“Eso del ciclismo es mamar gallo”, decía años atrás Santiago, papá de un joven que se había inscrito a una competencia de cronoescalada que se realizaría el 25 de septiembre de 2011 entre Sogamoso y El Crucero y que sería de 16 kilómetros. El soñador en mención es Miguel Ángel López, quien registró 37 minutos y 45 segundos en una bicicleta de montaña con los pedales rotos, los rines disparejos y el marco oxidado.
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“Eso es un tiempazo, es que esa es una subida durísima”, le contó hace un tiempo Rafael Acevedo a El Espectador, en referencia a un corredor que no contaba con el apoyo de su familia, pues esta quería que se dedicara a las labores del campo en la vereda cerca a Pesca (Boyacá), donde nació. Acevedo se lo llevó a una finca cerca a Sogamoso, le puso tareas del campo y lo formó como ciclista, enfocándose en mejorar sus desempeños en las crono, porque el talento para escalar ya lo tenía.
Y Miguel Ángel comenzó a convertirse en “Supermán”. Voló en el 2014 en la Vuelta de la Juventud y el Tour de L’Avenir. Dos años después conquistó la Vuelta a Suiza. El año pasado se quedó con el Tour Colombia, la Vuelta a Cataluña y el título de los jóvenes en el Giro de Italia, entre otros triunfos en su exitosa carrera.
Sin embargo, este miércoles en Col de la Loze, en los Alpes del Tour de Francia, el colombiano logró su mayor victoria en la etapa reina de la presente edición de la competencia más prestigiosa del planeta. “Es la victoria de mi vida”, dijo Miguel Ángel López tras cruzar la meta y alcanzar su cuarto triunfo en una gran vuelta.
Y es el mejor regalo de cumpleaños para el kazajo Aleksandr Vinokúrov, director del equipo Astana, al que pertenece Supermán, y quien este miércoles cumple 47 años de una vida en la que ha sido campeón de Vuelta a España (2006), tercero en un Tour de Francia (2003) y campeón olímpico (Londres 2012), entre otros logros. Un hombre con amplia experiencia en el ciclismo profesional, que ha confiado en Miguel Ángel López y que hoy se siente orgulloso de eso.