año, como los anteriores, debería estar esperando el paso de la carrera en la etapa 12 del Tour de Francia. Poulidor falleció a los 83 años el 19 de noviembre de 2019. Murió sabiendo que esa era la etapa más larga del Tour, 218 km, puesto que el trayecto ya estaba trazado.
El mes pasado se hizo un recorrido ciclístico en su honor, de Saint Léonard-de-Noblat a la población de Sarran, en la Corrèze, de donde es originario el expresidente Jacques Chirac –quien tendrá también homenaje póstumo-. La semana pasada hubo un encuentro de lecturas de los cronistas que siguieron las gestas ciclísticas de Poulidor, y este jueves 10 de septiembre, la etapa será en homenaje a él y al expresidente Chirac. Se presentará una exposición con fotos gigantes sobre su vida deportiva. Chirac, como primer ministro, presenció en Berlín, en 1987, la inauguración del Tour de Francia. Admiraba el ciclismo, aunque no fuera un apasionado.
Es en 1962 cuando Poulidor participa en su primer Tour de Francia con la mano izquierda vendada por la fractura de su dedo meñique. El público se conmueve y lo apoyará por el resto de la carrera. Poulidor gana la montañosa etapa 19 y es el periodista de L’Humanité, Émile Besson, que con su pluma lo apoda, “Poupou”. Él termina tercero en la general, y por tercera vez el francés de Normandía, Jacques Anquetil, gana el Tour.
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Poulidor, durante sus años profesionales (1960-1977), participó en catorce Tour de Francia. En ocho ocasiones estuvo en el pódium: tres de segundo y cinco de tercero, récord de presencias que le valieron el reconocimiento de “L'éternel seconde” (el eterno segundo). Era un ciclista que venía del medio rural, de la Francia profunda, que no vistió nunca la camiseta amarilla de líder. Era muy fotogénico, simpático con la gente y pasaba horas firmando autógrafos. En sus mejores épocas llegó a recibir más de 1.500 cartas por día y aún en su vejez recibía muchas. Poupou necesitaba el contacto constante de la gente. Fue el ciclista más aplaudido y amado por el público francés, por lo que despertó el mayor celo en el pelotón. Era el mejor pagado sin haber ganado la llamada “Grande Boucle”, como es conocida la más importante carrera ciclística del mundo.
Toda la vida corrió por el mismo club, Mercier. Solamente una vez el público y el pelotón lo sintieron líder sobre la ruta en la etapa d’Albi, en 1968, pero una moto de la prensa golpeó, accidentalmente, su rueda de atrás y Poulidor cayó. Traumatismo en el cráneo y nariz fracturada. Así terminó de correr la etapa con nueve minutos perdidos. El combativo Poulidor se gana más afectos y el público entiende que él no tiene suerte. Era su Tour. En ese no estaban ni Jacques Anquetil ni Eddy Merckx, cada uno ganó cinco Tour de Francia, cifra sólo igualada por el francés Bernard Hinault y el español Miguel Indurain.
El año pasado, el belga Merckx dijo de “Poupou”: “Como lo decía él mismo, si hubiera ganado el Tour, no habría sido quizás tan popular. Su simplicidad, su calor humano no era fabricado. Él hubiera podido y debido ganarlo, pero cayó primero en la época de Anquetil y luego en la mía”. Y se entiende, porque para muchos Merckx es el mejor de todos los tiempos, pero el público francés decidió querer más a “Poupou”, el más popular.
La rivalidad con Anquetil fue tan fuerte que años después Poulidor confesó que había sido una lástima haber perdido 15 años de amistad con un normando excepcional.
En las competencias todo el público gritaba, “Allez Poupou” (Vamos Poupou) y muchos llevaban su cachucha. Anquetil un día golpeó a su puerta para pedirle una cachucha para su hija de dos años. Un poco molesto le confesó que su niña había aprendido a decir primero “Poupou” que “papá”. Ya siendo muy amigos Anquetil, en 1987, iba a morir de un cáncer de estómago a los 53 años y llamó a Poulidor para decirle que siempre le había jodido la vida, que una vez más iba de segundo porque él partiría primero. La popularidad de Poulidor era inigualable.
Es en la etapa del Puy de Dôme el 12 de julio, en el Tour de Francia de 1964, donde se presenta el gran duelo registrado por las cámaras y los periódicos de la época. Son los españoles Jiménez y Bahamontes que respectivamente llegan de primeros en la etapa, pero el duelo se concentra en el líder Anquetil y su rival Poulidor.
La foto y los videos los muestran hombro a hombro pegados subiendo el viejo volcán. Poulidor logra despegarse con fuerza mientras el rostro de Anquetil desvanece. A la llegada Poulidor le toma 42 segundos que no son suficientes. Por 14 segundos Anquetil retiene la camiseta, pero esa tarde llegó a decir que “si Poulidor me hubiera tomado la amarilla, yo me iría a mi casa esta misma tarde”. Una vez más “Poupou” fue aclamado y Anquetil, días después, ganaría su quinto título en París.
“Poupou” fue “el eterno segundo”. Después de ese inolvidable duelo, finalizado el Tour de Francia, los dos dieron una corta vuelta de honor en bicicleta, cada uno con un ramo de flores, sonriendo a un público francés que en el estadio ya estaba dividido entre “Anquetilistes y Poulidoristes”.
El nombre de Raymond Poulidor pasó muy rápido al uso de la vida corriente, para muchos sus iniciales son Relaciones Públicas. Era un hombre que necesitaba salir a compartir con la gente. En un Tour del Mediterráneo, “Poupou” bromeó con los gendarmes que de inmediato lo apresaron con las esposas en las muñecas. Una dama, de inmediato, agitando su paraguas hacia arriba exigió que lo liberaran.
El término Pulidoristas entró muy rápido a la escena del absurdo. Una especie de religión, de devoción. Cuando apareció su autobiografía, Raymond Poulidor, escrita con la ayuda de reportero de radio Jean-Paul Brouchon, vendió miles de ejemplares. “Poupou” iba a los puntos de venta a compartir con su público. Pasaba muchas horas firmando los libros y escribiendo largas dedicatorias personalizadas. Su récord del día fue de 550 ejemplares vendidos y dedicados.
En Grenoble, alguna vez un radiólogo sin conocerlo le pidió que fuera a la fiesta de los cien años de su abuela, a festejar y comer. La señora era su seguidora y toda su vida había seguido el Tour de Francia, le citó todos los ganadores de etapas. Una satisfacción fue encontrarse con el hijo del famoso comediante Louis Funès, personaje que él admiraba, un actor emblemático en Francia. El hijo le contó que su padre tenía su foto en el escritorio. La alegría de “Poupou” fue increíble.
En Francia el nombre de Poulidor evoca las características del buen hombre y del deportista. Lingüistas y lexicógrafos se han ocupado del tema. Ser “Poulidor” es ser un gran campeón de la simpatía, estar próximo al público, al pueblo, el ser que da la impresión marginal de tener mala suerte, que se encuentra en situaciones particulares donde alguien tomará la plaza por él, que será un segundo con una notoriedad superior al primero. En las épocas difíciles vividas en Francia no ha faltado quien diga, “lo única cosa que funciona bien es Poulidor”. Cuando el pueblo alguna vez salió a la calle a protestar, algunos diarios lo titularon como, “el país de Poulidor”.
Es una lección de moral, donde ser el primero no es lo más importante, lo mejor es estar presente y llegar a la meta. El General Charles de Gaulle llegó a decir que su primer ministro debía llamarse Poulidor. El presidente François Mitterrand, cuando perdió por segunda vez, expresó: “Me van a llamar el Poulidor de la política”. Mi amigo Didier Gasnoult, profesor de historia, cultura y lengua de francesa cuenta que, en su infancia, cuando sus padres lo apuraban para hacer alguna tarea solía contestar, “Je ne suis pas Poulidor” (yo no soy Poulidor). El término siempre superó la frontera deportiva. En los años setenta, músicos y cantantes se inspiraron en su figura y editaron sus acetatos con su foto en la portada.
En el 2009, en Amiens, un grupo jóvenes de punk-rock se denominó “Poulidoors” y se presentaba con la camisa del equipo del ciclista. Una variedad de rosas color naranja y bordeadas en color rosa fue creada en el 2003 con el nombre de “la rosa Poulidor”. Y en el año 2013 el cantante Didier Barbelivien lo cita en su canción, “Les héros de juillet” (Los héroes de julio), mítica canción sobre los ganadores del Tour de Francia.
Poulidor fue condecorado en vida por tres presidentes, conoció numerosas personalidades como Björn Borg, el tenista sueco; Jules Fontaine, el goleador francés de la Copa del Mundo en Suecia 58′; el escritor René Fallet, y los míticos cantantes George Brassens y Dalida. En la presentación del Tour de Francia 2019 fue invitado para estar al lado de los tres quíntuples campeones del Tour: Merckx, Hinault e Indurain. En la tarima dijo: “Nosotros cuatro hemos ganado 15 Tours”. De nuevo fue muy aplaudido.
“El eterno segundo” en realidad llegó a ganar 189 carreras en sus 18 años como profesional, entre las principales ganó la Vuelta a España de 1964, dos veces Paris-Niza (1972 y 1973), las clásicas Milan-San Remo (1961) y Flèche Wallonne (1963), dos Critériums de Dauphiné Libéré (1966 y 1969) y siete etapas del Tour de Francia.
Cuando Poulidor murió, Merckx habló con admiración de él, como el fenómeno popular que ganó mucho, que lo derrotó en el París-Niza 1972, y que fue amado por todo un país. Hinault lo conoció en sus primeros tres años de carrera y lo consideró siempre como un mito que construyó su figura al lado de Merckx, Anquetil, el español Luis Ocaña y el holandés Zoetemelk.
Raymond Poulidor, el día de sus pompas fúnebres, fue despedido por todo su pueblo y tres acordeoneros. Quienes no pudieron entrar a la iglesia permanecieron enfrente para seguir la misa transmitida desde una gran pantalla. Su ataúd fue cargado por tres capeones del Tour de Francia, Bernard Hinault (1978, 1979, 1981, 1982 y 1985), Bernard Thévenet (1975 y 1977) y Lucien Aimar (1966). Podemos decir que el eterno segundo, Pupou, fue sostenido en su adiós por ocho títulos del Tour de Francia, el mismo número de veces que estuvo él en el pódium.
*Periodista y futuro doctor en estudios Iberoamericanos.