El Atanasio Girardot es la fortaleza de Atlético Nacional

Nacional espera demostrar su poderío como local para avanzar a una nueva semifinal de la Liga Águila. / AFP

Esta semana fue dura para Atlético Nacional. Primero, perdió 1-0 con el Deportivo Cali en la ida de los cuartos de final de la Liga Águila, y después, con una nómina alterna volvió a caer contra Delfín en Ecuador por la Copa Libertadores. “De esta nos vamos a reponer”, dijo Jorge Almirón tras el encuentro en Manta,  y luego de que la tranquilidad del que siempre gana fuera alterada en dos partidos en los que quedaron expuestas las debilidades de un equipo que parecía no tenerlas.

Sin embargo, para fortuna del conjunto antioqueño, sus próximas dos salidas serán en el Atanasio Girardot, escenario en el que no cae en partidos de Liga hace un año, cinco meses y dos días, cuando Reinaldo Rueda, entonces entrenador del cuadro verde, puso un onceno juvenil para enfrentar a Santa Fe, pues el equipo titular debía viajar al Mundial de Clubes en Japón. Esa cifra demuestra el poderío de Nacional en su casa, el efecto emotivo que genera jugar frente a su hinchada, la memoria inapelable para triunfar en Medellín sin importar el rival.

Pero más allá de eso, de una racha que ya se extiende a 33 partidos, también hay otro factor importante a través del cual se puede analizar lo que es el equipo de Almirón cuando juega de local. En este torneo, el club paisa no ha recibido goles en contra en el Atanasio, es decir, que por un impulso fundado en la responsabilidad existe la necesidad de tener la pelota, de ir siempre para adelante, y esa es la mejor manera de defenderse: teniendo el balón lejos de la portería propia.

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Ahora bien, en esta llave con el Deportivo Cali hay otra cifra que puede dar un poco de tranquilidad o que puede, más bien, respaldar todo lo anterior: desde que se usa el formato de eliminación directa en el torneo colombiano (2011), el cuadro verde ha comenzado perdiendo, como visitante, nueve de las 18 series que ha disputado. Y en ocho ocasiones le dio la vuelta para clasificar, es decir, una efectividad del 88,8 %.

Solo una vez no pudo remontar y fue el año pasado, cuando perdió en Ibagué con el Deportes Tolima (1-0), después igualó todo en Medellín (2-1), pero cayó por penales con el equipo de Alberto Gamero (3-1). Contra el club azucarero el historial también es favorable. En los cuartos de final de 2011, el Cali también ganó 1-0, y en el juego de vuelta (se disputó en el estadio General Santander de Cúcuta), Nacional se impuso 2-1 para después ganar por penales 4-1. Y el año pasado, en la final, el club vallecaucano se quedó con el partido de ida por 2-0 para terminar cayendo en el Atanasio por 5-1.

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“De locales jugamos bien, nos hacemos fuertes y con el apoyo de la gente aún más”, apuntó Almirón luego de la derrota en el estadio Palmaseca. El argentino ha demostrado que confía más en el trabajo que en el talento, y que así los números respalden lo que ha hecho, no se puede confiar a pesar de la superioridad futbolística en la cancha. “Son estadísticas no más y el juego es impredecible como la vida misma”, concluyó el hombre que logró seguir el proceso, inculcando un valor nuevo: la entrega hasta el final.