Sergio Higuita: “El otro año podría correr el Tour”

El Espectador viajó a Medellín para hablar con el ciclista del Education First, quien esta temporada ganó una etapa en la Vuelta a España y fue cuarto en la prueba Sub 23 de los Mundiales de Ruta.

Camilo Amaya
30 de octubre de 2019 - 03:00 a. m.
Podio de la prueba de ruta de los Campeonatos Nacionales: Higuita (centro), Egan Bernal (izqui.) y Daniel Martínez. / EFE
Podio de la prueba de ruta de los Campeonatos Nacionales: Higuita (centro), Egan Bernal (izqui.) y Daniel Martínez. / EFE

Sergio Higuita es tan menudito, que al verlo genera asombro por lo que es capaz de hacer sobre la bicicleta. También hay estupefacción por lo joven que es, porque luce menor a los 22 años que tiene. Su enorme sonrisa aparece con el primer apretón de manos y antes de entablar la conversación, y se esfuma con la misma rapidez con la que intenta ser una persona seria, pues le cuesta no ser encantador. 

Un saludo cordial, de hecho muy formal, se da antes de que empiece a soltarse, a mostrar su tono de voz alegre, divertido, que se hace más ameno con la manera en la que reconstruye lo que le ha pasado, lo que ha vivido en los últimos dos años cuando se convirtió en uno de los ciclistas revelación del World Tour. Su calidez genera empatía, simpatiza y reconforta, hace pensar que la sencillez de una corta vida no podrá ser opacada por la fama.

De hecho, el corredor del Education First no tuvo lío en desplazarse hasta un centro comercial al sur de Medellín, alejado de Castilla, el barrio donde aún vive, en la Comuna Cinco de la capital antioqueña. “Me vine en moto porque vendí el carro, un Kia Picanto. Es que si te dijera: ni bicicleta tengo por ahora”. Tampoco tuvo problemas para cambiar de locación a un lugar más tranquilo para hacer de la charla algo más grato, sin el bullicio de la gente. “Hágale, voy para donde me diga”, dice un pedalista que empezó sin nada en este deporte, pero que lo ha dado todo al punto de ya tener un triunfo en una de las tres grandes (se impuso en la etapa 18 de la Vuelta a España 2019).

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Higuita, muy al natural y con unas gafas que lo hacían ver como un niño bueno de colegio, de esos devoralibros, muy meditabundo, respondió las preguntas de El Espectador en una charla que se extendió durante 40 minutos y que fue más allá de los resultados deportivos para conocer un poco más de los orígenes de un adolescente que no se cansa de repetir que la voluntad empuja mucho más fuerte que las mismas piernas.

Foto: Óscar Guesgüán.

Se crió en Castilla, uno de los barrios más calientes en tema de orden público de Medellín. ¿Algún recuerdo de algo que le haya sucedido?

Una vez, que estaba llegando a mi casa, cerré la puerta y se desató un tiroteo y varias personas murieron al frente. Menos mal me metí unos segundos antes. Demás que no me tocaba a mí. Y eso se lo agradezco a Dios.

¿En su casa fueron muy severos con usted?

Sí, mi mamá sobre todo. Me daba correa y chancla. Ella sabía que era la única manera de mantenerme alejado en un sector en el que siempre ha habido combos y rivalidades, y mucha violencia, también pobreza.

Un castigo que todavía recuerde.

Estudiaba en el preescolar de Pedregal, más arriba de mi barrio, y una vez me metí en la maleta un carrito de bomberos que no era mío. Y, claro, cuando mi mamá se dio cuenta me cogió a correa y tremendo regaño. Desde ese día entendí que lo que no es de uno se respeta.

¿Es verdad que no tiene ninguna de las bicicletas con las que empezó a montar?

Nada, todas las hemos regalado. La primera era una de cross que me la trajo el Niño Dios. Era verde. Esa se la dimos a una primita, también de regalo, entonces ya no la tengo. Y la de ruta la pintamos, y cuando pude tener una mejor se la dimos a un niño del barrio que la necesitaba. Por eso es que, a diferencia de otros, no puedo mostrarlas.

¿Cómo consiguió la primera bicicleta de ruta?

Eso fue todo charro. Me puse a preguntar en todas las bicicleterías del barrio si alguien tenía una que no usara para cambiarla por la todoterreno en la que montaba, que era roja, con rines de perfil, bien montada. Y un día un señor, que era dueño de una chatarrería, me dijo que en el garaje había una. Era azul cielo, no estaba bien pintada, con las llantas gastadas, sin cinta en el manillar, pero era de ruta, y eso era lo que importaba. Y fui con mi papá e hicimos el cambio. Mi mamá estaba toda enojada porque pensó que nos habían tumbado.

¿Y las primeras zapatillas?

Uy, eran punteras, de cuero y cordones. En esa época los otros niños ya montaban con chocles y yo era el único que lo hacía a la antigua. Esas las conseguí gracias a Alfonso Moncada, el dueño de Ciclo Moncada, mi primer club.

¿En qué se gastó su primer sueldo?

En vitaminas y aminoácidos, hierro, puros suplementos. El equipo 4-72 nos daba un auxilio económico de $350 mil y en eso los gasté.

Su papá es cerrajero. ¿Qué tanto aprendió de ese oficio?

Bastante, aunque era más bien el asistente. Iba con él a comprar los tubos de PVC y los cargábamos al hombro, le pasaba las herramientas... que la pulidora, que el soldador, que échele agua con sal y meta los electrodos, que vaya pinte la reja, y cosas así. Instalábamos pasamanos, ventanas, rejas, entre otras cosas. El hombre trabajaba muy duro y tocaba darle una mano, había que luchar juntos.

¿Cómo se dio la llegada al Education First?

Fue tensionante, porque el equipo estaba dudoso de contratarme, que sí y que no. Mi agente estaba negociando y mientras tanto el Manzana ya quería que firmara una extensión. Les dije que no, que me iba para un World Tour y me la jugué porque no tenía nada seguro. Entonces, claro, la incertidumbre de quedarse sin nada, pero al final mandaron los papeles, se llegó a un acuerdo y pude respirar tranquilo. Tuve temor, pero no perdí la fe.

¿A qué le tiene miedo?

A no rendir en bicicleta cuando el equipo me da la responsabilidad de pelear por una etapa. Es que hay mucha gente que trabaja para uno: mecánicos, masajistas, el que maneja el bus, los de alimentación y los compañeros. Uno ver a un man matándose contra el viento y estar jodido no aguanta. Solo pido que no me vaya a explotar en esos instantes.

¿Ya le han hablado del calendario de 2020?

Han dicho que me quieren llevar al Tour. De hecho, este año los dueños del equipo querían que fuera, pero los directores dijeron que no, que primero la Vuelta, que cómo me iban a quemar así. Y es cierto, hay que ir con calma. Lo quiero correr, pero también quiero estar en los Juegos Olímpicos, y de eso dependerá la construcción de mi calendario.

@CamiloAmaya

Correo: icamaya@elspectador.com

Por Camilo Amaya

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