“Cuando aumentas el número de mujeres, si su tiempo de hablar no es limitado, tienen dificultad para terminar, lo que es muy molesto. Las juntas se hacen larguísimas. Les encanta competir a una con otra”. Esas palabras le costaron el puesto a Yoshiro Mori, presidente del comité organizador de los Juegos Olímpicos de Tokio, que están a menos de seis meses de celebrarse, si es que la pandemia lo permite.
Esas declaraciones se produjeron en el marco de una reunión del Comité Olímpico de Japón en la que justamente se debatía aumentar la cuota femenina. Solo hay cinco mujeres entre los 24 miembros, mientras en el comité que presidía Mori solo hay siete de 36. Mori, que fue primer ministro de Japón a comienzos de siglo, dijo inicialmente estar profundamente arrepentido de sus declaraciones, pero después afirmó que “últimamente no las escucho mucho”. Se le vino el mundo encima, porque varios sectores de la sociedad local e internacional los consideraron comentarios sexistas. El primer ministro de Japón, Yosihide Suga, afirmó que lo que dijo Mori va en contra de un principio básico de las olimpiadas: la igualdad de género. El viernes pasado Mori no tuvo otra opción que renunciar a su cargo.
La modelo Brenda Patea —exnovia del tenista Alexander Zverev, número seis del mundo, flamante finalista del US Open pasado y uno de los llamados a recoger la posta que algún día dejarán Federer, Nadal y Djokovic— está a pocas semanas de dar a luz a su primer hijo, cuyo padre es el tenista en cuestión. Una vez dio a conocer su embarazo anunció que su relación con Zverev había terminado y que compartir la custodia de su hijo es algo que está descartado, sin dar mayores explicaciones. A las pocas semanas la rusa Olya Sharypova, otra exnovia de Zverev, lo denunció públicamente por violencia doméstica. “Declaro que tengo pruebas de todo lo que me dijo y me hizo. Me golpeó por primera vez en Múnich: tuvimos una pelea y me golpeó la cabeza contra la pared. Me derrumbé al suelo y hasta él se asustó. En Maldivas recuerdo que estábamos junto a su familia y me humillaba continuamente. Además de la violencia física también hubo mucha violencia mental”. Varios amigos de Sharypova han servido como testigos y los chats publicados indican que no miente. Sin embargo decidió no entablar acción legal. “Solo quiero contar mi historia porque sé que a muchas mujeres les pasa lo mismo”, indicó.
La Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) apenas publicó un confuso comunicado y poco más. Zverev, por su parte, se limitó a decir en un par de entrevistas que Sharypova ha dicho esto en un claro ataque de celos, porque su versión coincide en tiempo con el anuncio de Patea sobre su embarazo. El establecimiento del tenis ha permanecido en silencio cómplice. Solamente Andy Murray declaró que el tenis está en mora de establecer un procedimiento para estos casos.
El viernes 23 de julio Mori, por fortuna, no podrá dar el discurso inaugural que soñó durante mucho tiempo en las Olimpiadas, pero Zverev estará feliz desfilando, orgulloso de representar a su país. El mundo sigue asombrándose más por las formas que por los hechos. Cosas de la doble moral.